Como hijo de gallegos, en casa estaba prohibido comer carnes en nochebuenas. Solo se podía comer pescado o platos en base a pescado y, los inevitables tomates rellenos con atún.
Los chicos de mi familia envidiábamos a los vecinos que se zampaban tremendos asados¡
Una costumbre curiosa que llevaba mi madre, era, la de doblar las puntas del mantel de tela de la mesa de nochebuena y no se levantaban los platos ni las sobras ni botellas; todo tenía que quedar tal como se usó.
La mesa quedaba con las copas del brindis, los postres, turrones y las frutas secas hasta la mañana siguiente.
Una ves le preguntamos el por que de esa costumbre:
Su respuesta fue:
-Es la mesa de los antepasados.
¿ Algo celtita?
Mis respetos, Вечеринка. Comparto plenamente su punto de vista.
>Ve Cherinka написал:
>--------------
>Éste es un tema interesante para mí, ya que soy catalana (supongo, nací en Cataluña) pero soy hija de inmigrantes del sur y, por lo tanto, mi lengua materna es el español. El resultado ha sido que nunca se me ha considerado catalana porque no suelo hablar en catalán (excepto con los campesinos y gentes sencillas y auténticas a las que les cuesta hablar en español), y he sido víctima de todo tipo de discriminaciones que me han hecho llegar a la conclusión de que se ha desvirtuado el catalán y ha pasado a ser un arma política de los catalanes nacionalistas y clasistas. A pesar de todo y por fortuna, conozco a mucha gente (incluso “catalanes-catalanes”, como asquerosamente se dice aquí) que defiende el bilingüismo en Cataluña.
>Por otra parte, respecto a la aversión por los acentos suramericanos sólo puedo dar mi opinión: me fascinan las lenguas y sus variantes, hasta el punto de haber aprendido a distinguir los distintos acentos de Centroamérica y Suramérica. Me interesan las diferencias léxicas, de giros lingüísticos, de prosodia. Pero reconozco que se da esa discriminación estúpida, que yo atribuyo al miedo de “lo otro” típico del que sufre complejo de inferioridad y teme perder lo suyo. Recuerdo que trabajé un tiempo en una cafetería a la que iban clientes catalanistas, a los que, forzosamente, debía tratar en catalán. Pues bien, les hablaba en catalán, ¡pero con acento venezolano! Tendríais que haber visto sus caras...
>
!
Discutiendo sobre cosas muy trascendentes con mi amigo y colega don Sebastián Olaso, nos encontramos ante la siguiente paradoja:
Supongamos que: “La pelota rompió el jarrón” .
Desde un punto de vista puramente sintáctico, el sujeto de esta oración es: “La pelota”.
Sin embargo, una pelota es un objeto y por ello no podría (semánticamente hablando) haber llevado la acción de motu propio, es decir, sin la intervención de algún otro sujeto. La oración real, entonces, podría haberse leído:
“Alguien rompió el jarrón de un pelotazo.”
y la cosa hubiese sido más simple, porque ese “alguien” sí representa a un sujeto, aunque no sepamos con exactitud, a quién.
Pero el no saber “quién” es ese sujeto, según el criterio del derecho, nos ubica frente a un vacío legal: hay un damnificado, pero no hay determinación fáctica del culpable y esto podría demorar la exigencia de una sanción y/o indemnización punitoria o resarcitoria retroactiva, sin renuncia a otros derechos por parte del actor (que en este caso no sería el sujeto, sino el dueño del objeto del predicado).
Desde el punto de vista policial, el sujeto se dio a la fuga y se desconoce aún su paradero.
Teniendo en cuenta la visión de la sociología, la pelota es un sujeto social reflejo de las masas de trabajadores revelándose ante la explotación capitalista (representada claramente en el jarrón, que era antiguo, con bordes de oro e ideogramas de la dinastía Ming).
Desde un punto de vista arqueológico, la reconstrucción del jarrón podría ayudarnos a descubrir secretos ancestrales. Quizás el arqueólogo no se hubiese acercado a estudiar este jarrón si no hubiera recibido el impacto que generó su ruptura y entonces, el sujeto, deja de ser un anónimo pateador de pelotas, para convertirse en un heroico colaborador de la cultura.
