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Хмм.. Ну, раз нужен, то "cerrojo levadizo/ deslizante".
El cerrojo levadizo (también conocido como cerrojo deslizante) es principalmente empleado en armas monotiro y consiste en un bloque de metal sólido que se desliza verticalmente en entalles de la recámara del arma, siendo accionado por una palanca.
Cuando está en posición superior, cierra la recámara y resiste la fuerza del retroceso. En la posición inferior deja la recámara abierta, para poder recargarla con un cartucho. Tras la recarga, la palanca empuja el cerrojo a la posición superior para cerrar y sellar la recámara. Es una acción muy resistente; cuando la recámara se cierra, el cajón de mecanismos se transforma en una sola pieza de acero (al contrario de otras acciones que se basan en tetones para cerrar la recámara). Este tipo de cerrojo es empleado en artillería pesada, al igual que en armas ligeras.
Los fusiles que emplean este tipo de cerrojo incluyen al Comblain M1870 belga, el Mylonas M1872 griego, el Sharps, el Farquharson, el Stevens 1890, el Sharps-Borchardt Modelo 1878, el Winchester Modelo 1885, el Browning M78 y el Ruger No. 1. Los fusiles militares de cerrojo levadizo fueron usuales en el siglo XIX. Pero fueron reemplazados por los fusiles de cerrojo, que tenían una mayor cadencia de disparo y se recargaban desde un depósito interno fijo.
Al igual que las piezas de artillería, los fusiles de cerrojo levadizo todavía se fabrican y son empleados para cacería, tiro al blanco y como escopetas industriales (calibre 8) para deshollinar chimeneas de calderas.
El cerrojo levadizo está estrechamente vinculado con el fusil Martini-Henry, la acción Peabody (similar a este, pero no idéntica con la del Martini-Henry), la acción Ballard y el fusil Krag-Petersson (que es de repetición), que emplea un cerrojo pivotante en lugar de uno levadizo.
El cerrojo levadizo (también conocido como cerrojo deslizante) es principalmente empleado en armas monotiro y consiste en un bloque de metal sólido que se desliza verticalmente en entalles de la recámara del arma, siendo accionado por una palanca.
Cuando está en posición superior, cierra la recámara y resiste la fuerza del retroceso. En la posición inferior deja la recámara abierta, para poder recargarla con un cartucho. Tras la recarga, la palanca empuja el cerrojo a la posición superior para cerrar y sellar la recámara. Es una acción muy resistente; cuando la recámara se cierra, el cajón de mecanismos se transforma en una sola pieza de acero (al contrario de otras acciones que se basan en tetones para cerrar la recámara). Este tipo de cerrojo es empleado en artillería pesada, al igual que en armas ligeras.
Los fusiles que emplean este tipo de cerrojo incluyen al Comblain M1870 belga, el Mylonas M1872 griego, el Sharps, el Farquharson, el Stevens 1890, el Sharps-Borchardt Modelo 1878, el Winchester Modelo 1885, el Browning M78 y el Ruger No. 1. Los fusiles militares de cerrojo levadizo fueron usuales en el siglo XIX. Pero fueron reemplazados por los fusiles de cerrojo, que tenían una mayor cadencia de disparo y se recargaban desde un depósito interno fijo.
Al igual que las piezas de artillería, los fusiles de cerrojo levadizo todavía se fabrican y son empleados para cacería, tiro al blanco y como escopetas industriales (calibre 8) para deshollinar chimeneas de calderas.
El cerrojo levadizo está estrechamente vinculado con el fusil Martini-Henry, la acción Peabody (similar a este, pero no idéntica con la del Martini-Henry), la acción Ballard y el fusil Krag-Petersson (que es de repetición), que emplea un cerrojo pivotante en lugar de uno levadizo.
Va un tio a la panaderia y pide 2 barras de pan, y le dice al panadero: si tienes huevos deme una docena. y va el panadero y le da 12 barras de pan
-Mama, mama, ¿porque me das turrón en verano?
.
.
.
.
-Porque con el cáncer que tienes, no llegas al invierno!! (con este flipo o_0)
¿Cómo castiga una madre a su hija ciega cuando se porta mal? Cambiando los muebles de sitio.
-Jajaja doctor que era lo que tenia? Sagitario o tauro o algo de eso no?
-Cancer gilipollas, cáncer....
- Jaimito estaba sentado en clase, haciendo problemas de matemática, Cuando su profesora le dice:
- Hagamos un ejercicio deductivo... supongamos que hay cinco pájaros parados en un arbusto y le disparas a uno con una pistola, ¿Cuántos pájaros quedarían?
