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>Primus inter pares написал:
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>>Primus inter pares написал:
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>>a) Aquel en que se utilizan solo los números del 1 al 12 y se añade, en caso de ser necesario, la indicación del tramo del día en el que se incluye la hora que se expresa: «de la mañana» (desde que sale el sol hasta el mediodía, o desde la medianoche hasta que amanece): A las nueve de la mañana hacía ya un calor insoportable; Me desperté a las tres de la mañana y ya no pude conciliar el sueño; «de la tarde» (desde el mediodía hasta que el sol se pone): Contraerán matrimonio mañana, a la una de la tarde; Falleció en su casa a las seis y cuarto de la tarde; «de la noche» (desde que anochece hasta la medianoche): No llegaron hasta pasadas las once de la noche; La puerta se cierra a las doce en punto de la noche; «de la madrugada» (desde la medianoche hasta que amanece): A las tres de la madrugada el frío era insoportable; Una llamada telefónica lo despertó a las cuatro y media de la madrugada. No es correcta la expresión *doce de la tarde, usada en lugar de doce de la mañana, del día o del mediodía. (continua)
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>El modelo de doce horas es el más utilizado cuando la hora se escribe con letras, y el más común en textos literarios y periodísticos. No obstante, este sistema también puede utilizarse si se opta por escribir la hora con cifras; pero, en ese caso, para evitar ambigüedades, deben emplearse, tras los números, las abreviaturas a. m. (del lat. ante merídiem ‘antes del mediodía’) y p. m. (del lat. post merídiem ‘después del mediodía’): 5.30 a. m. (‘cinco de la mañana o de la madrugada’) y 5.30 p. m. (‘cinco de la tarde’). Para las doce de la mañana se recomienda el empleo de la abreviatura m. (del lat. meridies ‘mediodía’): «Estudiantes con carné, gratis antes de las 12 m.» (Tiempo [Col.] 28.4.97).
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b) Opcionalmente, puede emplearse tras las cifras el símbolo h (‘hora’), que, como todos los símbolos, debe escribirse sin punto (salvo, naturalmente, que se trate del punto que marca el final del enunciado): 17.30 h o 17:30 h. También es posible desglosar la mención de horas y minutos, e incluso segundos, utilizando para ello los símbolos correspondientes: La bomba se lanzó a las 15 h 24 min 12 s en un remoto paraje de Siberia. Este desglose es más común cuando se quiere expresar no tanto el momento en que ocurre un hecho, como su duración, especialmente en contextos científicos, deportivos y cualesquiera otros en que la precisión es esencial: El período de rotación de Marte es de 24 h 37 min 23 s; El primer clasificado hizo un tiempo de 13 h 35 min 14 s; El tiempo de cocción es de 2 h 40 min.
c) Las horas en punto se expresan mediante dos ceros en el lugar que corresponde a los minutos: 22.00 o 22:00. Pueden omitirse los dos ceros si tras la indicación de la hora se escribe el símbolo h. El acto comenzará a las 22 h.
d) Cuando se utilicen las abreviaturas a. m., m. y p. m., no debe usarse, además, el símbolo h, por ser evidente que se trata de una referencia horaria. Lo correcto es escribir 17.30 h, 5.30 p. m. (o 17:30 h, 5:30 p. m.).
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Маркиз, почитай вот это, надеюсь, станет несколько понятней эта проблематика.
