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Cómo tiene que ser una traducción
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Hola, compañeros! En este mensaje qiero abrir una discusión sobre diferentes opiniones de los traductores sobre este tema. Comienzo por un artículo que me llamo mi atención.
Cuando las minucias son importantes
Por Paula C. Álvarez y Josep Bonet
Lo que les voy a contar hoy no es ningún secreto para los traductores especializados, pero puede parecer extraño a más de uno que no lo sea: en una traducción técnica, lo que suele importar son las minucias.
Cuando se habla de traducción, se acostumbra pensar que lo importante es el estilo, el nivel de lenguaje, el empleo de bellas palabras, la ausencia de repeticiones, a menos que por la repetición se pretenda alcanzar un efecto, etc. No discutiré la relevancia de estos aspectos… en la traducción literaria. Pero las traducciones que no forman parte de las bellas letras son otra cosa, son territorio de la minucia, están sujetas a condiciones que se asemejan más a las de una industria, tomada en cualquiera de sus sentidos, que a las de un arte.
Una buena traducción tiene que ser eficaz y, para ello, en primer lugar debe existir y hacerlo oportunamente. Es decir: el primer indicador de calidad es el cumplimiento de los plazos. Ya dijimos que era una industria y, como en toda industria, se han de respetar los compromisos contractuales. En segundo lugar, para ser eficaz, ha de decir lo mismo en la lengua original que en la de llegada. Es decir, ha de tener precisión terminológica. Y si la precisión obliga a repetir el mismo término hasta la saciedad, pues mala suerte para el prurito literario del traductor. En tercer lugar, ha de ser coherente —uso sistemático de los mismos términos para representar los mismos conceptos— tanto internamente en un documento dado, como entre diferentes documentos del mismo o similar origen.
Pero quedan algunas otras pequeñeces que importan más que el buen estilo redaccional o la variedad del vocabulario. Me referiré únicamente a un par de ellas que nos darán una idea más precisa de cuán poco artística es la actividad de traducir: la comprobación de cifras y la verificación de que se han introducido todos los cambios necesarios en la versión modificada de un primer documento.
Por lo que he visto en alumnos de escuelas de traducción que han trabajado conmigo, no parece que se les enseñen estas cosas, que quizás les parecerían degradantes para su dignidad de traductores, y no estaría de más que alguien tuviera el coraje de contárselas.
Cuando las minucias son importantes
Por Paula C. Álvarez y Josep Bonet
Lo que les voy a contar hoy no es ningún secreto para los traductores especializados, pero puede parecer extraño a más de uno que no lo sea: en una traducción técnica, lo que suele importar son las minucias.
Cuando se habla de traducción, se acostumbra pensar que lo importante es el estilo, el nivel de lenguaje, el empleo de bellas palabras, la ausencia de repeticiones, a menos que por la repetición se pretenda alcanzar un efecto, etc. No discutiré la relevancia de estos aspectos… en la traducción literaria. Pero las traducciones que no forman parte de las bellas letras son otra cosa, son territorio de la minucia, están sujetas a condiciones que se asemejan más a las de una industria, tomada en cualquiera de sus sentidos, que a las de un arte.
Una buena traducción tiene que ser eficaz y, para ello, en primer lugar debe existir y hacerlo oportunamente. Es decir: el primer indicador de calidad es el cumplimiento de los plazos. Ya dijimos que era una industria y, como en toda industria, se han de respetar los compromisos contractuales. En segundo lugar, para ser eficaz, ha de decir lo mismo en la lengua original que en la de llegada. Es decir, ha de tener precisión terminológica. Y si la precisión obliga a repetir el mismo término hasta la saciedad, pues mala suerte para el prurito literario del traductor. En tercer lugar, ha de ser coherente —uso sistemático de los mismos términos para representar los mismos conceptos— tanto internamente en un documento dado, como entre diferentes documentos del mismo o similar origen.
Pero quedan algunas otras pequeñeces que importan más que el buen estilo redaccional o la variedad del vocabulario. Me referiré únicamente a un par de ellas que nos darán una idea más precisa de cuán poco artística es la actividad de traducir: la comprobación de cifras y la verificación de que se han introducido todos los cambios necesarios en la versión modificada de un primer documento.
Por lo que he visto en alumnos de escuelas de traducción que han trabajado conmigo, no parece que se les enseñen estas cosas, que quizás les parecerían degradantes para su dignidad de traductores, y no estaría de más que alguien tuviera el coraje de contárselas.
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Me disculpan la falta o sobre de acentos, comas... No es culpa del ordenador.
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Estabamos hablando de traducciones técnicas, pero me viene a la mente la expresión de un político cuando la intentona golpista en 1991 en Moscú. El dijo algo así como "coño, si yo lo que tengo es un telex...". El "coño" ése no debemos omitirlo en la traducción. Hay quien lo omite y no le está haciendo "un favor" al autor, le está quitando expresividad. Respecto a las cifras y otras pequeñeces, pues hay que verificarlas, pero no creo que sea el traductor quien deba hacerlo. Una buena traducción se hace en un pequeño equipo de traductor-nativo corrector de estilo-secretaria, así si se avanza. El traductor, cuyo tiempo cuesta caro, no debe detenerse a verificar ésos detalles, para éso existe otro tipo de personal técnico.
