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Vamos, es que no puedo dejar de partirme de la risa con algunos de los nombres reales que hay:
* Antonio Bragueta Suelta
* Agustín Cabeza Compostizo
* Román Calavera Calva
* Alberto Comino Grande
* Pascual Conejo Enamorado
* Señor Dios Pujol
* Jesús Están Camino
* Eva Fina Segura
* Margarita Flores del Campo
* Isolina Gato Sardina
* José Luis Lamata Feliz
* Amparo Loro Raro
* Señora Macarrilla Franco
* Miguel Marco Gol
* Ana Mier Decilla
* Catón Nino Garabato
* Rosa Pechoabierto y del Cacho
* Evaristo Piernabierta Zas
* Presentación de Piernas
* José de la Polla
* Ramona Ponte Alegre
* Ana Pulpito Salido
* Emiliano Salido del Pozo
* José Sin Mayordomo
* Pedro Trabajo Cumplido
* Abundio Verdugo de Dios
* Miren Amiano
* Francisco José Folla Doblado
* María Concepción Culo Bonito
* Fernando Coco Cuadrado
* Jose Antonio Larrosa Espinosa
* Marco Cuadrado Redondo
* Jonatan Porrero
* Concha Culo Bonito
* Dolores Delicado (nombre de hombre)
* José Mira Iborra
* Toribio Vaquero Becerro
* Pedro León de la Selva
* Lidia del Toro Manso
* Martín Martín Martín
* Felicidad Paz Amor
* Francisco Javier Marco de la Puerta
* Marcos Cuadros de Madera
* Mª Dolores de la Cabeza
* Paca Bron Franco
* Carmen Conejo Roto
* Justo Prepucio
* Ignacio Salido Salido
* María Jesús Baile Lapieza Compás García
* Manuel Monje Vicioso
RISAS, RISAS, RISAS.
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Unos ejemlpos al respecto, pero CHULO tiene muchísimos significados en el mundo hispanoparlante.
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adjetivo/nombre masculino y femenino
coloquial Esp [persona] Que es insolente y presuntuoso:
aquí nadie te ha faltado ni te ha dejado de faltar, que eres tú muy jovencito para ser tan chulo y para atemorizarme con tus bravatas.
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("Ser un, Ser muy") *Bravucón. Chuleta. adj. Se aplica a sus modales, manera de hablar, etc. Chulesco. (inf. y desp.; "Estar, Ser") Atrevido o exento de miedo o servilismo:
"Ha estado muy chulo con el jefe".
Pincho, rufo. (inf.) *Insolente:
"No te pongas chulo, porque será peor".
(inf.) Presumido o *ufano:
"Iba muy chulo del brazo de una chica muy guapa".
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CHULO
Argentina
Bonito, lindo. Suele usarse en personas mayores de los 40.
Ejemplo : "¡Mirá que chulo es Alan!."
México
Bonito, hermoso.
Ejemplo : "Mira ese niño, está bien chulo."
El Salvador
Guapo
Ejemplo : "Ese tipo está bien chulo, pero ya tiene novia."
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adjetivo/nombre masculino y femenino
coloquial Esp [persona] Que es insolente y presuntuoso:
aquí nadie te ha faltado ni te ha dejado de faltar, que eres tú muy jovencito para ser tan chulo y para atemorizarme con tus bravatas.
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("Ser un, Ser muy") *Bravucón. Chuleta. adj. Se aplica a sus modales, manera de hablar, etc. Chulesco. (inf. y desp.; "Estar, Ser") Atrevido o exento de miedo o servilismo:
"Ha estado muy chulo con el jefe".
Pincho, rufo. (inf.) *Insolente:
"No te pongas chulo, porque será peor".
(inf.) Presumido o *ufano:
"Iba muy chulo del brazo de una chica muy guapa".
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CHULO
Argentina
Bonito, lindo. Suele usarse en personas mayores de los 40.
Ejemplo : "¡Mirá que chulo es Alan!."
México
Bonito, hermoso.