f) Es habitual que en las oraciones impersonales con se (→ se, 2.1a) el complemento directo, especialmente cuando es masculino, se exprese con las formas de dativo y no con las de acusativo, como correspondería a la función desempeñada: Se le considera el mejor actor de su tiempo; Se les vio merodeando por la zona. Parece demostrado que este tipo de oraciones se construían originariamente en castellano con pronombres de dativo. El uso de le(s) se ha mantenido mayoritariamente, tanto en España como en gran parte de América, cuando el complemento directo es masculino: «A su bisabuelo hoy no le hubieran permitido vivir como vivió: se le consideraría como un ejemplo de inmoralidad» (TBallester Filomeno [Esp. 1988]); «Se le vio [al niño] algunas veces contento» (VLlosa Tía [Perú 1977]); «Se le obligó a aceptar el régimen de encomienda» (Fuentes Ceremonias [Méx. 1989]); «En los puertos y rincones del Caribe se le conoció siempre como Wito» (Mutis Ilona [Col. 1988]); «Al rey se le veía poco» (UPietri Visita [Ven. 1990]); sin embargo, cuando el complemento directo es femenino, lo normal es usar la(s): «Se la veía muy contenta» (VLlosa Tía [Perú 1977]); aunque no faltan ejemplos de le(s): «Tan enamorada se le observaba, tan desencajadamente arrebolada se le veía» (Vergés Cenizas [R. Dom. 1980]). Se trata, pues, de un caso especial en el que se emplean desde los orígenes las formas de dativo en función de complemento directo. No obstante, muchos hablantes, conscientes de que la función que cumple el pronombre en ese tipo de oraciones es la de complemento directo, emplean en estos casos los pronombres de acusativo, uso generalizado en los países del Cono Sur: «Se lo veía zigzaguear entre los autos» (Cortázar Reunión [Arg. 1983]); «¡No se lo puede andar molestando por trivialidades!» (Magnabosco Santito [Ur. 1990]); «Nunca se lo vio ladrar ni gruñir» (Allende Casa [Chile 1982]).
http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=le
Кстати, le / les вполне можно использовать с insultar, только вот значение немного меняется, почитай по этому поводу 4. а) на том же саите.
f) Es habitual que en las oraciones impersonales con se (→ se, 2.1a) el complemento directo, especialmente cuando es masculino, se exprese con las formas de dativo y no con las de acusativo, como correspondería a la función desempeñada: Se le considera el mejor actor de su tiempo; Se les vio merodeando por la zona. Parece demostrado que este tipo de oraciones se construían originariamente en castellano con pronombres de dativo. El uso de le(s) se ha mantenido mayoritariamente, tanto en España como en gran parte de América, cuando el complemento directo es masculino: «A su bisabuelo hoy no le hubieran permitido vivir como vivió: se le consideraría como un ejemplo de inmoralidad» (TBallester Filomeno [Esp. 1988]); «Se le vio [al niño] algunas veces contento» (VLlosa Tía [Perú 1977]); «Se le obligó a aceptar el régimen de encomienda» (Fuentes Ceremonias [Méx. 1989]); «En los puertos y rincones del Caribe se le conoció siempre como Wito» (Mutis Ilona [Col. 1988]); «Al rey se le veía poco» (UPietri Visita [Ven. 1990]); sin embargo, cuando el complemento directo es femenino, lo normal es usar la(s): «Se la veía muy contenta» (VLlosa Tía [Perú 1977]); aunque no faltan ejemplos de le(s): «Tan enamorada se le observaba, tan desencajadamente arrebolada se le veía» (Vergés Cenizas [R. Dom. 1980]). Se trata, pues, de un caso especial en el que se emplean desde los orígenes las formas de dativo en función de complemento directo. No obstante, muchos hablantes, conscientes de que la función que cumple el pronombre en ese tipo de oraciones es la de complemento directo, emplean en estos casos los pronombres de acusativo, uso generalizado en los países del Cono Sur: «Se lo veía zigzaguear entre los autos» (Cortázar Reunión [Arg. 1983]); «¡No se lo puede andar molestando por trivialidades!» (Magnabosco Santito [Ur. 1990]); «Nunca se lo vio ladrar ni gruñir» (Allende Casa [Chile 1982]).
http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=le
Кстати, le / les вполне можно использовать с insultar, только вот значение немного меняется, почитай по этому поводу 4. а) на том же саите.
Señora Barcelona, no es interesante copiar diccionarios. Todos tenemos diccionarios en nuestra casa, en nuestro trabajo y en la internet. No copie más y no llene el foro de cosas que no le pertenecen.
