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¿Sabía usted cómo son las cosas en "las isla de la libertad"?
"Rolando Colón, 48 años, chofer de un taxi particular está que trina. “Socio, es que no hay ni sal. Si a esto le añades que en el mercado estatal o en el negro tampoco hay aceite, arroz o pollo, entonces ya tenemos montado el drama. Todos los días salgo a manejar 12 horas y con dinero en mano no puedo comprar absolutamente nada, sólo algo de pescado, que de comerlo tanto creo que me van a salir escamas”, expresa de forma apasionada el taxista habanero.
Todos se quejan. Los alimentos esenciales han elevados sus precios en el mercado clandestino. El arroz, de 4.50 pesos (30 centavos de dólar) subió a 8 pesos (50 centavos de dólar) y la sal de 5 pesos a 10 una bolsa de un kilo. La carne de res y el pollo están desaparecidos en combate. El malestar en Cuba por lo arduo que resulta conseguir alimentos tiene a las personas con dolores de cabeza. No es para menos. Llevar un poco de comida a la mesa es una misión casi imposible.
Si tienes moneda dura tu suerte cambia. En las tiendas exclusivas en divisas aún se puede comprar carne, pollo, pescado, aceite. Pero los precios están por las nubes.
Un kilo de corte de filete de res supera los 22 pesos cubanos convertibles o cuc (530 pesos o 20 dólares); el de queso gouda 11 cuc (264 pesos o 10 dólares; un pedazo de jamón que está lejos de ser el de Jabugo, casi 10 cuc (240 pesos o 8 dólares). Y sigo con las cifras.
Un kilo de pescado ronda los 8 cuc (7 dólares o 200 pesos); el litro de aceite vegetal 2.15 cuc, el más barato (50 pesos o 2 dólares), y si le gusta la dieta mediterránea, entonces tiene que gastar una pasta, pues el litro de aceite de oliva cuesta 7.20 cuc (175 pesos o 6 dólares).
Carlos Henaldo, turista español, no puede creerlo. “Tío, es que la comida en La Habana es más cara que en Nueva York, joder ¿cómo cenan ustedes?”, señala con cierta intriga.
La respuesta se la puede dar Josefa Canales, 64 años, ama de casa. “Inventando, cada nuevo día que empieza, me siento con las dos manos en la cabeza y me pregunto ¿qué carajo vamos a comer hoy? Luego me calmo, y me pongo a improvisar. Mire usted, mis tres hijas y mi yerno, que tiene parientes en el extranjero, me dan mensualmente más de 120 cuc (100 dólares o 3 mil pesos) para comprar alimentos".
"El problema no es sólo de dinero. Es que en el mercado estatal en pesos apenas hay nada, y cuando llegan naranjas, papas o carne de cerdo, las colas son muy largas. Por supuesto, no puedo gastar toda la plata en comprar alimentos en divisas, pues no me alcanzaría para el mes completo. Si esto sucede en mi casa, donde tenemos una entrada de dinero superior a la media en Cuba, me imagino lo difícil que la deben estar pasando las personas que viven de su salario”, explica Josefa con una lógica contundente.
Otras familias como la de Donato Méndez, 56 años, obrero de una fábrica de acero y padre de dos hijos, se aprietan el cinturón y nada más pueden hacer una comida caliente al día. “Desayunamos café y un panecillo, a mí y a mi esposa ya no nos dan almuerzo en el trabajo. Con los 15 pesos que dan para almorzar, compramos huevos, pan o tomates para la cena, muy pocas veces carne de cerdo. Mis hijos cuando vienen de la Universidad siempre vienen hambrientos, para que calmen el apetito, les damos pan con tortilla y en la cena mucho arroz, frijoles, ensalada, si hay, y de vez en cuando, algo de carne”, señala Donato, un negro de manos grandes y callosas.
Como promedio, en la isla una familia se gasta el 80 por ciento que gana o recibe en comer. Y ni así uno puede asegurar que cenará lo que le apetezca. Si tienes familia al otro lado del charco, entonces comes un poco mejor, pero también tienes que destinar la mayor parte de los dólares a los alimentos.
La alimentación es y ha sido el gran problema sin resolver del gobierno de los hermanos Castro en más de 50 años. Su asignatura suspensa. En Cuba se vive para comer. Nada del otro mundo. Lo que se pueda." La ortografía y los giros gramaticales y léxicos del original se han conservado.
"Rolando Colón, 48 años, chofer de un taxi particular está que trina. “Socio, es que no hay ni sal. Si a esto le añades que en el mercado estatal o en el negro tampoco hay aceite, arroz o pollo, entonces ya tenemos montado el drama. Todos los días salgo a manejar 12 horas y con dinero en mano no puedo comprar absolutamente nada, sólo algo de pescado, que de comerlo tanto creo que me van a salir escamas”, expresa de forma apasionada el taxista habanero.
