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Este cabrón sí que sabe mucho de gilipolladas y gilipollas. De tal palo, tal astilla.
>Barcelona написал:

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>En realidad, todo gira en torno a la diferencia entre ser un gilipollas o ser un cabrón. Los cabrones (véase el documental "Inside Job") viven a expensas de los gilipollas del mundo. Viven de sus necesidades, de sus esperanzas, de sus casas, de su futuro y del futuro de sus hijos, les roban sin aportar riqueza porque son estafadores a gran escala. Ni que decir tiene que los gilipollas somos la inmensa mayoría, que hemos asistido estupefactos a la gigantesca corrupción financiera que ha llevado al mundo a esta trágica crisis.

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>Es posible que consideréis la dualidad gilipollas/cabrones un tanto injusta y esquemática. Pues bien, no tengo alternativa y me reafirmo. Me podéis preguntar: ¿por qué considerar gilipollas a las víctimas de las estafas de las subprimes? Pues muy sencillo: porque los culpables no solo no han ido a la cárcel, sino que han abandonado con indemnizaciones millonarias las empresas que destruyeron. ¿No nos hace sentir eso un poco gilipollas? Los estados de los países occidentales han asistido a la estafa con quejas, subvenciones y poco más. En algunos de esos estados, los cabrones han conseguido meterse en la tarea pública y desregular, liberalizar y allanarse el camino para poder llevar a cabo sus acciones criminales con total impunidad. Cuando sus gigantescas empresas se han hundido al mismo ritmo que crecían sus cuentas personales, se han largado con el botín y en paz. ¿No nos hace sentir todo esto un poco gilipollas?

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>Vamos ahora con la otra actividad indecente por excelencia, que es la compra de valores al descubierto y a la baja. Algunos dicen que estamos a las puertas de una nueva crisis debido al endeudamiento de los estados, la especulación sobre nuestra deuda pública y los ataques contra nuestros bancos. Parece que algo empieza a moverse en la dirección de legislar para que eso no sea posible. De momento, durante algunas semanas los cabrones de las compras a la baja lo tendrán un poco más difícil. La deuda pública potencialmente impagada puede convertirse en bonos basura al cuadrado que hundan de nuevo el sistema.

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>Aquí vamos al cuento de la libertad, de la «mano invisible» de Adam Smith y de que un mercado libre todo lo soluciona y todo lo compensa. Aquí vamos al cuento chino del Tea Party, que cree que el Estado debe minimizarse para no gastar y otros ocupar sus funciones con sus esplendorosas empresas de cabrones. Aquí vamos al liberalismo a ultranza de los Thatcher, Reagan, Bush y compañía (Clinton también siguió desregulando). Aquí vamos a que todo vale en nombre de su deleznable, egoísta y neodarwinista idea de la libertad y de la ley del más fuerte. Se adueñan del mundo y, efectivamente, nos convierten en gilipollas.

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>Nos queda la gris, mediocre y humilde socialdemocracia. Octavio Paz pedía en un breve testamento político que no se utilizasen jamás palabras en mayúscula en política, porque mataban. Socialdemocracia, sí, pero con agallas y plantando cara al mangoneo organizado mediante la fuerza de millones de gilipollas. Somos más y es la única forma de dejar de serlo. ¿Pura utopía? Yo qué sé.

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>Xavier Sardà (periodista)

>El Periódico de Cataluña

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Gilipollas y cabrones (con perdón), artículo de Xavier Sardà
En realidad, todo gira en torno a la diferencia entre ser un gilipollas o ser un cabrón. Los cabrones (véase el documental "Inside Job") viven a expensas de los gilipollas del mundo. Viven de sus necesidades, de sus esperanzas, de sus casas, de su futuro y del futuro de sus hijos, les roban sin aportar riqueza porque son estafadores a gran escala. Ni que decir tiene que los gilipollas somos la inmensa mayoría, que hemos asistido estupefactos a la gigantesca corrupción financiera que ha llevado al mundo a esta trágica crisis.

