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Muere Olga Guillot, la reina del bolero
La cantante cubana fallece en un hospital de Miami tras sufrir un infarto.
La cantante cubana Olga Guillot, considerada la reina del bolero, ha fallecido hoy a los 87 años tras sufrir un infarto. La artista fue ingresada en el hospital Mount Sinai de Miami Beach por la mañana pero no ha podido superar el paro cardiaco, según recoge el diario El Nuevo Herald en su edición digital. Nacida en Santiago de Cuba, Guillot se hizo famosa con temas como "Tú me acostumbraste", "La gloria eres tú", "La noche de anoche", y, el que era considerado su himno, "Miénteme".
La artista comenzó su carrera a los 14 años haciendo un dúo con su hermana. En la década de los 50 fue una figura siempre presente en la radio y la televisión cubanas. También trabajó en el cine mexicano en su época de oro con artistas como Germán Valdés, Pedro Armendáriz, Arturo de Córdova y Rosita Fornés.
Guillot, crítica con el Gobierno de Fidel Castro, se estableció en Venezuela en 1960. Más tarde se instaló en México, donde residía hasta ahora, aunque también tenía un apartamento en Miami Beach.
La cantante cubana fallece en un hospital de Miami tras sufrir un infarto.
La cantante cubana Olga Guillot, considerada la reina del bolero, ha fallecido hoy a los 87 años tras sufrir un infarto. La artista fue ingresada en el hospital Mount Sinai de Miami Beach por la mañana pero no ha podido superar el paro cardiaco, según recoge el diario El Nuevo Herald en su edición digital. Nacida en Santiago de Cuba, Guillot se hizo famosa con temas como "Tú me acostumbraste", "La gloria eres tú", "La noche de anoche", y, el que era considerado su himno, "Miénteme".
La artista comenzó su carrera a los 14 años haciendo un dúo con su hermana. En la década de los 50 fue una figura siempre presente en la radio y la televisión cubanas. También trabajó en el cine mexicano en su época de oro con artistas como Germán Valdés, Pedro Armendáriz, Arturo de Córdova y Rosita Fornés.
Guillot, crítica con el Gobierno de Fidel Castro, se estableció en Venezuela en 1960. Más tarde se instaló en México, donde residía hasta ahora, aunque también tenía un apartamento en Miami Beach.
ROSA MONTERO
El negro
ROSA MONTERO 17/05/2005
Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.
Dedico esta historia deliciosa, que además es auténtica, a todos aquellos españoles que, en el fondo, recelan de los inmigrantes y les consideran individuos inferiores. A todas esas personas que, aun bienintencionadas, les observan con condescendencia y paternalismo. Será mejor que nos libremos de los prejuicios o corremos el riesgo de hacer el mismo ridículo que la pobre alemana, que creía ser el colmo de la civilización mientras el africano, él sí inmensamente educado, la dejaba comer de su bandeja y tal vez pensaba: "Pero qué chiflados están los europeos".
http://www.elpais.com/articulo/ultima/negro/elpepiult/20050517elpepiult_2/Tes
El negro
ROSA MONTERO 17/05/2005
Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana. Una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.
Dedico esta historia deliciosa, que además es auténtica, a todos aquellos españoles que, en el fondo, recelan de los inmigrantes y les consideran individuos inferiores. A todas esas personas que, aun bienintencionadas, les observan con condescendencia y paternalismo. Será mejor que nos libremos de los prejuicios o corremos el riesgo de hacer el mismo ridículo que la pobre alemana, que creía ser el colmo de la civilización mientras el africano, él sí inmensamente educado, la dejaba comer de su bandeja y tal vez pensaba: "Pero qué chiflados están los europeos".
http://www.elpais.com/articulo/ultima/negro/elpepiult/20050517elpepiult_2/Tes
***
(#6)
Felisa Moreno Ortega, Trece Cuentos Inquietantes
Se puso la chaqueta, tras descolgarla de la percha, dejada adrede fuera del armario para mantenerla a salvo de las arrugas. Hacía tiempo que el ropero se había convertido en un pozo sin fondo donde las prendas luchaban por hacerse un hueco. Apuró el café y dejó la taza sobre la mesita; SI ESTUVIERA ALLÍ SILVIA LE HABRÍA REGAÑADO, pero hacía mucho tiempo que ella se había marchado y Luis no se preocupaba demasiado por el cuidado de la casa.