Todos se quejan. Los alimentos esenciales han elevados sus precios en el mercado clandestino. El arroz, de 4.50 pesos (30 centavos de dólar) subió a 8 pesos (50 centavos de dólar) y la sal de 5 pesos a 10 una bolsa de un kilo. La carne de res y el pollo están desaparecidos en combate. El malestar en Cuba por lo arduo que resulta conseguir alimentos tiene a las personas con dolores de cabeza. No es para menos. Llevar un poco de comida a la mesa es una misión casi imposible.
Si tienes moneda dura tu suerte cambia. En las tiendas exclusivas en divisas aún se puede comprar carne, pollo, pescado, aceite. Pero los precios están por las nubes.
Un kilo de corte de filete de res supera los 22 pesos cubanos convertibles o cuc (530 pesos o 20 dólares); el de queso gouda 11 cuc (264 pesos o 10 dólares; un pedazo de jamón que está lejos de ser el de Jabugo, casi 10 cuc (240 pesos o 8 dólares). Y sigo con las cifras.
Un kilo de pescado ronda los 8 cuc (7 dólares o 200 pesos); el litro de aceite vegetal 2.15 cuc, el más barato (50 pesos o 2 dólares), y si le gusta la dieta mediterránea, entonces tiene que gastar una pasta, pues el litro de aceite de oliva cuesta 7.20 cuc (175 pesos o 6 dólares).
Carlos Henaldo, turista español, no puede creerlo. “Tío, es que la comida en La Habana es más cara que en Nueva York, joder ¿cómo cenan ustedes?”, señala con cierta intriga.
La respuesta se la puede dar Josefa Canales, 64 años, ama de casa. “Inventando, cada nuevo día que empieza, me siento con las dos manos en la cabeza y me pregunto ¿qué carajo vamos a comer hoy? Luego me calmo, y me pongo a improvisar. Mire usted, mis tres hijas y mi yerno, que tiene parientes en el extranjero, me dan mensualmente más de 120 cuc (100 dólares o 3 mil pesos) para comprar alimentos".
"El problema no es sólo de dinero. Es que en el mercado estatal en pesos apenas hay nada, y cuando llegan naranjas, papas o carne de cerdo, las colas son muy largas. Por supuesto, no puedo gastar toda la plata en comprar alimentos en divisas, pues no me alcanzaría para el mes completo. Si esto sucede en mi casa, donde tenemos una entrada de dinero superior a la media en Cuba, me imagino lo difícil que la deben estar pasando las personas que viven de su salario”, explica Josefa con una lógica contundente.
Otras familias como la de Donato Méndez, 56 años, obrero de una fábrica de acero y padre de dos hijos, se aprietan el cinturón y nada más pueden hacer una comida caliente al día. “Desayunamos café y un panecillo, a mí y a mi esposa ya no nos dan almuerzo en el trabajo. Con los 15 pesos que dan para almorzar, compramos huevos, pan o tomates para la cena, muy pocas veces carne de cerdo. Mis hijos cuando vienen de la Universidad siempre vienen hambrientos, para que calmen el apetito, les damos pan con tortilla y en la cena mucho arroz, frijoles, ensalada, si hay, y de vez en cuando, algo de carne”, señala Donato, un negro de manos grandes y callosas.
Como promedio, en la isla una familia se gasta el 80 por ciento que gana o recibe en comer. Y ni así uno puede asegurar que cenará lo que le apetezca. Si tienes familia al otro lado del charco, entonces comes un poco mejor, pero también tienes que destinar la mayor parte de los dólares a los alimentos.
La alimentación es y ha sido el gran problema sin resolver del gobierno de los hermanos Castro en más de 50 años. Su asignatura suspensa. En Cuba se vive para comer. Nada del otro mundo. Lo que se pueda." La ortografía y los giros gramaticales y léxicos del original se han conservado.
Посвещаю этот post студент(к)ам первого, второго, тртьего, четвёртого... а также и пятого курса :)
El lector modelo por Clarín es diferente del del mundo militar.
(Escudero Malvinas [Arg. 1996])
= El LECTOR modelo por Clarín es diferente del LECTOR del mundo militar.
El público de la capital no era distinto del del resto de la República.
(Paranaguá Ripstein [Méx. 1997])
= El PÚBLICO de la capital no era distinto del PÚBLICO del resto de la República.
La discusión se extiende, cada vez más exaltada, con remisiones a la historia y alguna breve tregua para llenar o vaciar los vasos. Por un lado, están los dos veraneantes, partidarios de Paco y de su hermano, y, por otro, el cura viejo, que, sin menospreciarlos, continúa pensando, como el dueño del bar, que, en la lucha leonesa, como en todo, cualquier tiempo pasado fue mejor.
