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NORMAS DE CONVIVENCIA (Borrador)
Estamos entre todos buscando la manera de evitar las permanentes faltas de respeto y agresiones gratuitas. Creo que eso va a ser casi imposible de conseguir en tanto no haya un ADMINISTRADOR que regule el foro. En los mejores foros de Internet hay personas que se dedican precisamente a controlar el clima del intercambio. Cuando alguien insulta, agrede, provoca o hace un comentario que hiere la convivencia, su mensaje es borrado del foro (y si insiste, lo que se borra es directamente su perfil).
Dado que no contamos con esa posibilidad, tendremos que regularnos nosotros mismos de la mejor manera posible. Para eso, propongo llegar a cierto consenso respecto a ciertas normas de participación, a saber:
1. NO INSULTAR NI UTILIZAR LENGUAJE LESIVO.
2. NO DESCALIFICAR AL OTRO (“no sabes”, “no entiendes”, “¿dónde estudiaste?”, “no eres profesional”, etc., etc., etc.).
3. NO CORREGIR EN PÚBLICO. Los traductores somos personas con mucha susceptibilidad, y a nadie le gusta en general que le señalen errores. La mayoría de las veces, además, los errores que se señalan son estupideces. Hay que ser excesivamente puntilloso y tener cierta “mala leche”, por ejemplo, para señalarle a alguien errores que son solamente, y a todas luces, de tipeo. Cuando escribimos en estos lugares no lo hacemos con el celo con el que traducimos o escribimos. Por favor, basta de señalarnos entre nativos que “te ha faltado una r”, “te ha faltado una s”. Ahora bien, si no podemos resistir la tentación de hacerlo, HAGÁMOSLO POR PRIVADO. Eso ayudará a mejorar el clima del foro.
4. NO CALIFIQUEMOS AL OTRO NI A SUS PREGUNTAS. No importa quién pregunta, para qué, por qué, con qué intención o con qué conocimientos. (“tú dices eso porque eres mujer/hombre/negro/judío/católico/ateo/ortodoxo/fascista/comunista/viejo/joven/español/latino/“gallego”/“sudaca”/ignorante/erudito/ etc., etc., etc.)
5. NO SER TERMINANTE EN NUESTRAS AFIRMACIONES. ¿Quién sabe, después de todo, cómo son las cosas? ¿Quién es el dueño de la verdad? Colegas: no olvidemos nuestro radical estado de ignorancia. Borges decía que la filosofía era un “respetado sistema de confusiones”. Evitemos dogmatismos, porque no conducen a nada. En última instancia: ¿a quién le importa lo que nosotros discutimos aquí? Somos poquitos: cuidémonos, entonces.
Repito, como no hay ADMINISTRADOR, sólo nosotros podremos cumplir estas normas. Propongo que, cuando alguien agreda, insulte, descalifique o demás, tengamos la PRUDENCIA y la SABIDURÍA de no contestar, de dejar a esa persona hablando sola. (Yo ya lo he hecho en este foro, y créanme que funciona). Porque si respondemos a la agresión, eso genera otra, y luego otra, y eso no tiene final.
En fin, tomen esto como una sugerencia y, acaso, un buen intento. Si no les gusta, si no están de acuerdo, ignoren este mensaje o tírenlo a la basura. Lo último que deseo es que este tema termine otra vez en una catarata de insultos y agresiones mutuas.
Saludos!
Dado que no contamos con esa posibilidad, tendremos que regularnos nosotros mismos de la mejor manera posible. Para eso, propongo llegar a cierto consenso respecto a ciertas normas de participación, a saber:
1. NO INSULTAR NI UTILIZAR LENGUAJE LESIVO.
2. NO DESCALIFICAR AL OTRO (“no sabes”, “no entiendes”, “¿dónde estudiaste?”, “no eres profesional”, etc., etc., etc.).
3. NO CORREGIR EN PÚBLICO. Los traductores somos personas con mucha susceptibilidad, y a nadie le gusta en general que le señalen errores. La mayoría de las veces, además, los errores que se señalan son estupideces. Hay que ser excesivamente puntilloso y tener cierta “mala leche”, por ejemplo, para señalarle a alguien errores que son solamente, y a todas luces, de tipeo. Cuando escribimos en estos lugares no lo hacemos con el celo con el que traducimos o escribimos. Por favor, basta de señalarnos entre nativos que “te ha faltado una r”, “te ha faltado una s”. Ahora bien, si no podemos resistir la tentación de hacerlo, HAGÁMOSLO POR PRIVADO. Eso ayudará a mejorar el clima del foro.