Es posible que consideréis la dualidad gilipollas/cabrones un tanto injusta y esquemática. Pues bien, no tengo alternativa y me reafirmo. Me podéis preguntar: ¿por qué considerar gilipollas a las víctimas de las estafas de las subprimes? Pues muy sencillo: porque los culpables no solo no han ido a la cárcel, sino que han abandonado con indemnizaciones millonarias las empresas que destruyeron. ¿No nos hace sentir eso un poco gilipollas? Los estados de los países occidentales han asistido a la estafa con quejas, subvenciones y poco más. En algunos de esos estados, los cabrones han conseguido meterse en la tarea pública y desregular, liberalizar y allanarse el camino para poder llevar a cabo sus acciones criminales con total impunidad. Cuando sus gigantescas empresas se han hundido al mismo ritmo que crecían sus cuentas personales, se han largado con el botín y en paz. ¿No nos hace sentir todo esto un poco gilipollas?

Vamos ahora con la otra actividad indecente por excelencia, que es la compra de valores al descubierto y a la baja. Algunos dicen que estamos a las puertas de una nueva crisis debido al endeudamiento de los estados, la especulación sobre nuestra deuda pública y los ataques contra nuestros bancos. Parece que algo empieza a moverse en la dirección de legislar para que eso no sea posible. De momento, durante algunas semanas los cabrones de las compras a la baja lo tendrán un poco más difícil. La deuda pública potencialmente impagada puede convertirse en bonos basura al cuadrado que hundan de nuevo el sistema.

Aquí vamos al cuento de la libertad, de la «mano invisible» de Adam Smith y de que un mercado libre todo lo soluciona y todo lo compensa. Aquí vamos al cuento chino del Tea Party, que cree que el Estado debe minimizarse para no gastar y otros ocupar sus funciones con sus esplendorosas empresas de cabrones. Aquí vamos al liberalismo a ultranza de los Thatcher, Reagan, Bush y compañía (Clinton también siguió desregulando). Aquí vamos a que todo vale en nombre de su deleznable, egoísta y neodarwinista idea de la libertad y de la ley del más fuerte. Se adueñan del mundo y, efectivamente, nos convierten en gilipollas.