- Ninguno - replica Jaimito - porque uno moriría y los otros saldrían volando.
- Bueno, la respuesta no era esa - dice la maestra- quedan cuatro ¡pero me encanta tu manera de
pensar! Jaimito, algo humillado por el comentario, decide dar su merecido a la docente y dice:
- Tengo una pregunta de esas deductivas para usted, señorita.
- Si hay tres mujeres sentadas en un banco de la plaza comiéndose un helado, la primera lo está lamiendo, la segunda lo está mordiendo y la tercera lo está chupando, ¿cuál de ellas está casada?
- La profesora se sonroja y contesta tímidamente:
- Bueno, no estoy segura...supongo que la que lo está chupando.
- No - dice Jaimito- La respuesta no era esa... La casada es la que lleva el anillo de bodas en el dedo, pero me encanta su manera de pensar.
¿Es cierto que usted el día de los hechos se cagó en los muertos del denunciante, en toda su puta familia, en la perra de su madre y en el hijo puta de su padre, al igual que en toda la corte celestial?
Respuesta del Acusado:
-No, es falso... Yo estaba tranquilamente trabajando en la fundición y entonces le dije: "Antonio, por Dios, ¿no te das cuenta de que me has echado todo el acero fundido por la espalda y que es una sensación muy desagradable?
-Mama, mama, ¿porque me das turrón en verano?
.
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-Porque con el cáncer que tienes, no llegas al invierno!! (con este flipo o_0)
¿Cómo castiga una madre a su hija ciega cuando se porta mal? Cambiando los muebles de sitio.
-Jajaja doctor que era lo que tenia? Sagitario o tauro o algo de eso no?
-Cancer gilipollas, cáncer....
- Jaimito estaba sentado en clase, haciendo problemas de matemática, Cuando su profesora le dice:
- Hagamos un ejercicio deductivo... supongamos que hay cinco pájaros parados en un arbusto y le disparas a uno con una pistola, ¿Cuántos pájaros quedarían?
- Ninguno - replica Jaimito - porque uno moriría y los otros saldrían volando.
- Bueno, la respuesta no era esa - dice la maestra- quedan cuatro ¡pero me encanta tu manera de
pensar! Jaimito, algo humillado por el comentario, decide dar su merecido a la docente y dice:
- Tengo una pregunta de esas deductivas para usted, señorita.
- Si hay tres mujeres sentadas en un banco de la plaza comiéndose un helado, la primera lo está lamiendo, la segunda lo está mordiendo y la tercera lo está chupando, ¿cuál de ellas está casada?
- La profesora se sonroja y contesta tímidamente:
- Bueno, no estoy segura...supongo que la que lo está chupando.
- No - dice Jaimito- La respuesta no era esa... La casada es la que lleva el anillo de bodas en el dedo, pero me encanta su manera de pensar.
¿Es cierto que usted el día de los hechos se cagó en los muertos del denunciante, en toda su puta familia, en la perra de su madre y en el hijo puta de su padre, al igual que en toda la corte celestial?
Respuesta del Acusado:
-No, es falso... Yo estaba tranquilamente trabajando en la fundición y entonces le dije: "Antonio, por Dios, ¿no te das cuenta de que me has echado todo el acero fundido por la espalda y que es una sensación muy desagradable?
Los que trabajamos de cara al público sabemos de la importancia de ser amables y parecer educados; seguimos insistiendo en dar los buenos días, en pedir las cosas por favor y en decir gracias. Pero para nuestra sorpresa, cada vez es más frecuente que los propios compañeros de oficio, ocupados en otros menesteres, se muestren contaminados por la rudeza, relajando su disciplina cortés y dejando a las claras su mala educación, la cual choca de frente con la actitud gentil, con la encomiable tenacidad que caracteriza al profesional del protocolo y las relaciones públicas, a la hora de desasnar al españolito que precisa de un cursillo acelerado de educación cívica. Es lo que tiene el poder, que convierte a algunos "don nadie" -de naturaleza sibilina- en tordos, en ejemplos de maldicientes que se preocupan que no medren los de su oficio, mostrándose ante la posible valía de sus iguales inseguros, por lo que abusan de la sonrisa melindre para enmarcar las falacias que tejen en torno a sus víctimas.