>Barcelona написал:
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>Este texto falta, suprimido por error, así como dos textos de Cóndor citando el Diccionario de Dudas de Seco.
>
>
>porque. 1. Conjunción subordinante átona que tiene los siguientes valores:
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>a) Se usa mayoritariamente como conjunción causal, para introducir la oración subordinada que expresa la causa de la acción designada por el verbo de la principal: «Me tenéis envidia porque fui la única que se casó» (MtzMediero Vacaciones [Esp. 1991]). Con este valor no se considera correcta hoy su escritura en dos palabras: «Prefiere adoptar el papel de villano por que es más efectivo» (Tiempo [Col.] 15.4.97).
>
>b) También se emplea como conjunción final, seguida de un verbo en subjuntivo, con sentido equivalente a para que: «Hará lo que pueda porque su estancia en Suecia sea feliz» (Sampedro Congreso [Esp. 1952]). En este caso se admite también su escritura en dos palabras: «Hará lo posible por que se cure» (Marías Corazón [Esp. 1992]).
>
>2. No debe confundirse la conjunción porque con las secuencias siguientes, en que aparece escrito por que en dos palabras:
>
>a) La combinación del pronombre relativo que precedido de la preposición por. Su identificación es fácil, ya que el relativo que admite la anteposición del artículo correspondiente (el, la, los, las) o puede sustituirse por otros relativos como el cual, la cual, los cuales, las cuales: «La verdadera razón por que [= por la que, por la cual] quieres quedarte es Miguel» (Allende Casa [Chile 1982]).
>
>b) La combinación de la preposición por exigida por un verbo, un sustantivo o un adjetivo, seguida de la conjunción subordinante que: «No había que preocuparse por que me volviera la destemplanza» (Mendicutti Palomo [Esp. 1991]); «Expresó su interés por que el decreto se lleve a cabo» (Abc [Esp.] 15.11.97); «Llegan incluso ansiosos por que nos lo creamos» (País [Esp.] 9.10.97).
>
>3. Tampoco debe confundirse porque, conjunción átona que se escribe sin tilde, con porqué ni con por qué (→ porqué).
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>Diccionario panhispánico de dudas ©2005
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>Barcelona написал:
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>Este texto falta, suprimido por error, así como dos textos de Cóndor citando el Diccionario de Dudas de Seco.
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>porque. 1. Conjunción subordinante átona que tiene los siguientes valores:
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>a) Se usa mayoritariamente como conjunción causal, para introducir la oración subordinada que expresa la causa de la acción designada por el verbo de la principal: «Me tenéis envidia porque fui la única que se casó» (MtzMediero Vacaciones [Esp. 1991]). Con este valor no se considera correcta hoy su escritura en dos palabras: «Prefiere adoptar el papel de villano por que es más efectivo» (Tiempo [Col.] 15.4.97).
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>b) También se emplea como conjunción final, seguida de un verbo en subjuntivo, con sentido equivalente a para que: «Hará lo que pueda porque su estancia en Suecia sea feliz» (Sampedro Congreso [Esp. 1952]). En este caso se admite también su escritura en dos palabras: «Hará lo posible por que se cure» (Marías Corazón [Esp. 1992]).
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>2. No debe confundirse la conjunción porque con las secuencias siguientes, en que aparece escrito por que en dos palabras:
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>a) La combinación del pronombre relativo que precedido de la preposición por. Su identificación es fácil, ya que el relativo que admite la anteposición del artículo correspondiente (el, la, los, las) o puede sustituirse por otros relativos como el cual, la cual, los cuales, las cuales: «La verdadera razón por que [= por la que, por la cual] quieres quedarte es Miguel» (Allende Casa [Chile 1982]).
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>b) La combinación de la preposición por exigida por un verbo, un sustantivo o un adjetivo, seguida de la conjunción subordinante que: «No había que preocuparse por que me volviera la destemplanza» (Mendicutti Palomo [Esp. 1991]); «Expresó su interés por que el decreto se lleve a cabo» (Abc [Esp.] 15.11.97); «Llegan incluso ansiosos por que nos lo creamos» (País [Esp.] 9.10.97).
