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21.2.5 Uso de los números para identificar las horas
21.2.5a Para identiicar las horas se usan los nombres de los números (que son
sustantivos) precedidos por el artículo determinado. Este es singular en la una y sus
fracciones (la una y cuarto) y plural en las demás designaciones horarias, incluido el
cero: las cero horas ‘las 12:00 p.m.’. La pregunta sobre la hora se forma en singular:
¿Qué hora es?, aunque también se registra el plural en la lengua coloquial: ¿Qué horas
son?
21.2.5b Son dos, fundamentalmente, las estructuras gramaticales que se usan
para identiicar la hora en el mundo hispánico. La primera se emplea en contextos
institucionales, administrativos y técnicos, y no con la misma extensión en todos
los países. Consiste en designar mediante un número del cero al veintitrés cada una
de las horas del día:
La campaña durará desde mañana lunes hasta el próximo domingo, con horario de 10 a
14 horas y de 16 a 20 horas (País [Esp.] 12/2/1980); Elisa llegó a la estación de Atocha, en
el Talgo 200, a las 13 horas y 17 minutos del lunes 26 de marzo (Gala, Invitados); Eran las
ocho y cuarenta y cuatro minutos (Borges, Ficciones).
Para indicar los minutos, alternan en este sistema la expresión yuxtapuesta (a las
tres veinte, restringida a algunos países) y la coordinada (a las tres y veinte), así como
la presencia y la ausencia de los sustantivos horas y minutos: a las tres horas veinte,
a las tres horas y veinte minutos, a las tres horas y veinte.
21.2.5c En la otra estructura se utilizan solo los numerales del uno al doce y, a in
de evitar la ambigüedad, es frecuente añadir un complemento con de referido a la
parte del día. Estos complementos son variables en función de países y costumbres,
pero gozan de preferencia los subrayados en las nueve de la mañana, las dos de la
tarde, las diez de la noche, las tres de la madrugada (o de la mañana). A las referencias
indicadas cabe añadir del mediodía, que en el español americano suele concebirse
como un punto coincidente con las doce, y en el europeo como un intervalo de límites
difusos: Establecieron una cita para encontrarnos a las dos del mediodía (García Morales,
Lógica); A la una del mediodía, Jano se sumergía en las azuladas aguas de la
piscina (Colinas, Año). En la lengua escrita, la especiicación de la parte del día se
hace a veces recurriendo a la expresión a. m. si es antes de mediodía (las 10 a. m. = las
diez de la mañana) o a p. m. si es después (las 10 p. m. = las diez de la noche).
21.2.5d En este último sistema, las fracciones que exceden de la hora se añaden
mediante la conjunción y: las once y veinticinco de la mañana, las dos y diez. Se considera
incorrecta la variante con la preposición sobre: veinticinco sobre las once. Las
fracciones de quince minutos pueden expresarse en números arábigos, pero lo normal
es que se recurra a las palabras cuarto y media (las nueve y cuarto, las siete y
media). Cuando la fracción supera la media hora, la mención se hace habitualmente
aludiendo a los minutos que faltan para la hora siguiente: {un cuarto ~ al cuarto
~ cuarto} para las siete (variante preferida en la mayor parte de los países americanos)
o las siete menos cuarto (variante más usada en España). Las fracciones de
cuartos de hora no se usan en el sistema de numeración de cero a veintitrés.
21.2.5e Cuando se expresa la hora mediante números arábigos, las fracciones se
indican en minutos del 0 al 59 en ambos sistemas. Para separar en la lengua escrita
las horas de los minutos (y, en su caso, de los segundos), se puede optar entre los dos
puntos y el punto, pero se desaconseja la coma. Así, a las nueve y cuarto corresponden
las opciones las 9:15, las 9.15 y, con los correspondientes símbolos, las 9:15 h, las
9.15 h o las 9 h 15 min.