Ejemplo : "Mira ese niño, está bien chulo."
El Salvador
Guapo
Ejemplo : "Ese tipo está bien chulo, pero ya tiene novia."
1. Adjetivos que pueden construirse con ser o estar, independiente de su significado lexico;
El cielo es azul - El cielo esta azul
El es amable - El esta amable
2. Adjetivos que tienen mas de una aceptacion, significado lexico y que se construyen con ser o estar, segun la aceptacion en que sean tomadas;
El nino es bueno - bondadoso: El nino ya esta bueno - sano
Ese chico es muy listo - inteligente; Ese chico ya esta listo para salir - preparado
3.Adjetivos que por su semantica se combinan solo con estar:
Lleno, vacio, contento, descontento, fijo, oculto, florido, harto, desnudo, descalzo, preso, enfermo, maltrecho, suspenso, satisfecho,
Un vaso lleno - que se ha llenado
Un nino desnudo - que se ha desnudado.
Son adjetivos que designan estados, es decir, caracteristicas accidentales, debido al caracter de cambio, modificacion o alternacion q1ue expresan los verbos de los que derivan o con los que se relacionan.
Conteno - contentado: Oculto - ocultado: florido - florecido: harto - hartado: descalzo - descalzado: preso - apresado: enfermo - enfermado
El esta contento: El vaso esta lleno: Ella esta enfadada
Importante - en las construcciones con ser, no se toma en consideracion la posibilidad de cambio:
La hierba es verde - La hierba esta verde
Es calvo - Esta calvo
Mi primo tenia pelo muy bonito, pero ahora esta calvo.
Pedro vive con su madre y esta soltero, pero va a casarse la proxima semana.
Casos dificiles:
El fue muy amable conmigo durante la entrevista - El estuvo muy amable conmigo durante la entrevista.
Ha sido muy valiente esta tarde - Ha estado muy valiente esta tarde.
A veces es muy laconico
La carretera esta ancha - La carretera es ancha.
El cielo es azul - El cielo esta azul
El es amable - El esta amable
2. Adjetivos que tienen mas de una aceptacion, significado lexico y que se construyen con ser o estar, segun la aceptacion en que sean tomadas;
El nino es bueno - bondadoso: El nino ya esta bueno - sano
Ese chico es muy listo - inteligente; Ese chico ya esta listo para salir - preparado
3.Adjetivos que por su semantica se combinan solo con estar:
Lleno, vacio, contento, descontento, fijo, oculto, florido, harto, desnudo, descalzo, preso, enfermo, maltrecho, suspenso, satisfecho,
Un vaso lleno - que se ha llenado
Un nino desnudo - que se ha desnudado.
Son adjetivos que designan estados, es decir, caracteristicas accidentales, debido al caracter de cambio, modificacion o alternacion q1ue expresan los verbos de los que derivan o con los que se relacionan.
Conteno - contentado: Oculto - ocultado: florido - florecido: harto - hartado: descalzo - descalzado: preso - apresado: enfermo - enfermado
El esta contento: El vaso esta lleno: Ella esta enfadada
Importante - en las construcciones con ser, no se toma en consideracion la posibilidad de cambio:
La hierba es verde - La hierba esta verde
Es calvo - Esta calvo
Mi primo tenia pelo muy bonito, pero ahora esta calvo.
Pedro vive con su madre y esta soltero, pero va a casarse la proxima semana.
Casos dificiles:
El fue muy amable conmigo durante la entrevista - El estuvo muy amable conmigo durante la entrevista.
Ha sido muy valiente esta tarde - Ha estado muy valiente esta tarde.
A veces es muy laconico
La carretera esta ancha - La carretera es ancha.