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>3. Tampoco debe confundirse porque, conjunción átona que se escribe sin tilde, con porqué ni con por qué (→ porqué).
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>Diccionario panhispánico de dudas ©2005
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Me refiero a esa página. No tiene que ver con una página web de foros de coches.
http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=qu%C3%A9
Esa es la página de la Academia Real Española, DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS
qué. 1. Palabra tónica, que debe escribirse con tilde a diferencia del pronombre relativo o de la conjunción que (→ que). Tiene los siguientes valores:
1.1. Pronombre interrogativo o exclamativo, que, referido siempre a cosas, introduce enunciados interrogativos o exclamativos directos, y oraciones subordinadas interrogativas o exclamativas indirectas: «¿Qué te ha pasado?» (Ferré Batalla [P. Rico 1993]); «¡Qué me va usted a decir, si soy yo quien le aguanta!» (Sampedro Sonrisa [Esp. 1985]); «Ahora entiendo por qué aceptaste acostarte con Arturo» (Gamboa Páginas [Col. 1998]). Puede constituir por sí solo un enunciado: «—¿Sabes una cosa? —¿Qué?» (Padilla Jardín [Cuba 1981]). En estos casos, es frecuente en el habla coloquial la anteposición del artículo el: «—Germán, esto no funciona. —¿El qué?» (Marsillach Ático [Esp. 1995]); pero no es admisible en la lengua culta anteponer a este pronombre el artículo neutro lo: Marca de incorrección.«—No sé, fue un instante, un relámpago; y en ese relámpago sentí de nuevo... —¿Lo qué?» (Mahieu Gallina [Arg. 1980]). En oraciones exclamativas, seguido de la preposición de y un sustantivo, sirve para ponderar la cantidad, con sentido equivalente a cuánto: «¡Qué de risitas y de guiños tuviste que soportar!» (Savater Catón [Esp. 1989]). Este pronombre puede introducir oraciones interrogativas indirectas con verbo en infinitivo y dependientes de los verbos tener y haber: «—¿A qué te dedicas, Juanito? [...] —Hace seis meses que me arruiné en el campo, y no tengo qué hacer» (Araya Luna [Chile 1982]); «No había qué comer, para variar, pero teníamos dignidad» (Valdés Vida [Cuba 1996] 119). Este uso no ha de confundirse con las perífrasis verbales haber que o tener que seguidas de infinitivo, que expresan necesidad u obligación, en las que que es conjunción átona que debe escribirse sin tilde (→ que, 2.14): «No tienes que hacer nada» (Pedrero Invierno [Esp. 1989]); «A él no le gustaba la tragonería, pero había que comer» (GaBadell Funeral [Esp. 1975]).
1.2. Antepuesto a un sustantivo, y referido tanto a personas como a cosas, funciona como adjetivo interrogativo o exclamativo: «¿Qué documento necesita?» (Chao Altos [Méx. 1991]); «Qué mujer tan extraordinaria» (Marsé Embrujo [Esp. 1993]); «No se podía saber en qué lío estaba metida» (Belli Mujer [Nic. 1992]); «¡Y mire qué flores más lindas!» (Chase Pavo [C. Rica 1996]).
1.3. También puede funcionar como adverbio interrogativo o exclamativo, normalmente en oraciones exclamativas y antepuesto a un adjetivo o a otro adverbio: «¿Qué te importa ya eso?» (Amestoy Ederra [Esp. 1982]); «¡Qué guapo estás!» (AMillán Guardapolvo [Esp. 1990]); «¡Qué bien jugaste, mamá!» (Daneri Matar [Arg. 1981]).
