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С другой стороны, Лена Прекрасная, я обратил внимание на твою цитату насчёт "trasno":
Marcial Valladares Núñez (1884):
Diccionario gallego-castellano, Santiago, Imp. Seminario Conciliar
TRASNO
......por su especial complacencia algunas veces en andar á trastazos con los hombres, atormentar á LAS GENTES y hacer mal á los criados....
Интересно то, что испанцы, насколько мне известно, никогда не употребляют слово "gente"(люди) во множественном числе - las gentes. В отличие от этого, в некоторых странах Южной Америки мы можем наблюдать это явление.
"El caso de «gente», como ya dijimos, es muy distinto. «Gente», sustantivo común, tiene numerosas acepciones. De ellas nos interesa hoy la primera, que es la forma de llamar de manera genérica a las personas: «Pluralidad de personas», dice el DRAE. Es decir, «gente» es, en primer lugar, un nombre genérico con el que se designa a una pluralidad de personas. Ésta puede ser total, refiriéndose a todos los seres humanos, como cuando decimos «La gente es muy voluble», «No se puede confiar en la gente», etc. Es como si dijésemos «Los seres humanos son muy volubles» o «No se puede confiar en los seres humanos». Pero «gente» puede ser también una pluralidad parcial, es decir, referirse sólo a un determinado conjunto de personas, como cuando estamos a la espera de un grupo de individuos, y en un momento dado preguntamos: «¿Ya llegó la gente?», o «¿Ya está toda la gente?». En estos casos se trata de una pluralidad de personas, pero no de todas las personas que forman el género humano, sino de un grupo determinado.
Ahora bien, en el mismo DRAE hallamos otra acepción, en la cual «gente» designa a cada persona en particular. El DRAE registra esta acepción como propia de algunos países hispanoamericanos: «En algunos países de América, persona, individuo». Es decir, el DRAE da a «gente» como sinónimo de «individuo» y de «persona», pero con un ámbito geográfico restringido, de «algunos países de América». No sabemos cuáles son esos países, pero Venezuela es uno de ellos. Otro, seguramente, es Argentina, pues en un texto de Domingo F. Sarmiento leemos: «Este es el estado de nuestras gentes, duchos en la discusión, rebeldes en la práctica». El mismo uso lo hallamos en el venezolano Mariano Picón Salas: «...las asoleadas y perezosas gentes latinas...».
Marcial Valladares Núñez (1884):
Diccionario gallego-castellano, Santiago, Imp. Seminario Conciliar
TRASNO
......por su especial complacencia algunas veces en andar á trastazos con los hombres, atormentar á LAS GENTES y hacer mal á los criados....
Интересно то, что испанцы, насколько мне известно, никогда не употребляют слово "gente"(люди) во множественном числе - las gentes. В отличие от этого, в некоторых странах Южной Америки мы можем наблюдать это явление.
"El caso de «gente», como ya dijimos, es muy distinto. «Gente», sustantivo común, tiene numerosas acepciones. De ellas nos interesa hoy la primera, que es la forma de llamar de manera genérica a las personas: «Pluralidad de personas», dice el DRAE. Es decir, «gente» es, en primer lugar, un nombre genérico con el que se designa a una pluralidad de personas. Ésta puede ser total, refiriéndose a todos los seres humanos, como cuando decimos «La gente es muy voluble», «No se puede confiar en la gente», etc. Es como si dijésemos «Los seres humanos son muy volubles» o «No se puede confiar en los seres humanos». Pero «gente» puede ser también una pluralidad parcial, es decir, referirse sólo a un determinado conjunto de personas, como cuando estamos a la espera de un grupo de individuos, y en un momento dado preguntamos: «¿Ya llegó la gente?», o «¿Ya está toda la gente?». En estos casos se trata de una pluralidad de personas, pero no de todas las personas que forman el género humano, sino de un grupo determinado.