4. NO CALIFIQUEMOS AL OTRO NI A SUS PREGUNTAS. No importa quién pregunta, para qué, por qué, con qué intención o con qué conocimientos. (“tú dices eso porque eres mujer/hombre/negro/judío/católico/ateo/ortodoxo/fascista/comunista/viejo/joven/español/latino/“gallego”/“sudaca”/ignorante/erudito/ etc., etc., etc.)
5. NO SER TERMINANTE EN NUESTRAS AFIRMACIONES. ¿Quién sabe, después de todo, cómo son las cosas? ¿Quién es el dueño de la verdad? Colegas: no olvidemos nuestro radical estado de ignorancia. Borges decía que la filosofía era un “respetado sistema de confusiones”. Evitemos dogmatismos, porque no conducen a nada. En última instancia: ¿a quién le importa lo que nosotros discutimos aquí? Somos poquitos: cuidémonos, entonces.
Repito, como no hay ADMINISTRADOR, sólo nosotros podremos cumplir estas normas. Propongo que, cuando alguien agreda, insulte, descalifique o demás, tengamos la PRUDENCIA y la SABIDURÍA de no contestar, de dejar a esa persona hablando sola. (Yo ya lo he hecho en este foro, y créanme que funciona). Porque si respondemos a la agresión, eso genera otra, y luego otra, y eso no tiene final.
En fin, tomen esto como una sugerencia y, acaso, un buen intento. Si no les gusta, si no están de acuerdo, ignoren este mensaje o tírenlo a la basura. Lo último que deseo es que este tema termine otra vez en una catarata de insultos y agresiones mutuas.
Saludos!
Violencia de género
Es el término que se ha generalizado. El concepto de género ha acabado de ser aceptado, con más o menos convicción, en la universidad y en las instancias oficiales, y alude a los valores diferenciales que se adscriben socialmente a cada uno de los s.e.x.o.s a la vez que implica pensarlos de manera relacional.
Desde sectores crítico-feministas pesa el temor de que no se tenga en cuenta la connotación de persistente desigualdad que entraña el concepto de género, que debe remitir a que las relaciones entre los s.e.x.o.s son relaciones de poder. Sin este talante crítico-feminista, se puede caer en el uso del concepto de violencia de género como un eufemismo que bajo la supuesta neutralidad del género pierde por el camino la connotación de poder.
Cuando se contrapone al de violencia doméstica, se señala que el concepto de género apunta a las relaciones hombre-mujer, y no a la familia, como objeto de su interés, para así resaltar que el entorno familiar o la pareja no agotan el tipo de violencia que cabe tener en cuenta; por tanto el rasgo a destacar no sería “el lugar” de la violencia sino cualquier tipo de violencia contra las mujeres “resultado de una estrategia de dominación ejercida por el varón para mantener su posición de poder”. Subsumir la violencia de pareja en el seno familiar como violencia familiar o doméstica implica, además, alinear apriorísticamente a las mujeres con los miembros más dependientes y vulnerables de la unidad familiar, pero que lo son por razones jurídicas – la infancia – o por razones de edad – los mayores – o de discapacidad, y no necesariamente por forzosa y coactiva sumisión (Maqueda, 2006).
Sin embargo, no pocos críticos señalan que precisamente por ese carácter relacional del término “género”, cuando se usa “violencia de género” puede parecer que afecta por igual de hombres a mujeres que de mujeres a hombres, es decir, que se habla de una violencia mutua y equivalente si no se pone de manifiesto explícitamente la desigualdad jerárquica entre mujeres y hombres. Por eso en estos casos se aboga por el término de “violencia (masculina) contra las mujeres”. Dicha violencia no se agota en el maltrato físico sino que incluye las amenazas, la coerción y la privación de libertad tanto en la vida pública como en la privada así como la violencia s.e.x.u.a.l.