Para la propietaria, todo esto ha sido de una gran pena, ya que el jarrón se lo había heredado la abuela y al sujeto más le valdría no aparecerse a reclamar la pelota.
Psicológicamente hablando, antes de determinar el “quién”, deberíamos indagar acerca de “qué” representa la pelota, qué nos significa o como nos resuena el jarrón, y qué implicancias tiene todo esto respecto de la ruptura y del anonimato del sujeto.
Desde la parapsicología, la pelota claramente fue poseída por el alma en pena de un sujeto que en vida odió al artesano que confeccionó el jarrón (o a su dueña actual o a cualquier otra persona; todo es posible: las almas en pena a veces se confunden).
Desde la física, difícilmente podamos hallar respuestas en cuanto a la existencia del sujeto, pero sí podríamos determinar cuan fuerte ha de haber sido el impacto para quebrar al jarrón en tantos pedazos, o qué hubiese ocurrido si por azar el jarrón no se hubiese interpuesto en la trayectoria directa de la pelota.
Pero el azar entra en el campo de la estadística o, incluso, de alguna corriente filosófica; es decir: ¿Existiría el sujeto si la pelota no hubiese impactado en el jarrón? ¿Se habría oído el estallido del jarrón si un sujeto no hubiese estado allí?
Desde un punto de vista metafísico, todos somos de alguna manera el sujeto que pateo la pelota, y el pesimista nos dirá que nada de esto importa, porque a la larga o a la corta, el jarrón se hubiese destruido igual.
Desde un saber religioso, ese “alguien” o este “todos”, es dios que nos ha puesto una prueba más en el camino.
Astrológicamente hablando, hoy, no fue un buen día para el jarrón.
A los 16 tuve una novia, pero no había pasión.
Entonces decidí que necesitaba una mujer apasionada, con ganas de vivir.
En la facultad salí con una mujer apasionada, pero era demasiado emocional. Todo era terrible, era la reina de los dramas, lloraba todo el tiempo, amenazaba con suicidarse. Entonces decidí que necesitaba una mujer estable.
Cuando tuve 25 años encontré una mujer muy estable, pero aburrida. Era totalmente predecible y nunca la excitaba nada. La vida se hizo tan plomiza que decidí que necesitaba una mujer más emocionante.
A los 28 encontré una mujer excitante, pero no pude seguir su ritmo. Iba de un lado a otro sin detenerse en nada. Hacía cosas impetuosas y coqueteaba con cualquiera que se le cruzara. Me hizo tan miserable como feliz. De entrada fue divertido y energizante, pero sin futuro. Entonces decidí buscar una mujer con alguna ambición.
Cuando llegué a los 31, encontré una chica inteligente, ambiciosa y con los pies sobre la tierra. Decidí casarme. Era tan ambiciosa que me pidió el divorcio y se quedó con todo lo que yo tenía.
Ahora, a los 40, me gustan las mujeres con tetas grandes, buen culo... y punto.
Por fin maduré!
>Mero 2 escribe:
>--------------
>JA, JA, JA
>
>
>
>>El Pelosss escribe:
>>--------------
>>
>>Hay que corregir cuando las cosas están muy mal y yo, evidentemente, lo escribí muy mal. Saludos Amateur.
>>
>>>Amateur escribe:
>>>--------------
>>>
>>>>Гуáче Труáн написал:
>>>>--------------
>>>>2011-02-05 02:04:52 Muchas gracias, Amateur y Cóndor.
>>>>Confío, como siempre, plenamente de vuestra información.
>>>>
>>>>Entonces, cómo es mejor - confío en, o confío de?
>>>
>>>Confiar en algo, en alguien, pero confiar algo a alquien, a algo.
>>>
>>
>
Испанская империя и Российская империя
Monarquía Hispánica e Imperio Ruso: Dos mundos paralelos
Las Españas y las Rusias pasaron de ser "tierras incógnitas" a tener encuentros y desencuentros entre Alaska y California. Con todo, no son pocos los autores que, desde diversos puntos de vista, han señalado paralelismos entre ambos imperios y pueblos, cuya historia muchas veces es incomprendida por el peso de la leyenda negra. Así, desde la historia que piensa hacia el futuro, tratamos de estos poliédricos y curiosos temas con el pana Emilio Acosta Ramos de Venezuela Provincial.