Manual de la Nueva gramática de la lengua española (NGLE)
© Real Academia Española, 2010
© Asociación de Academias de la Lengua Española, 2010
Espasa Libros, S. L. U.
21.2.5a Para identiicar las horas se usan los nombres de los números (que son
sustantivos) precedidos por el artículo determinado. Este es singular en la una y sus
fracciones (la una y cuarto) y plural en las demás designaciones horarias, incluido el
cero: las cero horas ‘las 12:00 p.m.’. La pregunta sobre la hora se forma en singular:
¿Qué hora es?, aunque también se registra el plural en la lengua coloquial: ¿Qué horas
son?
21.2.5b Son dos, fundamentalmente, las estructuras gramaticales que se usan
para identiicar la hora en el mundo hispánico. La primera se emplea en contextos
institucionales, administrativos y técnicos, y no con la misma extensión en todos
los países. Consiste en designar mediante un número del cero al veintitrés cada una
de las horas del día:
La campaña durará desde mañana lunes hasta el próximo domingo, con horario de 10 a
14 horas y de 16 a 20 horas (País [Esp.] 12/2/1980); Elisa llegó a la estación de Atocha, en
el Talgo 200, a las 13 horas y 17 minutos del lunes 26 de marzo (Gala, Invitados); Eran las
ocho y cuarenta y cuatro minutos (Borges, Ficciones).
Para indicar los minutos, alternan en este sistema la expresión yuxtapuesta (a las
tres veinte, restringida a algunos países) y la coordinada (a las tres y veinte), así como
la presencia y la ausencia de los sustantivos horas y minutos: a las tres horas veinte,
a las tres horas y veinte minutos, a las tres horas y veinte.
21.2.5c En la otra estructura se utilizan solo los numerales del uno al doce y, a in
de evitar la ambigüedad, es frecuente añadir un complemento con de referido a la
parte del día. Estos complementos son variables en función de países y costumbres,
pero gozan de preferencia los subrayados en las nueve de la mañana, las dos de la
tarde, las diez de la noche, las tres de la madrugada (o de la mañana). A las referencias
indicadas cabe añadir del mediodía, que en el español americano suele concebirse
como un punto coincidente con las doce, y en el europeo como un intervalo de límites
difusos: Establecieron una cita para encontrarnos a las dos del mediodía (García Morales,
Lógica); A la una del mediodía, Jano se sumergía en las azuladas aguas de la
piscina (Colinas, Año). En la lengua escrita, la especiicación de la parte del día se
hace a veces recurriendo a la expresión a. m. si es antes de mediodía (las 10 a. m. = las
diez de la mañana) o a p. m. si es después (las 10 p. m. = las diez de la noche).
21.2.5d En este último sistema, las fracciones que exceden de la hora se añaden
mediante la conjunción y: las once y veinticinco de la mañana, las dos y diez. Se considera
incorrecta la variante con la preposición sobre: veinticinco sobre las once. Las
fracciones de quince minutos pueden expresarse en números arábigos, pero lo normal
es que se recurra a las palabras cuarto y media (las nueve y cuarto, las siete y
media). Cuando la fracción supera la media hora, la mención se hace habitualmente
aludiendo a los minutos que faltan para la hora siguiente: {un cuarto ~ al cuarto
~ cuarto} para las siete (variante preferida en la mayor parte de los países americanos)
o las siete menos cuarto (variante más usada en España). Las fracciones de
cuartos de hora no se usan en el sistema de numeración de cero a veintitrés.
21.2.5e Cuando se expresa la hora mediante números arábigos, las fracciones se
indican en minutos del 0 al 59 en ambos sistemas. Para separar en la lengua escrita
las horas de los minutos (y, en su caso, de los segundos), se puede optar entre los dos
puntos y el punto, pero se desaconseja la coma. Así, a las nueve y cuarto corresponden
las opciones las 9:15, las 9.15 y, con los correspondientes símbolos, las 9:15 h, las
9.15 h o las 9 h 15 min.