Vamos, es que no puedo dejar de partirme de la risa con algunos de los nombres reales que hay:
* Antonio Bragueta Suelta
* Agustín Cabeza Compostizo
* Román Calavera Calva
* Alberto Comino Grande
* Pascual Conejo Enamorado
* Señor Dios Pujol
* Jesús Están Camino
* Eva Fina Segura
* Margarita Flores del Campo
* Isolina Gato Sardina
* José Luis Lamata Feliz
* Amparo Loro Raro
* Señora Macarrilla Franco
* Miguel Marco Gol
* Ana Mier Decilla
* Catón Nino Garabato
* Rosa Pechoabierto y del Cacho
* Evaristo Piernabierta Zas
* Presentación de Piernas
* José de la Polla
* Ramona Ponte Alegre
* Ana Pulpito Salido
* Emiliano Salido del Pozo
* José Sin Mayordomo
* Pedro Trabajo Cumplido
* Abundio Verdugo de Dios
* Miren Amiano
* Francisco José Folla Doblado
* María Concepción Culo Bonito
* Fernando Coco Cuadrado
* Jose Antonio Larrosa Espinosa
* Marco Cuadrado Redondo
* Jonatan Porrero
* Concha Culo Bonito
* Dolores Delicado (nombre de hombre)
* José Mira Iborra
* Toribio Vaquero Becerro
* Pedro León de la Selva
* Lidia del Toro Manso
* Martín Martín Martín
* Felicidad Paz Amor
* Francisco Javier Marco de la Puerta
* Marcos Cuadros de Madera
* Mª Dolores de la Cabeza
* Paca Bron Franco
* Carmen Conejo Roto
* Justo Prepucio
* Ignacio Salido Salido
* María Jesús Baile Lapieza Compás García
* Manuel Monje Vicioso
RISAS, RISAS, RISAS.
Una buena explicación
AHORA SI QUE NO TENGO DUDAS
Los Reyes Magos son verdad
Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
- ¿Papa?
- Sí, hija, cuéntame
- Oye, quiero... que me digas la verdad
- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido.
- Es que... -titubeó Blanca.
- Dime, hija, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no se, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
-¿Entonces es verdad? -intrrumpió la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que
existen -respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca.
- Entonces no lo entiendo, papá.
- Siéntate, Blanquita, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Blanca se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
- Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
AHORA SI QUE NO TENGO DUDAS
Los Reyes Magos son verdad
Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
- ¿Papa?
- Sí, hija, cuéntame
- Oye, quiero... que me digas la verdad
- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido.
- Es que... -titubeó Blanca.
- Dime, hija, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no se, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
-¿Entonces es verdad? -intrrumpió la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que
existen -respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca.
- Entonces no lo entiendo, papá.
- Siéntate, Blanquita, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Blanca se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
- Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
PEQUEÑO MALENTENDIDO
Una pareja llevaba muchos años de matrimonio y no había logrado tener familia. Tras consultar varios doctores, sin éxito, fueron a ver a un especialista muy renombrado quien, tras muchos estudios, les dijo que la única solución era que buscaran un padre sustituto.
"¿Y qué es un padre sustituto?", pregunta la señora.
"Es un hombre seleccionado con mucho cuidado y que hace, por una única vez, las funciones del esposo para que la mujer quede embarazada".
La señora vacila un poco; pero su marido le dice al doctor que él no tiene ningún inconveniente con tal de ver realizada su ilusión de convertirse en padre. Pocos días después, se contrata a un joven y se hace una cita para que al siguiente domingo por la mañana, cuando se ausente el marido de la casa, vaya y visite a la señora para cumplir su tarea.
Sin embargo, sucedió que un fotógrafo de niños había sido llamado a una casa vecina para retratar a un bebé. Por azar del destino, el hombre se equivocó de domicilio llegando al de la señora:
"Buenos días, señora, vengo por lo del niño".
"Mmm, sí, pase usted. ¿Gusta tomar algo?"
"No, muchas gracias, el alcohol no es bueno para mi trabajo. Lo que quisiera es comenzar cuanto antes".
"Muy bien, ¿le parece si vamos a la habitación?"
"Puede ser allí, pero también me gustaría una aquí, en la sala, dos en la alfombra y otro en el jardín".