El término “violencia de género” es el que da título a la Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre de Medidas de protección integral contra la violencia de género. Sin embargo, y como se examina con más detalle en el capítulo 3, dicha ley ha tenido únicamente en cuenta la violencia familiar de pareja (incluidas “de hecho”) de hombre a mujer. Más allá de su competencia ha quedado toda la violencia s.e.x.u.a.l, así como las mujeres coaccionadas para el trabajo s.e.x.u.a.l o para cualquier otro tipo de trabajo. Así que conviene tener en cuenta que el concepto sociológico de violencia de género, más amplio, será divergente del actual concepto jurídico.
Raquel Osborne “Apuntes sobre violencia de género”
Es el término que se ha generalizado. El concepto de género ha acabado de ser aceptado, con más o menos convicción, en la universidad y en las instancias oficiales, y alude a los valores diferenciales que se adscriben socialmente a cada uno de los s.e.x.o.s a la vez que implica pensarlos de manera relacional.
Desde sectores crítico-feministas pesa el temor de que no se tenga en cuenta la connotación de persistente desigualdad que entraña el concepto de género, que debe remitir a que las relaciones entre los s.e.x.o.s son relaciones de poder. Sin este talante crítico-feminista, se puede caer en el uso del concepto de violencia de género como un eufemismo que bajo la supuesta neutralidad del género pierde por el camino la connotación de poder.
Cuando se contrapone al de violencia doméstica, se señala que el concepto de género apunta a las relaciones hombre-mujer, y no a la familia, como objeto de su interés, para así resaltar que el entorno familiar o la pareja no agotan el tipo de violencia que cabe tener en cuenta; por tanto el rasgo a destacar no sería “el lugar” de la violencia sino cualquier tipo de violencia contra las mujeres “resultado de una estrategia de dominación ejercida por el varón para mantener su posición de poder”. Subsumir la violencia de pareja en el seno familiar como violencia familiar o doméstica implica, además, alinear apriorísticamente a las mujeres con los miembros más dependientes y vulnerables de la unidad familiar, pero que lo son por razones jurídicas – la infancia – o por razones de edad – los mayores – o de discapacidad, y no necesariamente por forzosa y coactiva sumisión (Maqueda, 2006).
Sin embargo, no pocos críticos señalan que precisamente por ese carácter relacional del término “género”, cuando se usa “violencia de género” puede parecer que afecta por igual de hombres a mujeres que de mujeres a hombres, es decir, que se habla de una violencia mutua y equivalente si no se pone de manifiesto explícitamente la desigualdad jerárquica entre mujeres y hombres. Por eso en estos casos se aboga por el término de “violencia (masculina) contra las mujeres”. Dicha violencia no se agota en el maltrato físico sino que incluye las amenazas, la coerción y la privación de libertad tanto en la vida pública como en la privada así como la violencia s.e.x.u.a.l.
El término “violencia de género” es el que da título a la Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre de Medidas de protección integral contra la violencia de género. Sin embargo, y como se examina con más detalle en el capítulo 3, dicha ley ha tenido únicamente en cuenta la violencia familiar de pareja (incluidas “de hecho”) de hombre a mujer. Más allá de su competencia ha quedado toda la violencia s.e.x.u.a.l, así como las mujeres coaccionadas para el trabajo s.e.x.u.a.l o para cualquier otro tipo de trabajo. Así que conviene tener en cuenta que el concepto sociológico de violencia de género, más amplio, será divergente del actual concepto jurídico.
Raquel Osborne “Apuntes sobre violencia de género”
Hola Alejandro,
estoy de acuerdo con vos.
La mayoría de los que comentaron, estoy seguro que también lo está. Lo de las correcciones punti y quisquillosas es lo único que no quieren resignar. Y bueno, que así sea-
Como te habrán roto las bolainas, para que escribieras semejante manifiesto!
"Tomalo con calma..."
Te mando un saludo y otro de Charly
>Alejandro Gonzalez escribe:
>--------------
>Estamos entre todos buscando la manera de evitar las permanentes faltas de respeto y agresiones gratuitas. Creo que eso va a ser casi imposible de conseguir en tanto no haya un ADMINISTRADOR que regule el foro. En los mejores foros de Internet hay personas que se dedican precisamente a controlar el clima del intercambio. Cuando alguien insulta, agrede, provoca o hace un comentario que hiere la convivencia, su mensaje es borrado del foro (y si insiste, lo que se borra es directamente su perfil).