Manual de la Nueva gramática de la lengua española (NGLE)
© Real Academia Española, 2010
© Asociación de Academias de la Lengua Española, 2010
Espasa Libros, S. L. U.
Unidad en la diversidad
Mucho se habla de la RAE, de sus finciones, de que si hace o no hace. Transcribo aquí un artículo muy interesante al respecto.
"Las academias americanas deben actuar con más fuerza
Tribuna de Opinión
Domingo 31 de Julio de 2011 18:54
Por Tito Drago
La Real Academia Española de la Lengua (RAE) sigue sin incorporar a su diccionario palabras de uso habitual en América. Y en los casos en que las incorpora especifica en qué países, según ella, se utilizan..., pero cuando se trata de vocablos usados solamente en España no lo aclara, pues los considera universales. Eso sí, desde que asumió su actual director general, Víctor García de la Concha, un aspecto positivo es que se ha comenzado a tomar en cuenta las palabras de origen americano.
Podemos citar algunos ejemplos, empezando por abatatar, palabra que en la Argentina se dice de muchas personas que pueden estar abatatadas porque no junan a los abrevalijas. Quizás para un español residente en España esta frase debe ser traducida y en ese caso se diría así: En la Argentina muchas personas pueden estar confundidas porque no se mira (no se juna) deliberadamente a quienes abren valijas en los aeropuertos, o sea que aprovechan la confusión para abrirlas y robar objetos contenidos en ella. (Leer más)
La Real Academia Española de la Lengua (RAE) no incluye en su diccionario(DRAE) la palabra junar, pero sí abatatar, con el significado de "turbar, apocar, confundir" (aclarando que así se la utiliza en Argentina, Bolivia, Honduras, Paraguay y Uruguay). Pero el argentino José Gobello, en su diccionario del lunfardo le da una interpretación mucho más amplia: "Turbar(se), perder la serenidad y el libre uso de las facultades. Por alusión al rubor que saca al rostro la vergüenza y su asociación con el color rojizo que presenta la batata... asustarse, cobrar temor". Gobello es fundador y presidente de la Academia Porteña del Lunfardo, además de periodista y escritor que lleva más de treinta libros editados. Él definió al lunfardo como "un repertorio de palabras, dicho de otra manera, vocabulario, de voces de diverso origen que el hablante de Buenos Aires utiliza, por diversos motivos, en oposición a las que propone la lengua oficial".
Tampoco la RAE incluye todo el significado de las palabras salidero y salidera. Para la Academia salidero es "amigo de salir" y salida "espacio para salir". Pero en la Argentina se utiliza también para referirse al robo que se comete contra alguien que acaba de salir de un banco después de sacar dinero del mismo. O sea que la salidera es una técnica de robo.
Aguantadero es otra palabra que ignora la RAE, pero de mucho uso en América del Sur y que se refiere a un refugio de delincuentes buscados por la ley, donde esperan (aguantan) hasta tener un momento mejor para salir del mismo. Y la última palabra en aparecer en Argentina, también sin figurar en el DRAE, es "motochorros", que se refiere a unas personas que se trasladan en motos, asaltan a otra persona y huyen en esas máquinas. "Chorro" es desde hace muchas décadas sinónimo de ladrón.
Pero para la RAE chorro es una porción de líquido o gas y una caída sucesiva de cosas iguales y menudas, como "un chorro de trigo" o "un chorro de pesetas" y sigue hablando de pesetas, cuando desde hace años esa moneda española fue reemplazada por el euro. También considera que chorro se utiliza para referirse a una salida abundante e impetuosa de algo, poniendo como ejemplo "un chorro de gente". Pero también en algo cede la Academia, pues informa que chorro es sinónimo en Chile ¡solamente en Chile! de ladrón: "que arrebata algún bien a alguien".