En no sé qué momento de nuestra reciente historia se llegó a la tácita conclusión de que ser educado era una rémora, una práctica vetusta e incluso un poco de "derechas"
En no sé qué momento de nuestra reciente historia se llegó a la tácita conclusión de que ser educado era una rémora, una práctica vetusta e incluso un poco de "derechas". Hoy, todos esos usos corteses, esas convenciones amables que las sociedades fueron construyendo a lo largo de los siglos, para facilitar la convivencia, parecen haber desaparecido de España, barridas por el huracán del desarrollo económico y de una supuesta modernización de las costumbres, tanto que no resulta sorprendente que nos hayamos convertido en los últimos años en un pueblo áspero y zafio, porque, en mi infancia, a los niños se nos enseñaba todavía a saludar, a dar las gracias, a ceder el asiento en el autobús a las embarazadas, a respetar a los demás, a sostener la puerta para dejar pasar a un incapacitado, por ejemplo. Hoy, es bastante raro que un muchacho levante sus posaderas del asiento para ofrecerle el sitio a la ancianita más achacosa y temblorosa que imaginarse pueda, pero si que es común ver a una madre cargada hasta las cejas de paquetes, caminando por una acera estrecha, y flanqueada por el gamberro de su hijo adolescente, un grandullón de pantalones caídos y gorra con la visera hacia atrás, que va tocándose las narices con las manos vacías.
En no sé qué momento de nuestra reciente historia se llegó a la tácita conclusión de que ser educado era una rémora, una práctica vetusta e incluso un poco de "derechas"
En no sé qué momento de nuestra reciente historia se llegó a la tácita conclusión de que ser educado era una rémora, una práctica vetusta e incluso un poco de "derechas". Hoy, todos esos usos corteses, esas convenciones amables que las sociedades fueron construyendo a lo largo de los siglos, para facilitar la convivencia, parecen haber desaparecido de España, barridas por el huracán del desarrollo económico y de una supuesta modernización de las costumbres, tanto que no resulta sorprendente que nos hayamos convertido en los últimos años en un pueblo áspero y zafio, porque, en mi infancia, a los niños se nos enseñaba todavía a saludar, a dar las gracias, a ceder el asiento en el autobús a las embarazadas, a respetar a los demás, a sostener la puerta para dejar pasar a un incapacitado, por ejemplo. Hoy, es bastante raro que un muchacho levante sus posaderas del asiento para ofrecerle el sitio a la ancianita más achacosa y temblorosa que imaginarse pueda, pero si que es común ver a una madre cargada hasta las cejas de paquetes, caminando por una acera estrecha, y flanqueada por el gamberro de su hijo adolescente, un grandullón de pantalones caídos y gorra con la visera hacia atrás, que va tocándose las narices con las manos vacías.
(Continuación...)
Más veloz que Superman
Y pasan los minutos…
Uno –valiente como nadie- sale a las calles de Moscú, haciendo caso omiso de que seguramente el 99,9% de los transeúntes no habla español (el 0,1% es para que no se diga que estoy siendo negativo…).
Y uno camina rápido, decidido, con “los miembros de acero” como diría Rimbaud, rumbo a destino: el Metro de Moscú.
Y cuando uno llega y entra en la estación, y pasa los torniquetes –con una tarjeta de diez pasajes que te compró un amigo piadoso-, y camina “cual ruso” por la estación y llega a la escalera mecánica, y se pone en la fila que va descendiendo a uno de los “Palacios del Pueblo”, como se les llamaban en la era soviética, entonces, en ese preciso instante, uno siente que está volando y que los idiomas ya no importan porque el MUNDO es una amplia esfera en donde TODOS hablamos una lengua universal y uno vuela y vuela y VUELA y se alza por los aires y se encamina a la casa del amigo a la que uno llegará en Metro y sin perderse, porque uno llegará y uno, en ese instante, cree escuchar a la Orquesta Filarmónica de Londres interpretando el tema central de la banda sonora de “Superman”… hasta que llega a los andenes ¡y se da cuenta de que no sabe LEER en ruso y no puede siquiera intuir cuales son los nombres de las estaciones del Metro!
Entonces, te das cuenta de que estás ABSOLUTAMENTE PERDIDO y de que por más que preguntes en “español” probablemente nadie vaya a responderte. Entonces, te viene el “pánico escénico” y te quedas como inmovilizado. ¡Santo Dios! ¡Ayuda! ¡Ayuda!
Así es que, en aquella oportunidad, salí del Metro, llame a un conocido ruso y le pedí que por celular le dijera a un taxista cual era mi destino.
“Friansestuya ¿me entiende?”