Испанская империя и Российская империя
Monarquía Hispánica e Imperio Ruso: Dos mundos paralelos
Las Españas y las Rusias pasaron de ser "tierras incógnitas" a tener encuentros y desencuentros entre Alaska y California. Con todo, no son pocos los autores que, desde diversos puntos de vista, han señalado paralelismos entre ambos imperios y pueblos, cuya historia muchas veces es incomprendida por el peso de la leyenda negra. Así, desde la historia que piensa hacia el futuro, tratamos de estos poliédricos y curiosos temas con el pana Emilio Acosta Ramos de Venezuela Provincial.
Pero, se trata de una historia que tiene lugar en Polonia (?) a finales de los años treinta o principios de los cuarenta del siglo pasado, cuando el Ejercito Rojo “liberó” los territorios orientales de Polonia (u occidentales de Bielorrusia y de Ucrania). ¿No es así, Carlos? Ya que a la vez están, o estaban, presentes los “ксендз», «военком» y «его экономка, пани Элиза».
Pues bien, si estos territorios polacos son vecinos de la antigua Prusia Oriental, donde están ubicados los famosos yacimientos de ámbar, es probable que históricamente allí utilizaran el ámbar para fines muy dispares, incluso como aditivos a las bebidas.
Personalmente nunca oí nada sobre el té a base de ámbar. Pero hace 8 años, durante mi estancia en el Kaliningrado ruso, en el Königsberg prusiano antiguo, me regalaron, además de las pastillas que tenían que curarme (“¡de todo!”, según los rusos de allí) y hechas a base de ámbar, una botella del Vodka a base, igualmente, de ¡ámbar!
No tengo ni idea como lo hacían aquello, tanto las pastillas, como el vodka. Aquellas pruebas gastronómicas las he sobrevivido, y punto.
Pero, ¿pueden meter, igualmente, los polacos el ámbar a un simple té? Yo que sé, son tan raras las cosas, que encontramos de vez en cuando por este mundo…
Por otra parte, respecto a la aversión por los acentos suramericanos sólo puedo dar mi opinión: me fascinan las lenguas y sus variantes, hasta el punto de haber aprendido a distinguir los distintos acentos de Centroamérica y Suramérica. Me interesan las diferencias léxicas, de giros lingüísticos, de prosodia. Pero reconozco que se da esa discriminación estúpida, que yo atribuyo al miedo de “lo otro” típico del que sufre complejo de inferioridad y teme perder lo suyo. Recuerdo que trabajé un tiempo en una cafetería a la que iban clientes catalanistas, a los que, forzosamente, debía tratar en catalán. Pues bien, les hablaba en catalán, ¡pero con acento venezolano! Tendríais que haber visto sus caras...
con relación a
1. loc. prepos. Que tiene conexión o correspondencia con algo.
2. loc. prepos. con respecto a.
en relación con
1. loc. adv. con relación a.
hacer relación a algo.
1. fr. Tener con ello conexión aquello de que se trata.
2. fr. Der. En los pleitos y causas, dar cuenta al tribunal relatando lo esencial de todo el proceso. [DRAE]
«relación
Con relación a, ‘con respecto a’, también puede decirse en relación con: No tengo nada que declarar en relación con el asunto o con relación al asunto. Cualquiera de las dos formas es preferible a en relación a, cruce de una y otra, hoy usado a menudo en España y América.»
[Seco, Manuel: Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe, 101998, p. 388]
«Es frecuente no emplear la preposición adecuada. Veamos algunos ejemplos en que se emplea indebidamente a por otra preposición:
*a la mayor brevedad
correcto: con la mayor brevedad
*al objeto de
correcto: con (el) objeto de
*al extremo de
correcto: hasta el extremo de
*a lo que se ve
correcto: por lo que se ve
*al punto de + infinitivo
correcto: hasta el punto de + infinitivo
*de acuerdo a
correcto: de acuerdo con
*en honor a (algo o alguien)
correcto: en honor de
(Pero es correcta la expresión en honor a la verdad)
*en relación a
correcto: en relación con / con relación a
*en función a
correcto: en función de
*a mi gusto
correcto: para mi gusto.»
[Gómez Torrego, L.: Manual de español correcto. Madrid: Arco/Libros, 1991, vol. II, p. 193] Hispanoteca.