Nos queda la gris, mediocre y humilde socialdemocracia. Octavio Paz pedía en un breve testamento político que no se utilizasen jamás palabras en mayúscula en política, porque mataban. Socialdemocracia, sí, pero con agallas y plantando cara al mangoneo organizado mediante la fuerza de millones de gilipollas. Somos más y es la única forma de dejar de serlo. ¿Pura utopía? Yo qué sé.
Xavier Sardà (periodista)
El Periódico de Cataluña
¡Que horrible! es ser una buena persona nada más porque crees que allá arriba hay un Dios que te va a castigar si eres malo.
¡Que horrible! que tu bondad, tu generosidad y tu capacidad de hacer bien, existan nada más porque eres un tonto convencido de que haces méritos para entrar a un paraíso, porque solo quieres quedar bien con un ser que crees que te puede partir en dos con un rayo, en vez de hacerlo por convicción, porque deseas ser un buen tipo.
¡Que fea es la gente!, en especial la mayor, que conduce su espiritualidad con la misma hipocresía de alguien que intenta conseguir un puesto en digamos... una empresa codiciada, porque, si el cielo existiera y se manejara con esa misma falsedad invisible de la que adolecen muchos creyentes, el cielo previsiblemente sería un lugar de mierda, donde todos se portarían bien los primeros cinco días y después, cuando ya tienes el puestico asegurado, demuestras quien eres en verdad y, empieza el desnalgue, como si tú fueras un malandro que migró a un país del primer mundo y estás teniendo buena conducta para quedar bien con los de migración y tu supuesta fachada, está en real como uno de esos curriculums agrandados.
¿Así es el cielo? insisto, ¡que miserable y trágico me resulta un creyente!, que sigue ciertas reglas de humanismo, bondad y bien porque espera algo a cambio, no porque le nace ser así, sino porque espera una recompensa. Defienden la existencia de Dios, dicen creer en él y sin embargo lo tratan como si fuera... un papá idiota, que no puede ver como eres, ignoran el hecho que se supone, dice la leyenda, que Éeeel, sabe qué estás pensando y sabe qué sientes y cómo lo sientes y por lo tanto es imposible engañarlo. Pero tal como diste al defecto por excelencia del creyente arquetípico promedio, prefieren engañarse a si mismos. Engañarse creyendo que hacer algo bueno por conveniencia es los mismo que hacerlo por que te nace... del corazón.
¿Alguna vez han visto a uno de esos asquerosos maleantes persignándose antes de llevar a cabo un asalto, a veces incluso un asesinato?... Hay mucha gente ignorante que intenta ganarse en favor de Dios, o peor, que le pide que algo salga bien, ¡Gracias a Dios que el equipo de mi hijo ganó! - entonces, Dios estaba en contra del equipo de los otros niños -
¡Gracias a Dios que yo me quedé con el trabajo! - ¿entonces Dios quería que los demás se quedaran sin trabajo? - en especial si alguno probablemente lo merecía más que tú.
!Ay, gracias a Dios que mi casa no se calló después del terremoto! - ¿Quiere decir que Dios tiene preferencia por ti, no por tu vecino? - quizás el vecino sea violador de niños y por eso su casa se calló en el terremoto mientras que otras no. -
Eliges creer en la idea más estúpida e absurda en vez de lo lógico, como por ejemplo, algunos ganan porque jugaron mejor simple y llanamente, saliste bien de la operación porque el doctor fue un buen doctor, no porque Dios te quiso salvar a ti, mientras que hay niños con tumores dos pisos más abajo.
¿Por qué no escoges a un paciente de cáncer de hígado al que le diagnosticaron metástasis y te pones a rezar para que se salve, para que veas que pasa al final?, ¿Porqué no hacemos un experimento masivo?, ¿Porqué no llamamos al Papa, al Ayatolá, a los Rabinos y a los profetas locos que salen aullando por la radio haciendo milagros?, ¿Por qué no imprimos todas y cada una de las imágenes de todos los santos que existen y las ponemos alrededor de éste enfermo de cáncer con metástasis?, ¿Por qué no preparamos un enorme espacio con diez, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta millones de creyentes rezando "El Padre nuestro",
cantando hosannas, clavando "Allahu Akbar"?, y poniendo toda la fuerza de esas 50 millones de cabezas juntas a pedir por la sanación de este sujeto, para que veas lo que indefectiblemente va a pasar al final, se va a morir el tipo y no solamente se va a morir, sino que además, él no va a sentir menos dolor que otro paciente
adoleciendo la misma enfermedad en otro hospital al que nadie le reza; Ah no, pero al final un chico que salió a pasear en bicicleta se calló, se fracturó una pierna lo llevaron rapidito al hospital, lo sanaron, al mes puede caminar y gracias a Dios que está bien. Ó que se fracturen cráneo ó que se enfermen de neumonía ó que le detecten a tiempo un cáncer de mama a la señora ó todas esas cosas si hubieran pasado hace cien años habrían firmado tu sentencia de muerte.
Es la medicina la que te salvó, porque el cirujano te operó; fueron diez años de carrera universitaria la que te salvaron y si crees lo contrario bien, cuando tengas un problema ve a la iglesia y no al hospital, pide le al cura que te opere y que éste a su vez le pida al Dios que dirija la mano que sostiene el bisturí, para que veas lo "bien" que va a salir de eso.
Origen europeo, liberal y antiespañol de las corridas de toros
por Ernesto Giménez Caballero
".....Bárbaro turista, escucha bien (te llamo bárbaro porque todo turismo es barbarie), escucha bien:
Yo acepto que las corridas de toros tienen una modalidad brutal, repugnante, plebeya, soez, intolerable.
Yo protesto con más energía que tú, con más coraje que tú, bárbaro turista, contra el sacrificio triste y ridículo de caballos famélicos e inservibles.
Yo me indigno, con indignación pura, testicular, superior a la tuya, lacrimosa de bárbaro sentimental, contra el mucho martirio innecesario que se hace al nobilísimo toro en las corridas.
Ahora bien: Si yo acepto el plebeyismo, la crueldad, la estupidez y la vileza en las corridas de toros, es con una condición imprescindible: la de que tú me reconozcas y aceptes, bárbaro turista, de que esa parte vulgar y soez de las corridas de toros no es española. Sino europea. Archieuropea. Tuya.
Escucha bien:
Las corridas de toros deben su aplebeyamiento actual a la Europa moderna, a esa de la Reforma, a la de los Derechos del Hombre, a la Revolución francesa, a la burguesía liberal del siglo XIX; es decir, a ti, bárbaro turista.