En otra ocasión también me extravié en el subterráneo camino al metro ”Frunzenskaya” (en ruso: Фру́нзенская). Como, obviamente, sin saber leer uno tampoco habla muy bien… me puse a preguntarle a la gente con sólo dos palabras, pues claro ¿cómo podría decir en ruso: “disculpe ¿usted me podría indicar dónde queda el Metro ”Frunzenskaya”?”. Y esas palabras eran: “¿Friansestuya Metro?”. Y así andaba repitiéndole a todo el mundo, con algunas variaciones en una letra de repente. “¿Friansestuya Metro?”, “¿Frionsestuya Metro?”, “¿Fransestuta Metro?”. “¿Friensestuya Metro?”.
Obviamente, nadie podía contestarme… Hasta que un ruso me observó fijamente y advirtió mi nerviosismo creciente al verme del todo perdido. Y trató de entender lo que decía mirando mis labios. De pronto, exclamo: “¡AHHHHHHHHHH, ”Frunzenskaya!”. Me dieron ganas de abrazarle ahí mismo. ¡Sí: eso: Frunzenskaya…! Me indicó con la mano que tomara la línea de la derecha, dijo algo en ruso y me mostró con los dedos el número 4, así es que entendí que debía bajarme en la cuarta estación.
Gracias a ese bondadoso ruso pude llegar al sitio adonde me dirigía.
Desde aquí y pasado el tiempo le doy mi sincero agradecimiento.
(Франcиско R.)
Más veloz que Superman
Y pasan los minutos…
Uno –valiente como nadie- sale a las calles de Moscú, haciendo caso omiso de que seguramente el 99,9% de los transeúntes no habla español (el 0,1% es para que no se diga que estoy siendo negativo…).
Y uno camina rápido, decidido, con “los miembros de acero” como diría Rimbaud, rumbo a destino: el Metro de Moscú.
Y cuando uno llega y entra en la estación, y pasa los torniquetes –con una tarjeta de diez pasajes que te compró un amigo piadoso-, y camina “cual ruso” por la estación y llega a la escalera mecánica, y se pone en la fila que va descendiendo a uno de los “Palacios del Pueblo”, como se les llamaban en la era soviética, entonces, en ese preciso instante, uno siente que está volando y que los idiomas ya no importan porque el MUNDO es una amplia esfera en donde TODOS hablamos una lengua universal y uno vuela y vuela y VUELA y se alza por los aires y se encamina a la casa del amigo a la que uno llegará en Metro y sin perderse, porque uno llegará y uno, en ese instante, cree escuchar a la Orquesta Filarmónica de Londres interpretando el tema central de la banda sonora de “Superman”… hasta que llega a los andenes ¡y se da cuenta de que no sabe LEER en ruso y no puede siquiera intuir cuales son los nombres de las estaciones del Metro!
Entonces, te das cuenta de que estás ABSOLUTAMENTE PERDIDO y de que por más que preguntes en “español” probablemente nadie vaya a responderte. Entonces, te viene el “pánico escénico” y te quedas como inmovilizado. ¡Santo Dios! ¡Ayuda! ¡Ayuda!
Así es que, en aquella oportunidad, salí del Metro, llame a un conocido ruso y le pedí que por celular le dijera a un taxista cual era mi destino.
“Friansestuya ¿me entiende?”
En otra ocasión también me extravié en el subterráneo camino al metro ”Frunzenskaya” (en ruso: Фру́нзенская). Como, obviamente, sin saber leer uno tampoco habla muy bien… me puse a preguntarle a la gente con sólo dos palabras, pues claro ¿cómo podría decir en ruso: “disculpe ¿usted me podría indicar dónde queda el Metro ”Frunzenskaya”?”. Y esas palabras eran: “¿Friansestuya Metro?”. Y así andaba repitiéndole a todo el mundo, con algunas variaciones en una letra de repente. “¿Friansestuya Metro?”, “¿Frionsestuya Metro?”, “¿Fransestuta Metro?”. “¿Friensestuya Metro?”.
Obviamente, nadie podía contestarme… Hasta que un ruso me observó fijamente y advirtió mi nerviosismo creciente al verme del todo perdido. Y trató de entender lo que decía mirando mis labios. De pronto, exclamo: “¡AHHHHHHHHHH, ”Frunzenskaya!”. Me dieron ganas de abrazarle ahí mismo. ¡Sí: eso: Frunzenskaya…! Me indicó con la mano que tomara la línea de la derecha, dijo algo en ruso y me mostró con los dedos el número 4, así es que entendí que debía bajarme en la cuarta estación.