***
(#7)
Iyael Cendán, Suenos Imposibles, 2006
—¡Aquí lo que hay que hacer es irse pal' carajo! Eso allá es lo máximo: buena comida, casa, carro y money, mucho money. Aprovecha que ahora tu papá se fue; mira, SI ESTUVIERAS ALLÁ, HACE RATO QUE HUBIERAS PUBLICADO TU LIBRO.
***
(#8)
Ruth Alvarado Sánchez, Perspectiva histórica y problemas actuales de la institución penitenciaria en España. Las mujeras encarceladas toman las palabras
Las mujeres presas se duelen de manera casi enfermiza de lo que hicieron, pero no por que ellas estén pagando con su falta de libertad, que la aceptan, sino por el perjuicio que su acto ha ocasionado a sus hijos y a su relación matemo-filial
"... el perder un mes entero tu vicia de la familia, se pierde ese vinculo familiar, se siente uno culpable de todo lo que le pase a su familia, porque siempre está el pensamiento SI ESTUVIERA ALLÍ NO HUBIERA PASADO, SI ESTUVIERA ALLÍ A LO MEJOR YO HUBIERA PODIDO HACER ALGO por mi madre o por mi hijo, porque con la distancia, ausencia, se siente uno totalmente impotente... "
***
(#9)
Día a día Osho: 365 meditaciones para el aquí y ahora
Nadie puede matar ai ego porque el ego no es. Si estuviera allí, ya habríais
podido matarlo. Es una sombra... no se puede matar a una sombra.
***
(#10)
Germán Rozenmacher, Cabecita Negra
Estornudó. SI ESTUVIERA SU MUJER YA LE HABRÍA HECHO uno de esos tes de yuyos que ella tenía y santo remedio. Pero suspiró desconsolado. Su mujer y su hijo se habían ido a pasar el fin de semana a la quinta de Paso del Rey llevándose a la sirvienta así que estaba solo en la casa.
(#6)
Felisa Moreno Ortega, Trece Cuentos Inquietantes
Se puso la chaqueta, tras descolgarla de la percha, dejada adrede fuera del armario para mantenerla a salvo de las arrugas. Hacía tiempo que el ropero se había convertido en un pozo sin fondo donde las prendas luchaban por hacerse un hueco. Apuró el café y dejó la taza sobre la mesita; SI ESTUVIERA ALLÍ SILVIA LE HABRÍA REGAÑADO, pero hacía mucho tiempo que ella se había marchado y Luis no se preocupaba demasiado por el cuidado de la casa.
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(#7)
Iyael Cendán, Suenos Imposibles, 2006
—¡Aquí lo que hay que hacer es irse pal' carajo! Eso allá es lo máximo: buena comida, casa, carro y money, mucho money. Aprovecha que ahora tu papá se fue; mira, SI ESTUVIERAS ALLÁ, HACE RATO QUE HUBIERAS PUBLICADO TU LIBRO.
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(#8)
Ruth Alvarado Sánchez, Perspectiva histórica y problemas actuales de la institución penitenciaria en España. Las mujeras encarceladas toman las palabras
Las mujeres presas se duelen de manera casi enfermiza de lo que hicieron, pero no por que ellas estén pagando con su falta de libertad, que la aceptan, sino por el perjuicio que su acto ha ocasionado a sus hijos y a su relación matemo-filial
"... el perder un mes entero tu vicia de la familia, se pierde ese vinculo familiar, se siente uno culpable de todo lo que le pase a su familia, porque siempre está el pensamiento SI ESTUVIERA ALLÍ NO HUBIERA PASADO, SI ESTUVIERA ALLÍ A LO MEJOR YO HUBIERA PODIDO HACER ALGO por mi madre o por mi hijo, porque con la distancia, ausencia, se siente uno totalmente impotente... "
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(#9)
Día a día Osho: 365 meditaciones para el aquí y ahora
Nadie puede matar ai ego porque el ego no es. Si estuviera allí, ya habríais
podido matarlo. Es una sombra... no se puede matar a una sombra.