1.4. Como el resto de los interrogativos, puede sustantivarse: «Un episodio en el que es necesario distinguir el qué del cómo» (Mundo [Esp.] 23.8.96). Forma parte de las locuciones nominales el qué dirán (‘la opinión de la gente’): «Los príncipes no hacen nada y si hacen algo [...] es para no aburrirse y evitar el qué dirán» (Hoy [Chile] 5-11.5.97); y un no sé qué (‘algo que no se sabe explicar’): «Los ricos tienen un no sé qué que les hace especiales» (Vanguardia [Esp.] 10.8.94).
http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=qu%C3%A9
Esa es la página de la Academia Real Española, DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS
qué. 1. Palabra tónica, que debe escribirse con tilde a diferencia del pronombre relativo o de la conjunción que (→ que). Tiene los siguientes valores:
1.1. Pronombre interrogativo o exclamativo, que, referido siempre a cosas, introduce enunciados interrogativos o exclamativos directos, y oraciones subordinadas interrogativas o exclamativas indirectas: «¿Qué te ha pasado?» (Ferré Batalla [P. Rico 1993]); «¡Qué me va usted a decir, si soy yo quien le aguanta!» (Sampedro Sonrisa [Esp. 1985]); «Ahora entiendo por qué aceptaste acostarte con Arturo» (Gamboa Páginas [Col. 1998]). Puede constituir por sí solo un enunciado: «—¿Sabes una cosa? —¿Qué?» (Padilla Jardín [Cuba 1981]). En estos casos, es frecuente en el habla coloquial la anteposición del artículo el: «—Germán, esto no funciona. —¿El qué?» (Marsillach Ático [Esp. 1995]); pero no es admisible en la lengua culta anteponer a este pronombre el artículo neutro lo: Marca de incorrección.«—No sé, fue un instante, un relámpago; y en ese relámpago sentí de nuevo... —¿Lo qué?» (Mahieu Gallina [Arg. 1980]). En oraciones exclamativas, seguido de la preposición de y un sustantivo, sirve para ponderar la cantidad, con sentido equivalente a cuánto: «¡Qué de risitas y de guiños tuviste que soportar!» (Savater Catón [Esp. 1989]). Este pronombre puede introducir oraciones interrogativas indirectas con verbo en infinitivo y dependientes de los verbos tener y haber: «—¿A qué te dedicas, Juanito? [...] —Hace seis meses que me arruiné en el campo, y no tengo qué hacer» (Araya Luna [Chile 1982]); «No había qué comer, para variar, pero teníamos dignidad» (Valdés Vida [Cuba 1996] 119). Este uso no ha de confundirse con las perífrasis verbales haber que o tener que seguidas de infinitivo, que expresan necesidad u obligación, en las que que es conjunción átona que debe escribirse sin tilde (→ que, 2.14): «No tienes que hacer nada» (Pedrero Invierno [Esp. 1989]); «A él no le gustaba la tragonería, pero había que comer» (GaBadell Funeral [Esp. 1975]).
1.2. Antepuesto a un sustantivo, y referido tanto a personas como a cosas, funciona como adjetivo interrogativo o exclamativo: «¿Qué documento necesita?» (Chao Altos [Méx. 1991]); «Qué mujer tan extraordinaria» (Marsé Embrujo [Esp. 1993]); «No se podía saber en qué lío estaba metida» (Belli Mujer [Nic. 1992]); «¡Y mire qué flores más lindas!» (Chase Pavo [C. Rica 1996]).
1.3. También puede funcionar como adverbio interrogativo o exclamativo, normalmente en oraciones exclamativas y antepuesto a un adjetivo o a otro adverbio: «¿Qué te importa ya eso?» (Amestoy Ederra [Esp. 1982]); «¡Qué guapo estás!» (AMillán Guardapolvo [Esp. 1990]); «¡Qué bien jugaste, mamá!» (Daneri Matar [Arg. 1981]).
1.4. Como el resto de los interrogativos, puede sustantivarse: «Un episodio en el que es necesario distinguir el qué del cómo» (Mundo [Esp.] 23.8.96). Forma parte de las locuciones nominales el qué dirán (‘la opinión de la gente’): «Los príncipes no hacen nada y si hacen algo [...] es para no aburrirse y evitar el qué dirán» (Hoy [Chile] 5-11.5.97); y un no sé qué (‘algo que no se sabe explicar’): «Los ricos tienen un no sé qué que les hace especiales» (Vanguardia [Esp.] 10.8.94).