"¿Pues cuántos van a ser?", se alarmó la señora.
"Ordinariamente son cinco en cada sesión, pero si la mamá coopera pueden ser más, todo depende", dijo mientras sacaba del portafolios un álbum. "Me gustaría que viera antes algo de lo que he hecho. Tengo una técnica muy especial y única que le ha gustado mucho a mis clientas, por ejemplo, mire el retrato de este niño tan bonito: lo hice en un parque público, a plena luz del día. ¡Cómo se juntó la gente para verme trabajar! Esa vez me ayudaron dos amigos, porque la señora era muy exigente: con nada le podía yo dar gusto y quedarle bien. Para colmo, esa vez tuve que suspender el trabajo porque llegó una ardilla y comenzó a mordisquearme el equipo".
La señora, estupefacta, escuchaba todo esto mientras el fotógrafo continuaba:
"Ahora vea estos mellizos. En esa ocasión sí que me lucí, todo lo hice en menos de cinco minutos: llegué y ¡paf!, dos tomas y mire los gemelos que me salieron.
La señora estaba cada vez más asustada oyendo al fotógrafo que continuaba:
"Con este niño batallé un poco más, porque la mamá era muy nerviosa. Yo le dije: mire señora, usted voltee hacia el otro lado y déjeme hacer todo a mí. Ella se volteó, y así pude yo hacer mi trabajo".
A esta altura, la señora estaba a punto del desmayo. El fotógrafo guardando su álbum le dice:
"¿Quiere que comencemos ya, señora?"
"Cuando usted diga".
"Está bien, voy por mi trípode".
"¿Trípode?", dijo temblando la señora.
"Sí", comenta muy tranquilo el fotógrafo, "es que usted sabe, mi aparato es muy grande y necesito un trípode para apoyarlo y estabilizarlo, porque ni con las dos manos puedo sostenerlo bien... ¿Señora?, ¿señora?... ¡Señoraaaaa!"
"¿Y qué es un padre sustituto?", pregunta la señora.
"Es un hombre seleccionado con mucho cuidado y que hace, por una única vez, las funciones del esposo para que la mujer quede embarazada".
La señora vacila un poco; pero su marido le dice al doctor que él no tiene ningún inconveniente con tal de ver realizada su ilusión de convertirse en padre. Pocos días después, se contrata a un joven y se hace una cita para que al siguiente domingo por la mañana, cuando se ausente el marido de la casa, vaya y visite a la señora para cumplir su tarea.
Sin embargo, sucedió que un fotógrafo de niños había sido llamado a una casa vecina para retratar a un bebé. Por azar del destino, el hombre se equivocó de domicilio llegando al de la señora:
"Buenos días, señora, vengo por lo del niño".
"Mmm, sí, pase usted. ¿Gusta tomar algo?"
"No, muchas gracias, el alcohol no es bueno para mi trabajo. Lo que quisiera es comenzar cuanto antes".
"Muy bien, ¿le parece si vamos a la habitación?"
"Puede ser allí, pero también me gustaría una aquí, en la sala, dos en la alfombra y otro en el jardín".
"¿Pues cuántos van a ser?", se alarmó la señora.
"Ordinariamente son cinco en cada sesión, pero si la mamá coopera pueden ser más, todo depende", dijo mientras sacaba del portafolios un álbum. "Me gustaría que viera antes algo de lo que he hecho. Tengo una técnica muy especial y única que le ha gustado mucho a mis clientas, por ejemplo, mire el retrato de este niño tan bonito: lo hice en un parque público, a plena luz del día. ¡Cómo se juntó la gente para verme trabajar! Esa vez me ayudaron dos amigos, porque la señora era muy exigente: con nada le podía yo dar gusto y quedarle bien. Para colmo, esa vez tuve que suspender el trabajo porque llegó una ardilla y comenzó a mordisquearme el equipo".
La señora, estupefacta, escuchaba todo esto mientras el fotógrafo continuaba:
"Ahora vea estos mellizos. En esa ocasión sí que me lucí, todo lo hice en menos de cinco minutos: llegué y ¡paf!, dos tomas y mire los gemelos que me salieron.