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(#10)
Germán Rozenmacher, Cabecita Negra
Estornudó. SI ESTUVIERA SU MUJER YA LE HABRÍA HECHO uno de esos tes de yuyos que ella tenía y santo remedio. Pero suspiró desconsolado. Su mujer y su hijo se habían ido a pasar el fin de semana a la quinta de Paso del Rey llevándose a la sirvienta así que estaba solo en la casa.
Me refiero a esa página. No tiene que ver con una página web de foros de coches.
http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=qu%C3%A9
Esa es la página de la Academia Real Española, DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS
qué. 1. Palabra tónica, que debe escribirse con tilde a diferencia del pronombre relativo o de la conjunción que (→ que). Tiene los siguientes valores:
1.1. Pronombre interrogativo o exclamativo, que, referido siempre a cosas, introduce enunciados interrogativos o exclamativos directos, y oraciones subordinadas interrogativas o exclamativas indirectas: «¿Qué te ha pasado?» (Ferré Batalla [P. Rico 1993]); «¡Qué me va usted a decir, si soy yo quien le aguanta!» (Sampedro Sonrisa [Esp. 1985]); «Ahora entiendo por qué aceptaste acostarte con Arturo» (Gamboa Páginas [Col. 1998]). Puede constituir por sí solo un enunciado: «—¿Sabes una cosa? —¿Qué?» (Padilla Jardín [Cuba 1981]). En estos casos, es frecuente en el habla coloquial la anteposición del artículo el: «—Germán, esto no funciona. —¿El qué?» (Marsillach Ático [Esp. 1995]); pero no es admisible en la lengua culta anteponer a este pronombre el artículo neutro lo: Marca de incorrección.«—No sé, fue un instante, un relámpago; y en ese relámpago sentí de nuevo... —¿Lo qué?» (Mahieu Gallina [Arg. 1980]). En oraciones exclamativas, seguido de la preposición de y un sustantivo, sirve para ponderar la cantidad, con sentido equivalente a cuánto: «¡Qué de risitas y de guiños tuviste que soportar!» (Savater Catón [Esp. 1989]). Este pronombre puede introducir oraciones interrogativas indirectas con verbo en infinitivo y dependientes de los verbos tener y haber: «—¿A qué te dedicas, Juanito? [...] —Hace seis meses que me arruiné en el campo, y no tengo qué hacer» (Araya Luna [Chile 1982]); «No había qué comer, para variar, pero teníamos dignidad» (Valdés Vida [Cuba 1996] 119). Este uso no ha de confundirse con las perífrasis verbales haber que o tener que seguidas de infinitivo, que expresan necesidad u obligación, en las que que es conjunción átona que debe escribirse sin tilde (→ que, 2.14): «No tienes que hacer nada» (Pedrero Invierno [Esp. 1989]); «A él no le gustaba la tragonería, pero había que comer» (GaBadell Funeral [Esp. 1975]).
1.2. Antepuesto a un sustantivo, y referido tanto a personas como a cosas, funciona como adjetivo interrogativo o exclamativo: «¿Qué documento necesita?» (Chao Altos [Méx. 1991]); «Qué mujer tan extraordinaria» (Marsé Embrujo [Esp. 1993]); «No se podía saber en qué lío estaba metida» (Belli Mujer [Nic. 1992]); «¡Y mire qué flores más lindas!» (Chase Pavo [C. Rica 1996]).
1.3. También puede funcionar como adverbio interrogativo o exclamativo, normalmente en oraciones exclamativas y antepuesto a un adjetivo o a otro adverbio: «¿Qué te importa ya eso?» (Amestoy Ederra [Esp. 1982]); «¡Qué guapo estás!» (AMillán Guardapolvo [Esp. 1990]); «¡Qué bien jugaste, mamá!» (Daneri Matar [Arg. 1981]).