—Pero si ahora — dice el DUEÑO del bar, zanjando la cuestión — la mitad de ellos parecen maricones.
La sentencia dEL del bar resulta inapelable. El cura parece compartirla, pero, evidentemente, elude suscribir de propia mano esas palabras. Y el viajero, que no entiende demasiado del asunto, pero que, de niño, cuando venía los veranos a La Mata, acostumbraba a ir a los corros de la zona con su padre y recuerda todavía la imponente fortaleza de aquellos gigantescos gladiadores, ...
Julio Llamazares, El río del olvido, 1990
La sentencia del del bar resulta inapelable.
= La sentencia del DUEÑO del bar resulta inapelable.
*****
14.3h Los textos clásicos muestran que se consideraba a veces preferible en la lengua antigua evitar la concurrencia de dos contracciones idénticas seguidas:
En este jardín estava, señor, a las tres y un quarto esperándote a que salgas DE EL DEL Duque (Pedro Calderón de la Barca, Basta callar);
Había de ser su gobierno diferente DE EL DEL Duque; porque Su Majestad los amaba y deseaba conservar (Luis Cabrera Córdoba, Historia de Felipe II).
En la actualidad no se considera necesario acudir a ese recurso, por lo que ambas soluciones se consideran válidas. La doble contracción es hoy frecuente en los textos, y se considera correcta:
Vino un coche a recogerme de parte DEL DEL bigotito (Quiñones, Fernando, Las mil noches de Hortensia Romero);
La sentencia DEL DEL bar resulta inapelable (Juilio Llamazares, El río del olvido);
Ahora resulta que los representantes de la política fincan el valor de las reformas en el costo de las campañas y tasan el valor de la mercadotecnia por encima DE EL DEL marco institucional (Excélsior [México] 1/11/1996).
Aun así, se recomienda no abusar de la concurrencia de formas como las marcadas.
Nueva gramática de la lengua española (NGLE). Volumen I., 14.3h, páginas 1041-1042
Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, Espasa Calpe, 2009
El lector modelo por Clarín es diferente del del mundo militar.
(Escudero Malvinas [Arg. 1996])
= El LECTOR modelo por Clarín es diferente del LECTOR del mundo militar.
El público de la capital no era distinto del del resto de la República.
(Paranaguá Ripstein [Méx. 1997])
= El PÚBLICO de la capital no era distinto del PÚBLICO del resto de la República.
La discusión se extiende, cada vez más exaltada, con remisiones a la historia y alguna breve tregua para llenar o vaciar los vasos. Por un lado, están los dos veraneantes, partidarios de Paco y de su hermano, y, por otro, el cura viejo, que, sin menospreciarlos, continúa pensando, como el dueño del bar, que, en la lucha leonesa, como en todo, cualquier tiempo pasado fue mejor.
—Pero si ahora — dice el DUEÑO del bar, zanjando la cuestión — la mitad de ellos parecen maricones.
La sentencia dEL del bar resulta inapelable. El cura parece compartirla, pero, evidentemente, elude suscribir de propia mano esas palabras. Y el viajero, que no entiende demasiado del asunto, pero que, de niño, cuando venía los veranos a La Mata, acostumbraba a ir a los corros de la zona con su padre y recuerda todavía la imponente fortaleza de aquellos gigantescos gladiadores, ...
Julio Llamazares, El río del olvido, 1990
La sentencia del del bar resulta inapelable.
= La sentencia del DUEÑO del bar resulta inapelable.
*****
14.3h Los textos clásicos muestran que se consideraba a veces preferible en la lengua antigua evitar la concurrencia de dos contracciones idénticas seguidas:
En este jardín estava, señor, a las tres y un quarto esperándote a que salgas DE EL DEL Duque (Pedro Calderón de la Barca, Basta callar);
Había de ser su gobierno diferente DE EL DEL Duque; porque Su Majestad los amaba y deseaba conservar (Luis Cabrera Córdoba, Historia de Felipe II).
En la actualidad no se considera necesario acudir a ese recurso, por lo que ambas soluciones se consideran válidas. La doble contracción es hoy frecuente en los textos, y se considera correcta:
Vino un coche a recogerme de parte DEL DEL bigotito (Quiñones, Fernando, Las mil noches de Hortensia Romero);
La sentencia DEL DEL bar resulta inapelable (Juilio Llamazares, El río del olvido);
Ahora resulta que los representantes de la política fincan el valor de las reformas en el costo de las campañas y tasan el valor de la mercadotecnia por encima DE EL DEL marco institucional (Excélsior [México] 1/11/1996).
Aun así, se recomienda no abusar de la concurrencia de formas como las marcadas.
Nueva gramática de la lengua española (NGLE). Volumen I., 14.3h, páginas 1041-1042
Real Academia Española, Asociación de Academias de la Lengua Española, Espasa Calpe, 2009
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