Refiriéndonos a estos temas conviene destacar que la responsabilidad acerca de la universalización de nuestra lengua no debe caer solamente sobre la Real Academia Española, sino que deben asumirla también las de los demás países hispanohablantes. Si el idioma es de todos, todos tenemos que cuidarlo."
"Las academias americanas deben actuar con más fuerza
Tribuna de Opinión
Domingo 31 de Julio de 2011 18:54
Por Tito Drago
La Real Academia Española de la Lengua (RAE) sigue sin incorporar a su diccionario palabras de uso habitual en América. Y en los casos en que las incorpora especifica en qué países, según ella, se utilizan..., pero cuando se trata de vocablos usados solamente en España no lo aclara, pues los considera universales. Eso sí, desde que asumió su actual director general, Víctor García de la Concha, un aspecto positivo es que se ha comenzado a tomar en cuenta las palabras de origen americano.
Podemos citar algunos ejemplos, empezando por abatatar, palabra que en la Argentina se dice de muchas personas que pueden estar abatatadas porque no junan a los abrevalijas. Quizás para un español residente en España esta frase debe ser traducida y en ese caso se diría así: En la Argentina muchas personas pueden estar confundidas porque no se mira (no se juna) deliberadamente a quienes abren valijas en los aeropuertos, o sea que aprovechan la confusión para abrirlas y robar objetos contenidos en ella. (Leer más)
La Real Academia Española de la Lengua (RAE) no incluye en su diccionario(DRAE) la palabra junar, pero sí abatatar, con el significado de "turbar, apocar, confundir" (aclarando que así se la utiliza en Argentina, Bolivia, Honduras, Paraguay y Uruguay). Pero el argentino José Gobello, en su diccionario del lunfardo le da una interpretación mucho más amplia: "Turbar(se), perder la serenidad y el libre uso de las facultades. Por alusión al rubor que saca al rostro la vergüenza y su asociación con el color rojizo que presenta la batata... asustarse, cobrar temor". Gobello es fundador y presidente de la Academia Porteña del Lunfardo, además de periodista y escritor que lleva más de treinta libros editados. Él definió al lunfardo como "un repertorio de palabras, dicho de otra manera, vocabulario, de voces de diverso origen que el hablante de Buenos Aires utiliza, por diversos motivos, en oposición a las que propone la lengua oficial".
Tampoco la RAE incluye todo el significado de las palabras salidero y salidera. Para la Academia salidero es "amigo de salir" y salida "espacio para salir". Pero en la Argentina se utiliza también para referirse al robo que se comete contra alguien que acaba de salir de un banco después de sacar dinero del mismo. O sea que la salidera es una técnica de robo.
Aguantadero es otra palabra que ignora la RAE, pero de mucho uso en América del Sur y que se refiere a un refugio de delincuentes buscados por la ley, donde esperan (aguantan) hasta tener un momento mejor para salir del mismo. Y la última palabra en aparecer en Argentina, también sin figurar en el DRAE, es "motochorros", que se refiere a unas personas que se trasladan en motos, asaltan a otra persona y huyen en esas máquinas. "Chorro" es desde hace muchas décadas sinónimo de ladrón.
Pero para la RAE chorro es una porción de líquido o gas y una caída sucesiva de cosas iguales y menudas, como "un chorro de trigo" o "un chorro de pesetas" y sigue hablando de pesetas, cuando desde hace años esa moneda española fue reemplazada por el euro. También considera que chorro se utiliza para referirse a una salida abundante e impetuosa de algo, poniendo como ejemplo "un chorro de gente". Pero también en algo cede la Academia, pues informa que chorro es sinónimo en Chile ¡solamente en Chile! de ladrón: "que arrebata algún bien a alguien".
Refiriéndonos a estos temas conviene destacar que la responsabilidad acerca de la universalización de nuestra lengua no debe caer solamente sobre la Real Academia Española, sino que deben asumirla también las de los demás países hispanohablantes. Si el idioma es de todos, todos tenemos que cuidarlo."
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