>
>Dado que no contamos con esa posibilidad, tendremos que regularnos nosotros mismos de la mejor manera posible. Para eso, propongo llegar a cierto consenso respecto a ciertas normas de participación, a saber:
>
>1. NO INSULTAR NI UTILIZAR LENGUAJE LESIVO.
>2. NO DESCALIFICAR AL OTRO (“no sabes”, “no entiendes”, “¿dónde estudiaste?”, “no eres profesional”, etc., etc., etc.).
>3. NO CORREGIR EN PÚBLICO. Los traductores somos personas con mucha susceptibilidad, y a nadie le gusta en general que le señalen errores. La mayoría de las veces, además, los errores que se señalan son estupideces. Hay que ser excesivamente puntilloso y tener cierta “mala leche”, por ejemplo, para señalarle a alguien errores que son solamente, y a todas luces, de tipeo. Cuando escribimos en estos lugares no lo hacemos con el celo con el que traducimos o escribimos. Por favor, basta de señalarnos entre nativos que “te ha faltado una r”, “te ha faltado una s”. Ahora bien, si no podemos resistir la tentación de hacerlo, HAGÁMOSLO POR PRIVADO. Eso ayudará a mejorar el clima del foro.
>4. NO CALIFIQUEMOS AL OTRO NI A SUS PREGUNTAS. No importa quién pregunta, para qué, por qué, con qué intención o con qué conocimientos. (“tú dices eso porque eres mujer/hombre/negro/judío/católico/ateo/ortodoxo/fascista/comunista/viejo/joven/español/latino/“gallego”/“sudaca”/ignorante/erudito/ etc., etc., etc.)
>5. NO SER TERMINANTE EN NUESTRAS AFIRMACIONES. ¿Quién sabe, después de todo, cómo son las cosas? ¿Quién es el dueño de la verdad? Colegas: no olvidemos nuestro radical estado de ignorancia. Borges decía que la filosofía era un “respetado sistema de confusiones”. Evitemos dogmatismos, porque no conducen a nada. En última instancia: ¿a quién le importa lo que nosotros discutimos aquí? Somos poquitos: cuidémonos, entonces.
>
>Repito, como no hay ADMINISTRADOR, sólo nosotros podremos cumplir estas normas. Propongo que, cuando alguien agreda, insulte, descalifique o demás, tengamos la PRUDENCIA y la SABIDURÍA de no contestar, de dejar a esa persona hablando sola. (Yo ya lo he hecho en este foro, y créanme que funciona). Porque si respondemos a la agresión, eso genera otra, y luego otra, y eso no tiene final.
>
>En fin, tomen esto como una sugerencia y, acaso, un buen intento. Si no les gusta, si no están de acuerdo, ignoren este mensaje o tírenlo a la basura. Lo último que deseo es que este tema termine otra vez en una catarata de insultos y agresiones mutuas.
>
>Saludos!
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>
estoy de acuerdo con vos.
La mayoría de los que comentaron, estoy seguro que también lo está. Lo de las correcciones punti y quisquillosas es lo único que no quieren resignar. Y bueno, que así sea-
Como te habrán roto las bolainas, para que escribieras semejante manifiesto!
"Tomalo con calma..."
Te mando un saludo y otro de Charly
>Alejandro Gonzalez escribe:
>--------------
>Estamos entre todos buscando la manera de evitar las permanentes faltas de respeto y agresiones gratuitas. Creo que eso va a ser casi imposible de conseguir en tanto no haya un ADMINISTRADOR que regule el foro. En los mejores foros de Internet hay personas que se dedican precisamente a controlar el clima del intercambio. Cuando alguien insulta, agrede, provoca o hace un comentario que hiere la convivencia, su mensaje es borrado del foro (y si insiste, lo que se borra es directamente su perfil).
>
>Dado que no contamos con esa posibilidad, tendremos que regularnos nosotros mismos de la mejor manera posible. Para eso, propongo llegar a cierto consenso respecto a ciertas normas de participación, a saber:
>
>1. NO INSULTAR NI UTILIZAR LENGUAJE LESIVO.