Ahora bien, en el mismo DRAE hallamos otra acepción, en la cual «gente» designa a cada persona en particular. El DRAE registra esta acepción como propia de algunos países hispanoamericanos: «En algunos países de América, persona, individuo». Es decir, el DRAE da a «gente» como sinónimo de «individuo» y de «persona», pero con un ámbito geográfico restringido, de «algunos países de América». No sabemos cuáles son esos países, pero Venezuela es uno de ellos. Otro, seguramente, es Argentina, pues en un texto de Domingo F. Sarmiento leemos: «Este es el estado de nuestras gentes, duchos en la discusión, rebeldes en la práctica». El mismo uso lo hallamos en el venezolano Mariano Picón Salas: «...las asoleadas y perezosas gentes latinas...».
>Дон Гуапо написал:
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>Adonde - имеет две формы написания.
>1. Adonde, когда употребляется с антеседентом.
>Ya puede verse en el horizonte la isla adonde nos dirigimos.
No, no se debe usar NECESARIAMENTE con un antecedente explícito, ya que el adverbio adonde ya tiene un antecendente implícito correspondiente a '(al) lugar (donde)'.
También véanse la entrada → donde en el DPD :
donde (= el sitio donde, el lugar donde, etc.)
"2. [...] La preposición A puede soldarse a este adverbio, dando lugar a la forma ADONDE (→ adonde): «Llévame adonde tú vayas» (Omar Hoy [Esp. 1989]).
3. Cuando el verbo implica movimiento, para indicar destino, pueden emplearse las formas A DONDE (o ADONDE; → adonde, 1) y DONDE: Iré a donde tú vayas / Iré donde tú vayas; La casa adonde te llevo está cerca / La casa donde te llevo está cerca."
http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=donde
"adonde. 1. Adverbio relativo de lugar que expresa la dirección de un movimiento. Es palabra átona y por ello se escribe sin tilde, a diferencia del adverbio interrogativo o exclamativo adónde (→ adónde). Funciona, a modo de conjunción, introduciendo oraciones de relativo CON ANTECEDENTE o SIN ÉL: «Desciende a los infiernos, ADONDE va a buscarlo la Diosa Madre» (Cousté Biografía [Arg. 1978]); «Regresamos ADONDE nos esperaba el taxi» (VLlosa Tía [Perú 1977]). TAMBIÉN PUEDE ESCRIBIRSE EN DOS PALABRAS: A DONDE. Aunque hasta ahora se venía recomendando un uso especializado de ambas grafías: adonde —con o sin antecedente expreso— y a donde —sin antecedente expreso—, esta recomendación no ha cuajado en el uso y hoy se admite como correcto el empleo indistinto de ambas formas: «Esperamos nerviosos el mediodía en el lugar a donde hemos sido conducidos» (Laín Descargo [Esp. 1976]); «Vaya a donde quiera, descanse» (Andrade Dios [Arg. 1993])."
>Дон Гуапо написал:
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>Вопросительное же наречие adónde пишется всегда слитно и только с глаголами движения.
No, no se debe escribir adónde siempre en una palabra. Vénse la entrada → adónde en el DPD:
adónde. 1. Adverbio interrogativo o exclamativo que significa ‘a qué lugar’. Es tónico y por ello se escribe con tilde, a diferencia del adverbio relativo adonde (→ adonde). Introduce enunciados interrogativos o exclamativos directos y subordinadas interrogativas o exclamativas indirectas: «¿Y adónde llegaremos?» (Ocampo Cornelia [Arg. 1988]); «¡Adónde vamos a ir a parar, señores!» (Cossa Criado [Arg. 1986]); «No sé adónde ir» (NHerald [EE. UU.] 9.4.97); ¡Mira adónde nos ha llevado tu intransigencia! No hay razones para censurar la escritura de este adverbio en dos palabras, documentada desde siempre en todo tipo de textos; así pues, son igualmente aceptables las grafías adónde y a dónde: «Esas seducciones, ¿qué significaban, a dónde conducían?» (Edwards Anfitrión [Chile 1987]); «No sé a dónde queréis llegar los dos» (BVallejo Trampas [Esp. 1994]).
http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=adónde
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>Adonde - имеет две формы написания.
