Cero desperdicio de alimentos: Estrategias para combatir el hambre
(Sandra Patricia Cote Daza)
Sandra Patricia Cote Daza
Colombia es un país rico en biodiversidad. De acuerdo con SSPN (2010), se encuentra dentro de los doce países que albergan el 70% de la biodiversidad de la tierra, con 41000 especies de plantas. La ubicación geográfica del país, cerca de la línea ecuatorial, le permite contar con una gran variedad de frutas, tuérculos, vegetales y horatlizas a lo largo del año, característica de los demás países tropicales y subtropicales de América Latina, en los cuales las diversidades de cultivos sustentan la agricultura y alimentación del mundo. Para 2018 el PIB de alimentos en Colombia alcanzó los 21.32 billones, que representa un crecimiento en las exportaciones de 4.72% en el mismo periodo de tiempo (ANDI,2019).Desde la Fundación Universitaria Los Libertadores se ha extendido el proyecto y realizado entrevistas y visitas a municipios e interrelación con portadores del saber con relación al desperdicio de alimentos y al cambio que se ha presentado en el tiempo. Así se ha identificado que, en la actualidad, el mundo tiene mayor acceso a la información sobre las problemáticas sociales y ambientales de los territorios, debido a toda la información que se comparte en internet.Una de las iniciativas que tiene gran fuerza es Cero Desperdicio de Alimentos, esta entiende la problemática por las grandes cifras de pérdida de alimentos y las cifras alarmantes de hambre en el mundo (García, 2016). Sumado a esto, se encuentra la búsqueda actual para no generar mayor cantidad de residuos como consecuencia del consumo masivo propio del modelo económico actual, que se ve afectado también por los más de 7.500 millones de personas que habitan el mundo.Según Moya, (2016), sin embargo, es posible establecer que la reutilización de los recursos no es algo del último siglo; al buscar en la historia Latinoamericana, una de las grandes virtudes de las comunidades indígenas fue su conexión con la naturaleza, quienes por temas de supervivencia no desperdiciaban. Posteriormente, el campesino del continente, cuyas prácticas fueron el resultado de la incorporación de numerosas técnicas agrícolas del viejo mundo y de las comunidades indígenas, tienen un estilo de vida más sostenible que el de las personas de la ciudad.Mientras tanto, los habitantes de las urbes parecen haber olvidado este estilo de vida y han adoptado una cultura de los desechables, es decir, se olvidó la importancia de reutilizar. En la actualidad esto es conocido como la economía circular.
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