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>>a) Aquel en que se utilizan solo los números del 1 al 12 y se añade, en caso de ser necesario, la indicación del tramo del día en el que se incluye la hora que se expresa: «de la mañana» (desde que sale el sol hasta el mediodía, o desde la medianoche hasta que amanece): A las nueve de la mañana hacía ya un calor insoportable; Me desperté a las tres de la mañana y ya no pude conciliar el sueño; «de la tarde» (desde el mediodía hasta que el sol se pone): Contraerán matrimonio mañana, a la una de la tarde; Falleció en su casa a las seis y cuarto de la tarde; «de la noche» (desde que anochece hasta la medianoche): No llegaron hasta pasadas las once de la noche; La puerta se cierra a las doce en punto de la noche; «de la madrugada» (desde la medianoche hasta que amanece): A las tres de la madrugada el frío era insoportable; Una llamada telefónica lo despertó a las cuatro y media de la madrugada. No es correcta la expresión *doce de la tarde, usada en lugar de doce de la mañana, del día o del mediodía. (continua)
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>El modelo de doce horas es el más utilizado cuando la hora se escribe con letras, y el más común en textos literarios y periodísticos. No obstante, este sistema también puede utilizarse si se opta por escribir la hora con cifras; pero, en ese caso, para evitar ambigüedades, deben emplearse, tras los números, las abreviaturas a. m. (del lat. ante merídiem ‘antes del mediodía’) y p. m. (del lat. post merídiem ‘después del mediodía’): 5.30 a. m. (‘cinco de la mañana o de la madrugada’) y 5.30 p. m. (‘cinco de la tarde’). Para las doce de la mañana se recomienda el empleo de la abreviatura m. (del lat. meridies ‘mediodía’): «Estudiantes con carné, gratis antes de las 12 m.» (Tiempo [Col.] 28.4.97).
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b) Opcionalmente, puede emplearse tras las cifras el símbolo h (‘hora’), que, como todos los símbolos, debe escribirse sin punto (salvo, naturalmente, que se trate del punto que marca el final del enunciado): 17.30 h o 17:30 h. También es posible desglosar la mención de horas y minutos, e incluso segundos, utilizando para ello los símbolos correspondientes: La bomba se lanzó a las 15 h 24 min 12 s en un remoto paraje de Siberia. Este desglose es más común cuando se quiere expresar no tanto el momento en que ocurre un hecho, como su duración, especialmente en contextos científicos, deportivos y cualesquiera otros en que la precisión es esencial: El período de rotación de Marte es de 24 h 37 min 23 s; El primer clasificado hizo un tiempo de 13 h 35 min 14 s; El tiempo de cocción es de 2 h 40 min.
c) Las horas en punto se expresan mediante dos ceros en el lugar que corresponde a los minutos: 22.00 o 22:00. Pueden omitirse los dos ceros si tras la indicación de la hora se escribe el símbolo h. El acto comenzará a las 22 h.
d) Cuando se utilicen las abreviaturas a. m., m. y p. m., no debe usarse, además, el símbolo h, por ser evidente que se trata de una referencia horaria. Lo correcto es escribir 17.30 h, 5.30 p. m. (o 17:30 h, 5:30 p. m.).
¿Sabía usted cómo son las cosas en "las isla de la libertad"?
"Rolando Colón, 48 años, chofer de un taxi particular está que trina. “Socio, es que no hay ni sal. Si a esto le añades que en el mercado estatal o en el negro tampoco hay aceite, arroz o pollo, entonces ya tenemos montado el drama. Todos los días salgo a manejar 12 horas y con dinero en mano no puedo comprar absolutamente nada, sólo algo de pescado, que de comerlo tanto creo que me van a salir escamas”, expresa de forma apasionada el taxista habanero.