Gracias a ese bondadoso ruso pude llegar al sitio adonde me dirigía.
Desde aquí y pasado el tiempo le doy mi sincero agradecimiento.
(Франcиско R.)
¿Sabía usted cómo son las cosas en "las isla de la libertad"?
"Rolando Colón, 48 años, chofer de un taxi particular está que trina. “Socio, es que no hay ni sal. Si a esto le añades que en el mercado estatal o en el negro tampoco hay aceite, arroz o pollo, entonces ya tenemos montado el drama. Todos los días salgo a manejar 12 horas y con dinero en mano no puedo comprar absolutamente nada, sólo algo de pescado, que de comerlo tanto creo que me van a salir escamas”, expresa de forma apasionada el taxista habanero.
Todos se quejan. Los alimentos esenciales han elevados sus precios en el mercado clandestino. El arroz, de 4.50 pesos (30 centavos de dólar) subió a 8 pesos (50 centavos de dólar) y la sal de 5 pesos a 10 una bolsa de un kilo. La carne de res y el pollo están desaparecidos en combate. El malestar en Cuba por lo arduo que resulta conseguir alimentos tiene a las personas con dolores de cabeza. No es para menos. Llevar un poco de comida a la mesa es una misión casi imposible.
Si tienes moneda dura tu suerte cambia. En las tiendas exclusivas en divisas aún se puede comprar carne, pollo, pescado, aceite. Pero los precios están por las nubes.
Un kilo de corte de filete de res supera los 22 pesos cubanos convertibles o cuc (530 pesos o 20 dólares); el de queso gouda 11 cuc (264 pesos o 10 dólares; un pedazo de jamón que está lejos de ser el de Jabugo, casi 10 cuc (240 pesos o 8 dólares). Y sigo con las cifras.
Un kilo de pescado ronda los 8 cuc (7 dólares o 200 pesos); el litro de aceite vegetal 2.15 cuc, el más barato (50 pesos o 2 dólares), y si le gusta la dieta mediterránea, entonces tiene que gastar una pasta, pues el litro de aceite de oliva cuesta 7.20 cuc (175 pesos o 6 dólares).
Carlos Henaldo, turista español, no puede creerlo. “Tío, es que la comida en La Habana es más cara que en Nueva York, joder ¿cómo cenan ustedes?”, señala con cierta intriga.
La respuesta se la puede dar Josefa Canales, 64 años, ama de casa. “Inventando, cada nuevo día que empieza, me siento con las dos manos en la cabeza y me pregunto ¿qué carajo vamos a comer hoy? Luego me calmo, y me pongo a improvisar. Mire usted, mis tres hijas y mi yerno, que tiene parientes en el extranjero, me dan mensualmente más de 120 cuc (100 dólares o 3 mil pesos) para comprar alimentos".
"El problema no es sólo de dinero. Es que en el mercado estatal en pesos apenas hay nada, y cuando llegan naranjas, papas o carne de cerdo, las colas son muy largas. Por supuesto, no puedo gastar toda la plata en comprar alimentos en divisas, pues no me alcanzaría para el mes completo. Si esto sucede en mi casa, donde tenemos una entrada de dinero superior a la media en Cuba, me imagino lo difícil que la deben estar pasando las personas que viven de su salario”, explica Josefa con una lógica contundente.
Otras familias como la de Donato Méndez, 56 años, obrero de una fábrica de acero y padre de dos hijos, se aprietan el cinturón y nada más pueden hacer una comida caliente al día. “Desayunamos café y un panecillo, a mí y a mi esposa ya no nos dan almuerzo en el trabajo. Con los 15 pesos que dan para almorzar, compramos huevos, pan o tomates para la cena, muy pocas veces carne de cerdo. Mis hijos cuando vienen de la Universidad siempre vienen hambrientos, para que calmen el apetito, les damos pan con tortilla y en la cena mucho arroz, frijoles, ensalada, si hay, y de vez en cuando, algo de carne”, señala Donato, un negro de manos grandes y callosas.
Como promedio, en la isla una familia se gasta el 80 por ciento que gana o recibe en comer. Y ni así uno puede asegurar que cenará lo que le apetezca. Si tienes familia al otro lado del charco, entonces comes un poco mejor, pero también tienes que destinar la mayor parte de los dólares a los alimentos.