1.4. Como el resto de los interrogativos, puede sustantivarse: «Un episodio en el que es necesario distinguir el qué del cómo» (Mundo [Esp.] 23.8.96). Forma parte de las locuciones nominales el qué dirán (‘la opinión de la gente’): «Los príncipes no hacen nada y si hacen algo [...] es para no aburrirse y evitar el qué dirán» (Hoy [Chile] 5-11.5.97); y un no sé qué (‘algo que no se sabe explicar’): «Los ricos tienen un no sé qué que les hace especiales» (Vanguardia [Esp.] 10.8.94).
http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=qu%C3%A9
Esa es la página de la Academia Real Española, DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS
qué. 1. Palabra tónica, que debe escribirse con tilde a diferencia del pronombre relativo o de la conjunción que (→ que). Tiene los siguientes valores:
1.1. Pronombre interrogativo o exclamativo, que, referido siempre a cosas, introduce enunciados interrogativos o exclamativos directos, y oraciones subordinadas interrogativas o exclamativas indirectas: «¿Qué te ha pasado?» (Ferré Batalla [P. Rico 1993]); «¡Qué me va usted a decir, si soy yo quien le aguanta!» (Sampedro Sonrisa [Esp. 1985]); «Ahora entiendo por qué aceptaste acostarte con Arturo» (Gamboa Páginas [Col. 1998]). Puede constituir por sí solo un enunciado: «—¿Sabes una cosa? —¿Qué?» (Padilla Jardín [Cuba 1981]). En estos casos, es frecuente en el habla coloquial la anteposición del artículo el: «—Germán, esto no funciona. —¿El qué?» (Marsillach Ático [Esp. 1995]); pero no es admisible en la lengua culta anteponer a este pronombre el artículo neutro lo: Marca de incorrección.«—No sé, fue un instante, un relámpago; y en ese relámpago sentí de nuevo... —¿Lo qué?» (Mahieu Gallina [Arg. 1980]). En oraciones exclamativas, seguido de la preposición de y un sustantivo, sirve para ponderar la cantidad, con sentido equivalente a cuánto: «¡Qué de risitas y de guiños tuviste que soportar!» (Savater Catón [Esp. 1989]). Este pronombre puede introducir oraciones interrogativas indirectas con verbo en infinitivo y dependientes de los verbos tener y haber: «—¿A qué te dedicas, Juanito? [...] —Hace seis meses que me arruiné en el campo, y no tengo qué hacer» (Araya Luna [Chile 1982]); «No había qué comer, para variar, pero teníamos dignidad» (Valdés Vida [Cuba 1996] 119). Este uso no ha de confundirse con las perífrasis verbales haber que o tener que seguidas de infinitivo, que expresan necesidad u obligación, en las que que es conjunción átona que debe escribirse sin tilde (→ que, 2.14): «No tienes que hacer nada» (Pedrero Invierno [Esp. 1989]); «A él no le gustaba la tragonería, pero había que comer» (GaBadell Funeral [Esp. 1975]).
1.2. Antepuesto a un sustantivo, y referido tanto a personas como a cosas, funciona como adjetivo interrogativo o exclamativo: «¿Qué documento necesita?» (Chao Altos [Méx. 1991]); «Qué mujer tan extraordinaria» (Marsé Embrujo [Esp. 1993]); «No se podía saber en qué lío estaba metida» (Belli Mujer [Nic. 1992]); «¡Y mire qué flores más lindas!» (Chase Pavo [C. Rica 1996]).
1.3. También puede funcionar como adverbio interrogativo o exclamativo, normalmente en oraciones exclamativas y antepuesto a un adjetivo o a otro adverbio: «¿Qué te importa ya eso?» (Amestoy Ederra [Esp. 1982]); «¡Qué guapo estás!» (AMillán Guardapolvo [Esp. 1990]); «¡Qué bien jugaste, mamá!» (Daneri Matar [Arg. 1981]).
1.4. Como el resto de los interrogativos, puede sustantivarse: «Un episodio en el que es necesario distinguir el qué del cómo» (Mundo [Esp.] 23.8.96). Forma parte de las locuciones nominales el qué dirán (‘la opinión de la gente’): «Los príncipes no hacen nada y si hacen algo [...] es para no aburrirse y evitar el qué dirán» (Hoy [Chile] 5-11.5.97); y un no sé qué (‘algo que no se sabe explicar’): «Los ricos tienen un no sé qué que les hace especiales» (Vanguardia [Esp.] 10.8.94).
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