Todos se quejan. Los alimentos esenciales han elevados sus precios en el mercado clandestino. El arroz, de 4.50 pesos (30 centavos de dólar) subió a 8 pesos (50 centavos de dólar) y la sal de 5 pesos a 10 una bolsa de un kilo. La carne de res y el pollo están desaparecidos en combate. El malestar en Cuba por lo arduo que resulta conseguir alimentos tiene a las personas con dolores de cabeza. No es para menos. Llevar un poco de comida a la mesa es una misión casi imposible.
Si tienes moneda dura tu suerte cambia. En las tiendas exclusivas en divisas aún se puede comprar carne, pollo, pescado, aceite. Pero los precios están por las nubes.
Un kilo de corte de filete de res supera los 22 pesos cubanos convertibles o cuc (530 pesos o 20 dólares); el de queso gouda 11 cuc (264 pesos o 10 dólares; un pedazo de jamón que está lejos de ser el de Jabugo, casi 10 cuc (240 pesos o 8 dólares). Y sigo con las cifras.
Un kilo de pescado ronda los 8 cuc (7 dólares o 200 pesos); el litro de aceite vegetal 2.15 cuc, el más barato (50 pesos o 2 dólares), y si le gusta la dieta mediterránea, entonces tiene que gastar una pasta, pues el litro de aceite de oliva cuesta 7.20 cuc (175 pesos o 6 dólares).
Carlos Henaldo, turista español, no puede creerlo. “Tío, es que la comida en La Habana es más cara que en Nueva York, joder ¿cómo cenan ustedes?”, señala con cierta intriga.
La respuesta se la puede dar Josefa Canales, 64 años, ama de casa. “Inventando, cada nuevo día que empieza, me siento con las dos manos en la cabeza y me pregunto ¿qué carajo vamos a comer hoy? Luego me calmo, y me pongo a improvisar. Mire usted, mis tres hijas y mi yerno, que tiene parientes en el extranjero, me dan mensualmente más de 120 cuc (100 dólares o 3 mil pesos) para comprar alimentos".
"El problema no es sólo de dinero. Es que en el mercado estatal en pesos apenas hay nada, y cuando llegan naranjas, papas o carne de cerdo, las colas son muy largas. Por supuesto, no puedo gastar toda la plata en comprar alimentos en divisas, pues no me alcanzaría para el mes completo. Si esto sucede en mi casa, donde tenemos una entrada de dinero superior a la media en Cuba, me imagino lo difícil que la deben estar pasando las personas que viven de su salario”, explica Josefa con una lógica contundente.
Otras familias como la de Donato Méndez, 56 años, obrero de una fábrica de acero y padre de dos hijos, se aprietan el cinturón y nada más pueden hacer una comida caliente al día. “Desayunamos café y un panecillo, a mí y a mi esposa ya no nos dan almuerzo en el trabajo. Con los 15 pesos que dan para almorzar, compramos huevos, pan o tomates para la cena, muy pocas veces carne de cerdo. Mis hijos cuando vienen de la Universidad siempre vienen hambrientos, para que calmen el apetito, les damos pan con tortilla y en la cena mucho arroz, frijoles, ensalada, si hay, y de vez en cuando, algo de carne”, señala Donato, un negro de manos grandes y callosas.
Como promedio, en la isla una familia se gasta el 80 por ciento que gana o recibe en comer. Y ni así uno puede asegurar que cenará lo que le apetezca. Si tienes familia al otro lado del charco, entonces comes un poco mejor, pero también tienes que destinar la mayor parte de los dólares a los alimentos.
La alimentación es y ha sido el gran problema sin resolver del gobierno de los hermanos Castro en más de 50 años. Su asignatura suspensa. En Cuba se vive para comer. Nada del otro mundo. Lo que se pueda." La ortografía y los giros gramaticales y léxicos del original se han conservado.
"Rolando Colón, 48 años, chofer de un taxi particular está que trina. “Socio, es que no hay ni sal. Si a esto le añades que en el mercado estatal o en el negro tampoco hay aceite, arroz o pollo, entonces ya tenemos montado el drama. Todos los días salgo a manejar 12 horas y con dinero en mano no puedo comprar absolutamente nada, sólo algo de pescado, que de comerlo tanto creo que me van a salir escamas”, expresa de forma apasionada el taxista habanero.