La señora estaba cada vez más asustada oyendo al fotógrafo que continuaba:
"Con este niño batallé un poco más, porque la mamá era muy nerviosa. Yo le dije: mire señora, usted voltee hacia el otro lado y déjeme hacer todo a mí. Ella se volteó, y así pude yo hacer mi trabajo".
A esta altura, la señora estaba a punto del desmayo. El fotógrafo guardando su álbum le dice:
"¿Quiere que comencemos ya, señora?"
"Cuando usted diga".
"Está bien, voy por mi trípode".
"¿Trípode?", dijo temblando la señora.
"Sí", comenta muy tranquilo el fotógrafo, "es que usted sabe, mi aparato es muy grande y necesito un trípode para apoyarlo y estabilizarlo, porque ni con las dos manos puedo sostenerlo bien... ¿Señora?, ¿señora?... ¡Señoraaaaa!"
El traje nuevo del Emperador
por Hans Christian Andersen
Hace muchos años vivía un Emperador que gastaba todas sus rentas en lucir siempre trajes nuevos. Tenía un traje para cada hora de día. La ciudad en que vivía el Emperador era muy movida y alegre. Todos los días llegaban tejedores de todas las partes del mundo para tejer los trajes más maravillosos para el Emperador.
Un día se presentaron dos bandidos que se hacían pasar por tejedores, asegurando tejer las telas más hermosas, con colores y dibujos originales. El Emperador quedó fascinado e inmediatamente entregó a los dos bandidos un buen adelanto en metálico para que se pusieran manos a la obra cuanto antes. Los ladrones montaron un telar y simularon que trabajaban. Y mientras tanto, se suministraban de las sedas más finas y del oro de mejor calidad.
Pero el Emperador, ansioso por ver las telas, envió el viejo y digno ministro a la sala ocupada por los dos supuestos tejedores. Al entrar en el cuarto, el ministro se llevó un buen susto “¡Dios nos ampare! ¡Pero si no veo nada!”. Pero no soltó palabra. Los dos bandidos le rogaron que se acercase y le preguntaron si no encontraba magníficos los colores y los dibujos. Le señalaban el telar vacío y el pobre hombre seguía con los ojos desencajados, sin ver nada. Pero los bandidos insistían: “¿No dices nada del tejido? El hombre, asustado, acabó por decir que le parecía todo muy bonito, maravilloso y que diría al Emperador que le había gustado todo. Y así lo hizo.
Los estafadores pidieron más dinero, más oro, y así lo hicieron. Poco después el Emperador envió otro ministro para inspeccionar el trabajo de los dos bandidos. Y le ocurrió lo mismo que al primero. Pero salió igual de convencido de que había algo, de que el trabajo era formidable. El Emperador quiso ver la maravilla con sus propios ojos. Seguido por su comitiva, se encaminó a la casa de los estafadores. Al entrar no vio nada. Los bandidos le preguntaron sobre el admirable trabajo y el Emperador pensó: “¡Como! Yo no veo nada. Eso es terrible. ¿Seré tonto o acaso no sirvo para emperador? Sería espantoso”. Con miedo de perder su cargo, el emperador dijo: - Oh, sí, es muy bonita. Me gusta mucho. La apruebo. Todos de su séquito le miraban y remiraban. Y no entendían al Emperador que no se cansaba de lanzar elogios a los trajes y a las telas. Y se propuso a estrenar los vestidos en la próxima procesión.
El Emperador condecoró a cada uno de los bribones y los nombró tejedores imperiales. Sin ver nada, el Emperador probó los trajes, delante del espejo. Los probó y los reprobó, sin ver nada de nada. Y todos exclamaban: “¡Qué bien le sienta! ¡Es un traje precioso!”. Fuera, la procesión lo esperaba. Y el Emperador salió y desfiló por las calles del pueblo sin llevar ningún traje. Nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que nada veía, para no ser tenido por incapaz o por estúpido, hasta que exclamó de pronto un niño: - ¡Pero si no lleva nada! - ¡Dios bendito, escuchen la voz de la inocencia! Dijo su padre; y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño. - ¡No lleva nada; es un chiquillo el que dice que no lleva nada! - ¡Pero si no lleva nada! – gritó, al fin, el pueblo entero.