La suerte –suerte bellaca y vil– del picador, del «nuevo caballero»
Las corridas de toros no eran en España una fiesta «nacional y romántica» hasta el siglo XIX. Hasta que la nobleza caballeresca fué desposeída por la burguesía, gracias al movimiento de la Francia napoleónica y de la Inglaterra liberal. Hasta esa época, la fiesta de toros constituyó en España un deporte noble, de caballeros, ligado a un culto popular y milenario, casi divino, por el toro: animal sagrado en la mitología ibérica, mediterránea, antigua.
El caballero toreaba a caballo, ayudado por criados y servidores, ante damas ilustres, ante los monarcas. La fiesta de lancear toros era en la España heroica del seiscientos un sucedáneo viril de la guerra. (Ya lo vió Goya. ¡Goya, vértice de España, entre dos mundos, el noble y el liberal!) Ahora bien: la Revolución francesa derrocó al caballero y lo bajó del caballo, poniendo en su lugar al criado, a la chusma plebeya, cruel, que antes permanecía disciplinada en segundo término. Ese fué el origen histórico del repugnante «picador». El cual, en su odio al caballo como animal aristocrático, no vaciló en entregarle indefenso a las astas del toro.
Del mismo modo se origina el «torero» profesional, especie hispánica que no existió hasta la España moderna. Este «torero» no pudo evitar la parte vil y brutal que le daba la clase social ineducada, violenta, antiintelectual.
Las corridas de toros cristalizan en España como espectáculo nacional al mismo compás que el sistema parlamentario. (Raro era el diputado que no llegaba tarde al Parlamento en día de toros por asistir a la corrida.)
No es, pues, a la España genuina, jerárquica, humana y heroica del seiscientos a la que hay que culpar de la barbarie de las corridas, sino a la España europeizante, burguesa y mixtificada del siglo XIX. No a la cruel España, sino a la Europa humanitaria. A Francia, a los anglosajones: esa Europa que nos envilece y luego nos insulta, a los españoles.
.......
Creador el toro de nuestra fiesta más potente y fuerte –la más potente y fuerte del mundo actual–, hecha con sangre, muerte y sol, al gran estilo antiguo. Esa fiesta que «es un baño de juventud, de la más joven juventud vecina todavía de la animalidad» –como dijo Mauricio Barrès–. Si se salvan y se salvarán las fiestas de toros en España, es porque, en el fondo, constituyen todavía nuestro más alto mito, nuestro sacrificio religioso más profundo. El sacrificio del dios por mano de un sacerdote: el torero ante una concurrencia estremecida de fieles palpitantes. El toro es el mito trágico de España –como diría Nietzche–. Por eso ha llegado a sublimar hasta el cruel y vulgar de su fiesta. Por eso el torero adquiere a veces calidades heroicas, de alta estirpe humana –en su lucha con el toro.
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VICTORIA VICTORIA
 808     4     0    129 дней назад
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