Todos se quejan. Los alimentos esenciales han elevados sus precios en el mercado clandestino. El arroz, de 4.50 pesos (30 centavos de dólar) subió a 8 pesos (50 centavos de dólar) y la sal de 5 pesos a 10 una bolsa de un kilo. La carne de res y el pollo están desaparecidos en combate. El malestar en Cuba por lo arduo que resulta conseguir alimentos tiene a las personas con dolores de cabeza. No es para menos. Llevar un poco de comida a la mesa es una misión casi imposible.
Si tienes moneda dura tu suerte cambia. En las tiendas exclusivas en divisas aún se puede comprar carne, pollo, pescado, aceite. Pero los precios están por las nubes.
Un kilo de corte de filete de res supera los 22 pesos cubanos convertibles o cuc (530 pesos o 20 dólares); el de queso gouda 11 cuc (264 pesos o 10 dólares; un pedazo de jamón que está lejos de ser el de Jabugo, casi 10 cuc (240 pesos o 8 dólares). Y sigo con las cifras.
Un kilo de pescado ronda los 8 cuc (7 dólares o 200 pesos); el litro de aceite vegetal 2.15 cuc, el más barato (50 pesos o 2 dólares), y si le gusta la dieta mediterránea, entonces tiene que gastar una pasta, pues el litro de aceite de oliva cuesta 7.20 cuc (175 pesos o 6 dólares).
Carlos Henaldo, turista español, no puede creerlo. “Tío, es que la comida en La Habana es más cara que en Nueva York, joder ¿cómo cenan ustedes?”, señala con cierta intriga.
La respuesta se la puede dar Josefa Canales, 64 años, ama de casa. “Inventando, cada nuevo día que empieza, me siento con las dos manos en la cabeza y me pregunto ¿qué carajo vamos a comer hoy? Luego me calmo, y me pongo a improvisar. Mire usted, mis tres hijas y mi yerno, que tiene parientes en el extranjero, me dan mensualmente más de 120 cuc (100 dólares o 3 mil pesos) para comprar alimentos".
"El problema no es sólo de dinero. Es que en el mercado estatal en pesos apenas hay nada, y cuando llegan naranjas, papas o carne de cerdo, las colas son muy largas. Por supuesto, no puedo gastar toda la plata en comprar alimentos en divisas, pues no me alcanzaría para el mes completo. Si esto sucede en mi casa, donde tenemos una entrada de dinero superior a la media en Cuba, me imagino lo difícil que la deben estar pasando las personas que viven de su salario”, explica Josefa con una lógica contundente.
Otras familias como la de Donato Méndez, 56 años, obrero de una fábrica de acero y padre de dos hijos, se aprietan el cinturón y nada más pueden hacer una comida caliente al día. “Desayunamos café y un panecillo, a mí y a mi esposa ya no nos dan almuerzo en el trabajo. Con los 15 pesos que dan para almorzar, compramos huevos, pan o tomates para la cena, muy pocas veces carne de cerdo. Mis hijos cuando vienen de la Universidad siempre vienen hambrientos, para que calmen el apetito, les damos pan con tortilla y en la cena mucho arroz, frijoles, ensalada, si hay, y de vez en cuando, algo de carne”, señala Donato, un negro de manos grandes y callosas.
Como promedio, en la isla una familia se gasta el 80 por ciento que gana o recibe en comer. Y ni así uno puede asegurar que cenará lo que le apetezca. Si tienes familia al otro lado del charco, entonces comes un poco mejor, pero también tienes que destinar la mayor parte de los dólares a los alimentos.
La alimentación es y ha sido el gran problema sin resolver del gobierno de los hermanos Castro en más de 50 años. Su asignatura suspensa. En Cuba se vive para comer. Nada del otro mundo. Lo que se pueda." La ortografía y los giros gramaticales y léxicos del original se han conservado.
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