>1. Adonde, когда употребляется с антеседентом.
>Ya puede verse en el horizonte la isla adonde nos dirigimos.
No, no se debe usar NECESARIAMENTE con un antecedente explícito, ya que el adverbio adonde ya tiene un antecendente implícito correspondiente a '(al) lugar (donde)'.
También véanse la entrada → donde en el DPD :
donde (= el sitio donde, el lugar donde, etc.)
"2. [...] La preposición A puede soldarse a este adverbio, dando lugar a la forma ADONDE (→ adonde): «Llévame adonde tú vayas» (Omar Hoy [Esp. 1989]).
3. Cuando el verbo implica movimiento, para indicar destino, pueden emplearse las formas A DONDE (o ADONDE; → adonde, 1) y DONDE: Iré a donde tú vayas / Iré donde tú vayas; La casa adonde te llevo está cerca / La casa donde te llevo está cerca."
http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=donde
"adonde. 1. Adverbio relativo de lugar que expresa la dirección de un movimiento. Es palabra átona y por ello se escribe sin tilde, a diferencia del adverbio interrogativo o exclamativo adónde (→ adónde). Funciona, a modo de conjunción, introduciendo oraciones de relativo CON ANTECEDENTE o SIN ÉL: «Desciende a los infiernos, ADONDE va a buscarlo la Diosa Madre» (Cousté Biografía [Arg. 1978]); «Regresamos ADONDE nos esperaba el taxi» (VLlosa Tía [Perú 1977]). TAMBIÉN PUEDE ESCRIBIRSE EN DOS PALABRAS: A DONDE. Aunque hasta ahora se venía recomendando un uso especializado de ambas grafías: adonde —con o sin antecedente expreso— y a donde —sin antecedente expreso—, esta recomendación no ha cuajado en el uso y hoy se admite como correcto el empleo indistinto de ambas formas: «Esperamos nerviosos el mediodía en el lugar a donde hemos sido conducidos» (Laín Descargo [Esp. 1976]); «Vaya a donde quiera, descanse» (Andrade Dios [Arg. 1993])."
>Дон Гуапо написал:
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>Вопросительное же наречие adónde пишется всегда слитно и только с глаголами движения.
No, no se debe escribir adónde siempre en una palabra. Vénse la entrada → adónde en el DPD:
adónde. 1. Adverbio interrogativo o exclamativo que significa ‘a qué lugar’. Es tónico y por ello se escribe con tilde, a diferencia del adverbio relativo adonde (→ adonde). Introduce enunciados interrogativos o exclamativos directos y subordinadas interrogativas o exclamativas indirectas: «¿Y adónde llegaremos?» (Ocampo Cornelia [Arg. 1988]); «¡Adónde vamos a ir a parar, señores!» (Cossa Criado [Arg. 1986]); «No sé adónde ir» (NHerald [EE. UU.] 9.4.97); ¡Mira adónde nos ha llevado tu intransigencia! No hay razones para censurar la escritura de este adverbio en dos palabras, documentada desde siempre en todo tipo de textos; así pues, son igualmente aceptables las grafías adónde y a dónde: «Esas seducciones, ¿qué significaban, a dónde conducían?» (Edwards Anfitrión [Chile 1987]); «No sé a dónde queréis llegar los dos» (BVallejo Trampas [Esp. 1994]).
http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=adónde
Origen europeo, liberal y antiespañol de las corridas de toros
por Ernesto Giménez Caballero
".....Bárbaro turista, escucha bien (te llamo bárbaro porque todo turismo es barbarie), escucha bien:
Yo acepto que las corridas de toros tienen una modalidad brutal, repugnante, plebeya, soez, intolerable.