La alimentación es y ha sido el gran problema sin resolver del gobierno de los hermanos Castro en más de 50 años. Su asignatura suspensa. En Cuba se vive para comer. Nada del otro mundo. Lo que se pueda." La ortografía y los giros gramaticales y léxicos del original se han conservado.
"Rolando Colón, 48 años, chofer de un taxi particular está que trina. “Socio, es que no hay ni sal. Si a esto le añades que en el mercado estatal o en el negro tampoco hay aceite, arroz o pollo, entonces ya tenemos montado el drama. Todos los días salgo a manejar 12 horas y con dinero en mano no puedo comprar absolutamente nada, sólo algo de pescado, que de comerlo tanto creo que me van a salir escamas”, expresa de forma apasionada el taxista habanero.
Todos se quejan. Los alimentos esenciales han elevados sus precios en el mercado clandestino. El arroz, de 4.50 pesos (30 centavos de dólar) subió a 8 pesos (50 centavos de dólar) y la sal de 5 pesos a 10 una bolsa de un kilo. La carne de res y el pollo están desaparecidos en combate. El malestar en Cuba por lo arduo que resulta conseguir alimentos tiene a las personas con dolores de cabeza. No es para menos. Llevar un poco de comida a la mesa es una misión casi imposible.
Si tienes moneda dura tu suerte cambia. En las tiendas exclusivas en divisas aún se puede comprar carne, pollo, pescado, aceite. Pero los precios están por las nubes.
Un kilo de corte de filete de res supera los 22 pesos cubanos convertibles o cuc (530 pesos o 20 dólares); el de queso gouda 11 cuc (264 pesos o 10 dólares; un pedazo de jamón que está lejos de ser el de Jabugo, casi 10 cuc (240 pesos o 8 dólares). Y sigo con las cifras.
Un kilo de pescado ronda los 8 cuc (7 dólares o 200 pesos); el litro de aceite vegetal 2.15 cuc, el más barato (50 pesos o 2 dólares), y si le gusta la dieta mediterránea, entonces tiene que gastar una pasta, pues el litro de aceite de oliva cuesta 7.20 cuc (175 pesos o 6 dólares).
Carlos Henaldo, turista español, no puede creerlo. “Tío, es que la comida en La Habana es más cara que en Nueva York, joder ¿cómo cenan ustedes?”, señala con cierta intriga.
La respuesta se la puede dar Josefa Canales, 64 años, ama de casa. “Inventando, cada nuevo día que empieza, me siento con las dos manos en la cabeza y me pregunto ¿qué carajo vamos a comer hoy? Luego me calmo, y me pongo a improvisar. Mire usted, mis tres hijas y mi yerno, que tiene parientes en el extranjero, me dan mensualmente más de 120 cuc (100 dólares o 3 mil pesos) para comprar alimentos".
"El problema no es sólo de dinero. Es que en el mercado estatal en pesos apenas hay nada, y cuando llegan naranjas, papas o carne de cerdo, las colas son muy largas. Por supuesto, no puedo gastar toda la plata en comprar alimentos en divisas, pues no me alcanzaría para el mes completo. Si esto sucede en mi casa, donde tenemos una entrada de dinero superior a la media en Cuba, me imagino lo difícil que la deben estar pasando las personas que viven de su salario”, explica Josefa con una lógica contundente.
Otras familias como la de Donato Méndez, 56 años, obrero de una fábrica de acero y padre de dos hijos, se aprietan el cinturón y nada más pueden hacer una comida caliente al día. “Desayunamos café y un panecillo, a mí y a mi esposa ya no nos dan almuerzo en el trabajo. Con los 15 pesos que dan para almorzar, compramos huevos, pan o tomates para la cena, muy pocas veces carne de cerdo. Mis hijos cuando vienen de la Universidad siempre vienen hambrientos, para que calmen el apetito, les damos pan con tortilla y en la cena mucho arroz, frijoles, ensalada, si hay, y de vez en cuando, algo de carne”, señala Donato, un negro de manos grandes y callosas.
Como promedio, en la isla una familia se gasta el 80 por ciento que gana o recibe en comer. Y ni así uno puede asegurar que cenará lo que le apetezca. Si tienes familia al otro lado del charco, entonces comes un poco mejor, pero también tienes que destinar la mayor parte de los dólares a los alimentos.
La alimentación es y ha sido el gran problema sin resolver del gobierno de los hermanos Castro en más de 50 años. Su asignatura suspensa. En Cuba se vive para comer. Nada del otro mundo. Lo que se pueda." La ortografía y los giros gramaticales y léxicos del original se han conservado.
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