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No quiero alejarme mucho del tema original, pero no creo que el traductor deba "disfrazar" el original. Si el autor del texto original lo ha escrito "mal", el traductor debe dar la idea de cómo es el autor. Para salvar la responsabilidad del traductor (quien a veces es realmente el culpable) se debe poner una observación: "se conserva el estilo del original". No debemos mejorar el original.
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Estimado Marquez : me parece que en este artículo hay una oposición forzada entre la calidad « literaria » de una traducción y la exactitud terminológica. Más allá de darle un valor de eficacia al hecho mismo de existir de la traducción, me parece que nada opone realmente una buena redacción a la exactitud de los términos usados. Puede ser que el original esté mal redactado, que tenga sus aspectos oscuros, repeticiones innecesarias, la fidelidad en este caso no es redactarlo mal en la lengua de destino, mantener todas las repeticiones e incluso algunas incoherencias. Claro que si un término exacto se repite y su repetición es necesaria no creo que estemos descubriendo nada a nadie si decimos que el término en cuestión hay que ponerlo cuantas veces sea necesario.
En el caso de los aspectos oscuros del original, me refiero a los aspectos redaccionales, sería ineficaz ser fiel a esta oscuridad. Porque más allá de los problemas terminológicos, persiste el principal : la exacta trasmisión de toda la información que contiene el original. Esta exigencia no opone a las traducciones literarias a las técnicas, ambas tienen que asumirla.
Pero el problema terminológico tampoco es sencillo. Aquí mismo se ha abordado la ausencia de univocidad de muchos términos tecnicos. En algunas lenguas hay términos que son polisémicos y que corresponden en otra a una pluralidad de palabras. También se ha abordado el problema del destinatario. Aquí se ha hablado de países con legislaciones y términos distintos para mentar un mismo fenómeno. ¿En qué reside en estos casos la eficacia de la traducción?
Quizás no toda la actividad de los traducciones se artística, pero en el fondo tiene todas las cualidades de una artesanía. Es por ello que existen buenas y malas traducciones.
En el caso de los aspectos oscuros del original, me refiero a los aspectos redaccionales, sería ineficaz ser fiel a esta oscuridad. Porque más allá de los problemas terminológicos, persiste el principal : la exacta trasmisión de toda la información que contiene el original. Esta exigencia no opone a las traducciones literarias a las técnicas, ambas tienen que asumirla.
Pero el problema terminológico tampoco es sencillo. Aquí mismo se ha abordado la ausencia de univocidad de muchos términos tecnicos. En algunas lenguas hay términos que son polisémicos y que corresponden en otra a una pluralidad de palabras. También se ha abordado el problema del destinatario. Aquí se ha hablado de países con legislaciones y términos distintos para mentar un mismo fenómeno. ¿En qué reside en estos casos la eficacia de la traducción?
Quizás no toda la actividad de los traducciones se artística, pero en el fondo tiene todas las cualidades de una artesanía. Es por ello que existen buenas y malas traducciones.
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Bla,bla,bla....
Una traducción si es escrita siempre peina un poco el texto original, ya que este puede estar perfectamente mal redactado, al igual que haciendo una traducción oral vas limando a veces las asperezas (vicios, muletillas) del modo de hablar de los interlocutores. Aunque fuera del ambiente oficial me permito traducir tal cual (durante las salidas nocturnas u otro tipo de entretenimiento de los empresarios). Obviamente, la traducción de textos literarios tiene más arte.
A propósito, al presentar mis papeles para convalidar mi título universitario en España como traductora-intérprete (eso fue hace ya algunos años), lo primero que me dijeron en el Ministerio: "Será casi imposible." Finalmente se equivocaron. Eso sí, tuve que aprobar tres exámenes.
Una traducción si es escrita siempre peina un poco el texto original, ya que este puede estar perfectamente mal redactado, al igual que haciendo una traducción oral vas limando a veces las asperezas (vicios, muletillas) del modo de hablar de los interlocutores. Aunque fuera del ambiente oficial me permito traducir tal cual (durante las salidas nocturnas u otro tipo de entretenimiento de los empresarios). Obviamente, la traducción de textos literarios tiene más arte.
A propósito, al presentar mis papeles para convalidar mi título universitario en España como traductora-intérprete (eso fue hace ya algunos años), lo primero que me dijeron en el Ministerio: "Será casi imposible." Finalmente se equivocaron. Eso sí, tuve que aprobar tres exámenes.
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"el primer indicador de calidad es el cumplimiento de los plazos". No creo que la calidad pueda estar medida por un indicador formal o burocrático. El plazo es un convenio que se hace entre cliente y traductor y no tiene nada que ver con la calidad propia del documento. Se puede entregar a tiempo y ser un churro. No creo que una traducción técnica esté muy lejos del arte de traducir. Una traducción técnica, un manual del usuario, etc. tienen que "sonar" tan bien como si fuera una obra de literatura. Las traducciones que no cumplan ese requisito "subjetivo" no son buenas traducciones. Hay ingenieros, técnicos, arquitectos, muy buenos en sus respectivas ramas del saber, pero que no pueden ensaltar dos palabras. Eso es un aspecto subjetivo, literario. Y por muchos términos técnicos que se le insenten, por ,uy uniforme que sea la terminilogía, si no está "bien" escrita, no es una buena traducción.