Yo protesto con más energía que tú, con más coraje que tú, bárbaro turista, contra el sacrificio triste y ridículo de caballos famélicos e inservibles.
Yo me indigno, con indignación pura, testicular, superior a la tuya, lacrimosa de bárbaro sentimental, contra el mucho martirio innecesario que se hace al nobilísimo toro en las corridas.
Ahora bien: Si yo acepto el plebeyismo, la crueldad, la estupidez y la vileza en las corridas de toros, es con una condición imprescindible: la de que tú me reconozcas y aceptes, bárbaro turista, de que esa parte vulgar y soez de las corridas de toros no es española. Sino europea. Archieuropea. Tuya.
Escucha bien:
Las corridas de toros deben su aplebeyamiento actual a la Europa moderna, a esa de la Reforma, a la de los Derechos del Hombre, a la Revolución francesa, a la burguesía liberal del siglo XIX; es decir, a ti, bárbaro turista.
La suerte –suerte bellaca y vil– del picador, del «nuevo caballero»
Las corridas de toros no eran en España una fiesta «nacional y romántica» hasta el siglo XIX. Hasta que la nobleza caballeresca fué desposeída por la burguesía, gracias al movimiento de la Francia napoleónica y de la Inglaterra liberal. Hasta esa época, la fiesta de toros constituyó en España un deporte noble, de caballeros, ligado a un culto popular y milenario, casi divino, por el toro: animal sagrado en la mitología ibérica, mediterránea, antigua.
El caballero toreaba a caballo, ayudado por criados y servidores, ante damas ilustres, ante los monarcas. La fiesta de lancear toros era en la España heroica del seiscientos un sucedáneo viril de la guerra. (Ya lo vió Goya. ¡Goya, vértice de España, entre dos mundos, el noble y el liberal!) Ahora bien: la Revolución francesa derrocó al caballero y lo bajó del caballo, poniendo en su lugar al criado, a la chusma plebeya, cruel, que antes permanecía disciplinada en segundo término. Ese fué el origen histórico del repugnante «picador». El cual, en su odio al caballo como animal aristocrático, no vaciló en entregarle indefenso a las astas del toro.
Del mismo modo se origina el «torero» profesional, especie hispánica que no existió hasta la España moderna. Este «torero» no pudo evitar la parte vil y brutal que le daba la clase social ineducada, violenta, antiintelectual.
Las corridas de toros cristalizan en España como espectáculo nacional al mismo compás que el sistema parlamentario. (Raro era el diputado que no llegaba tarde al Parlamento en día de toros por asistir a la corrida.)
No es, pues, a la España genuina, jerárquica, humana y heroica del seiscientos a la que hay que culpar de la barbarie de las corridas, sino a la España europeizante, burguesa y mixtificada del siglo XIX. No a la cruel España, sino a la Europa humanitaria. A Francia, a los anglosajones: esa Europa que nos envilece y luego nos insulta, a los españoles.
.......
Creador el toro de nuestra fiesta más potente y fuerte –la más potente y fuerte del mundo actual–, hecha con sangre, muerte y sol, al gran estilo antiguo. Esa fiesta que «es un baño de juventud, de la más joven juventud vecina todavía de la animalidad» –como dijo Mauricio Barrès–. Si se salvan y se salvarán las fiestas de toros en España, es porque, en el fondo, constituyen todavía nuestro más alto mito, nuestro sacrificio religioso más profundo. El sacrificio del dios por mano de un sacerdote: el torero ante una concurrencia estremecida de fieles palpitantes. El toro es el mito trágico de España –como diría Nietzche–. Por eso ha llegado a sublimar hasta el cruel y vulgar de su fiesta. Por eso el torero adquiere a veces calidades heroicas, de alta estirpe humana –en su lucha con el toro.