>2. NO DESCALIFICAR AL OTRO (“no sabes”, “no entiendes”, “¿dónde estudiaste?”, “no eres profesional”, etc., etc., etc.).
>3. NO CORREGIR EN PÚBLICO. Los traductores somos personas con mucha susceptibilidad, y a nadie le gusta en general que le señalen errores. La mayoría de las veces, además, los errores que se señalan son estupideces. Hay que ser excesivamente puntilloso y tener cierta “mala leche”, por ejemplo, para señalarle a alguien errores que son solamente, y a todas luces, de tipeo. Cuando escribimos en estos lugares no lo hacemos con el celo con el que traducimos o escribimos. Por favor, basta de señalarnos entre nativos que “te ha faltado una r”, “te ha faltado una s”. Ahora bien, si no podemos resistir la tentación de hacerlo, HAGÁMOSLO POR PRIVADO. Eso ayudará a mejorar el clima del foro.
>4. NO CALIFIQUEMOS AL OTRO NI A SUS PREGUNTAS. No importa quién pregunta, para qué, por qué, con qué intención o con qué conocimientos. (“tú dices eso porque eres mujer/hombre/negro/judío/católico/ateo/ortodoxo/fascista/comunista/viejo/joven/español/latino/“gallego”/“sudaca”/ignorante/erudito/ etc., etc., etc.)
>5. NO SER TERMINANTE EN NUESTRAS AFIRMACIONES. ¿Quién sabe, después de todo, cómo son las cosas? ¿Quién es el dueño de la verdad? Colegas: no olvidemos nuestro radical estado de ignorancia. Borges decía que la filosofía era un “respetado sistema de confusiones”. Evitemos dogmatismos, porque no conducen a nada. En última instancia: ¿a quién le importa lo que nosotros discutimos aquí? Somos poquitos: cuidémonos, entonces.
>
>Repito, como no hay ADMINISTRADOR, sólo nosotros podremos cumplir estas normas. Propongo que, cuando alguien agreda, insulte, descalifique o demás, tengamos la PRUDENCIA y la SABIDURÍA de no contestar, de dejar a esa persona hablando sola. (Yo ya lo he hecho en este foro, y créanme que funciona). Porque si respondemos a la agresión, eso genera otra, y luego otra, y eso no tiene final.
>
>En fin, tomen esto como una sugerencia y, acaso, un buen intento. Si no les gusta, si no están de acuerdo, ignoren este mensaje o tírenlo a la basura. Lo último que deseo es que este tema termine otra vez en una catarata de insultos y agresiones mutuas.
>
>Saludos!
>
>
>
Violencia de género
Es el término que se ha generalizado. El concepto de género ha acabado de ser aceptado, con más o menos convicción, en la universidad y en las instancias oficiales, y alude a los valores diferenciales que se adscriben socialmente a cada uno de los s.e.x.o.s a la vez que implica pensarlos de manera relacional.
Desde sectores crítico-feministas pesa el temor de que no se tenga en cuenta la connotación de persistente desigualdad que entraña el concepto de género, que debe remitir a que las relaciones entre los s.e.x.o.s son relaciones de poder. Sin este talante crítico-feminista, se puede caer en el uso del concepto de violencia de género como un eufemismo que bajo la supuesta neutralidad del género pierde por el camino la connotación de poder.
Cuando se contrapone al de violencia doméstica, se señala que el concepto de género apunta a las relaciones hombre-mujer, y no a la familia, como objeto de su interés, para así resaltar que el entorno familiar o la pareja no agotan el tipo de violencia que cabe tener en cuenta; por tanto el rasgo a destacar no sería “el lugar” de la violencia sino cualquier tipo de violencia contra las mujeres “resultado de una estrategia de dominación ejercida por el varón para mantener su posición de poder”. Subsumir la violencia de pareja en el seno familiar como violencia familiar o doméstica implica, además, alinear apriorísticamente a las mujeres con los miembros más dependientes y vulnerables de la unidad familiar, pero que lo son por razones jurídicas – la infancia – o por razones de edad – los mayores – o de discapacidad, y no necesariamente por forzosa y coactiva sumisión (Maqueda, 2006).