Aquello inquietó al Emperador, pues sospechaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: “Hay que aguantar hasta el fin”. Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la inexistente cola.
por Hans Christian Andersen
Hace muchos años vivía un Emperador que gastaba todas sus rentas en lucir siempre trajes nuevos. Tenía un traje para cada hora de día. La ciudad en que vivía el Emperador era muy movida y alegre. Todos los días llegaban tejedores de todas las partes del mundo para tejer los trajes más maravillosos para el Emperador.
Un día se presentaron dos bandidos que se hacían pasar por tejedores, asegurando tejer las telas más hermosas, con colores y dibujos originales. El Emperador quedó fascinado e inmediatamente entregó a los dos bandidos un buen adelanto en metálico para que se pusieran manos a la obra cuanto antes. Los ladrones montaron un telar y simularon que trabajaban. Y mientras tanto, se suministraban de las sedas más finas y del oro de mejor calidad.
Pero el Emperador, ansioso por ver las telas, envió el viejo y digno ministro a la sala ocupada por los dos supuestos tejedores. Al entrar en el cuarto, el ministro se llevó un buen susto “¡Dios nos ampare! ¡Pero si no veo nada!”. Pero no soltó palabra. Los dos bandidos le rogaron que se acercase y le preguntaron si no encontraba magníficos los colores y los dibujos. Le señalaban el telar vacío y el pobre hombre seguía con los ojos desencajados, sin ver nada. Pero los bandidos insistían: “¿No dices nada del tejido? El hombre, asustado, acabó por decir que le parecía todo muy bonito, maravilloso y que diría al Emperador que le había gustado todo. Y así lo hizo.
Los estafadores pidieron más dinero, más oro, y así lo hicieron. Poco después el Emperador envió otro ministro para inspeccionar el trabajo de los dos bandidos. Y le ocurrió lo mismo que al primero. Pero salió igual de convencido de que había algo, de que el trabajo era formidable. El Emperador quiso ver la maravilla con sus propios ojos. Seguido por su comitiva, se encaminó a la casa de los estafadores. Al entrar no vio nada. Los bandidos le preguntaron sobre el admirable trabajo y el Emperador pensó: “¡Como! Yo no veo nada. Eso es terrible. ¿Seré tonto o acaso no sirvo para emperador? Sería espantoso”. Con miedo de perder su cargo, el emperador dijo: - Oh, sí, es muy bonita. Me gusta mucho. La apruebo. Todos de su séquito le miraban y remiraban. Y no entendían al Emperador que no se cansaba de lanzar elogios a los trajes y a las telas. Y se propuso a estrenar los vestidos en la próxima procesión.
El Emperador condecoró a cada uno de los bribones y los nombró tejedores imperiales. Sin ver nada, el Emperador probó los trajes, delante del espejo. Los probó y los reprobó, sin ver nada de nada. Y todos exclamaban: “¡Qué bien le sienta! ¡Es un traje precioso!”. Fuera, la procesión lo esperaba. Y el Emperador salió y desfiló por las calles del pueblo sin llevar ningún traje. Nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que nada veía, para no ser tenido por incapaz o por estúpido, hasta que exclamó de pronto un niño: - ¡Pero si no lleva nada! - ¡Dios bendito, escuchen la voz de la inocencia! Dijo su padre; y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño. - ¡No lleva nada; es un chiquillo el que dice que no lleva nada! - ¡Pero si no lleva nada! – gritó, al fin, el pueblo entero.
Aquello inquietó al Emperador, pues sospechaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: “Hay que aguantar hasta el fin”. Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la inexistente cola.
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