..........."
por Ernesto Giménez Caballero
".....Bárbaro turista, escucha bien (te llamo bárbaro porque todo turismo es barbarie), escucha bien:
Yo acepto que las corridas de toros tienen una modalidad brutal, repugnante, plebeya, soez, intolerable.
Yo protesto con más energía que tú, con más coraje que tú, bárbaro turista, contra el sacrificio triste y ridículo de caballos famélicos e inservibles.
Yo me indigno, con indignación pura, testicular, superior a la tuya, lacrimosa de bárbaro sentimental, contra el mucho martirio innecesario que se hace al nobilísimo toro en las corridas.
Ahora bien: Si yo acepto el plebeyismo, la crueldad, la estupidez y la vileza en las corridas de toros, es con una condición imprescindible: la de que tú me reconozcas y aceptes, bárbaro turista, de que esa parte vulgar y soez de las corridas de toros no es española. Sino europea. Archieuropea. Tuya.
Escucha bien:
Las corridas de toros deben su aplebeyamiento actual a la Europa moderna, a esa de la Reforma, a la de los Derechos del Hombre, a la Revolución francesa, a la burguesía liberal del siglo XIX; es decir, a ti, bárbaro turista.
La suerte –suerte bellaca y vil– del picador, del «nuevo caballero»
Las corridas de toros no eran en España una fiesta «nacional y romántica» hasta el siglo XIX. Hasta que la nobleza caballeresca fué desposeída por la burguesía, gracias al movimiento de la Francia napoleónica y de la Inglaterra liberal. Hasta esa época, la fiesta de toros constituyó en España un deporte noble, de caballeros, ligado a un culto popular y milenario, casi divino, por el toro: animal sagrado en la mitología ibérica, mediterránea, antigua.
El caballero toreaba a caballo, ayudado por criados y servidores, ante damas ilustres, ante los monarcas. La fiesta de lancear toros era en la España heroica del seiscientos un sucedáneo viril de la guerra. (Ya lo vió Goya. ¡Goya, vértice de España, entre dos mundos, el noble y el liberal!) Ahora bien: la Revolución francesa derrocó al caballero y lo bajó del caballo, poniendo en su lugar al criado, a la chusma plebeya, cruel, que antes permanecía disciplinada en segundo término. Ese fué el origen histórico del repugnante «picador». El cual, en su odio al caballo como animal aristocrático, no vaciló en entregarle indefenso a las astas del toro.
Del mismo modo se origina el «torero» profesional, especie hispánica que no existió hasta la España moderna. Este «torero» no pudo evitar la parte vil y brutal que le daba la clase social ineducada, violenta, antiintelectual.
Las corridas de toros cristalizan en España como espectáculo nacional al mismo compás que el sistema parlamentario. (Raro era el diputado que no llegaba tarde al Parlamento en día de toros por asistir a la corrida.)
No es, pues, a la España genuina, jerárquica, humana y heroica del seiscientos a la que hay que culpar de la barbarie de las corridas, sino a la España europeizante, burguesa y mixtificada del siglo XIX. No a la cruel España, sino a la Europa humanitaria. A Francia, a los anglosajones: esa Europa que nos envilece y luego nos insulta, a los españoles.
.......
Creador el toro de nuestra fiesta más potente y fuerte –la más potente y fuerte del mundo actual–, hecha con sangre, muerte y sol, al gran estilo antiguo. Esa fiesta que «es un baño de juventud, de la más joven juventud vecina todavía de la animalidad» –como dijo Mauricio Barrès–. Si se salvan y se salvarán las fiestas de toros en España, es porque, en el fondo, constituyen todavía nuestro más alto mito, nuestro sacrificio religioso más profundo. El sacrificio del dios por mano de un sacerdote: el torero ante una concurrencia estremecida de fieles palpitantes. El toro es el mito trágico de España –como diría Nietzche–. Por eso ha llegado a sublimar hasta el cruel y vulgar de su fiesta. Por eso el torero adquiere a veces calidades heroicas, de alta estirpe humana –en su lucha con el toro.
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