Sin embargo, no pocos críticos señalan que precisamente por ese carácter relacional del término “género”, cuando se usa “violencia de género” puede parecer que afecta por igual de hombres a mujeres que de mujeres a hombres, es decir, que se habla de una violencia mutua y equivalente si no se pone de manifiesto explícitamente la desigualdad jerárquica entre mujeres y hombres. Por eso en estos casos se aboga por el término de “violencia (masculina) contra las mujeres”. Dicha violencia no se agota en el maltrato físico sino que incluye las amenazas, la coerción y la privación de libertad tanto en la vida pública como en la privada así como la violencia s.e.x.u.a.l.
El término “violencia de género” es el que da título a la Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre de Medidas de protección integral contra la violencia de género. Sin embargo, y como se examina con más detalle en el capítulo 3, dicha ley ha tenido únicamente en cuenta la violencia familiar de pareja (incluidas “de hecho”) de hombre a mujer. Más allá de su competencia ha quedado toda la violencia s.e.x.u.a.l, así como las mujeres coaccionadas para el trabajo s.e.x.u.a.l o para cualquier otro tipo de trabajo. Así que conviene tener en cuenta que el concepto sociológico de violencia de género, más amplio, será divergente del actual concepto jurídico.
Raquel Osborne “Apuntes sobre violencia de género”
Es el término que se ha generalizado. El concepto de género ha acabado de ser aceptado, con más o menos convicción, en la universidad y en las instancias oficiales, y alude a los valores diferenciales que se adscriben socialmente a cada uno de los s.e.x.o.s a la vez que implica pensarlos de manera relacional.
Desde sectores crítico-feministas pesa el temor de que no se tenga en cuenta la connotación de persistente desigualdad que entraña el concepto de género, que debe remitir a que las relaciones entre los s.e.x.o.s son relaciones de poder. Sin este talante crítico-feminista, se puede caer en el uso del concepto de violencia de género como un eufemismo que bajo la supuesta neutralidad del género pierde por el camino la connotación de poder.
Cuando se contrapone al de violencia doméstica, se señala que el concepto de género apunta a las relaciones hombre-mujer, y no a la familia, como objeto de su interés, para así resaltar que el entorno familiar o la pareja no agotan el tipo de violencia que cabe tener en cuenta; por tanto el rasgo a destacar no sería “el lugar” de la violencia sino cualquier tipo de violencia contra las mujeres “resultado de una estrategia de dominación ejercida por el varón para mantener su posición de poder”. Subsumir la violencia de pareja en el seno familiar como violencia familiar o doméstica implica, además, alinear apriorísticamente a las mujeres con los miembros más dependientes y vulnerables de la unidad familiar, pero que lo son por razones jurídicas – la infancia – o por razones de edad – los mayores – o de discapacidad, y no necesariamente por forzosa y coactiva sumisión (Maqueda, 2006).
Sin embargo, no pocos críticos señalan que precisamente por ese carácter relacional del término “género”, cuando se usa “violencia de género” puede parecer que afecta por igual de hombres a mujeres que de mujeres a hombres, es decir, que se habla de una violencia mutua y equivalente si no se pone de manifiesto explícitamente la desigualdad jerárquica entre mujeres y hombres. Por eso en estos casos se aboga por el término de “violencia (masculina) contra las mujeres”. Dicha violencia no se agota en el maltrato físico sino que incluye las amenazas, la coerción y la privación de libertad tanto en la vida pública como en la privada así como la violencia s.e.x.u.a.l.
El término “violencia de género” es el que da título a la Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre de Medidas de protección integral contra la violencia de género. Sin embargo, y como se examina con más detalle en el capítulo 3, dicha ley ha tenido únicamente en cuenta la violencia familiar de pareja (incluidas “de hecho”) de hombre a mujer. Más allá de su competencia ha quedado toda la violencia s.e.x.u.a.l, así como las mujeres coaccionadas para el trabajo s.e.x.u.a.l o para cualquier otro tipo de trabajo. Así que conviene tener en cuenta que el concepto sociológico de violencia de género, más amplio, será divergente del actual concepto jurídico.
Raquel Osborne “Apuntes sobre violencia de género”
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