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Aqui van unas palabritas cuya acepción debería ser incorporada al diccionario, jajajaja.
INESTABLE: Mesa norteamericana de Ines.
ENVERGADURA: Lugar de la anatomía humana en dónde se colocan los condones.
ONDEANDO: Onde estoy CAMARÓN: Aparato enorme que saca fotos.
DECIMAL: Pronunciar equivocadamente.
BECERRO: Que ve u observa una loma o colina.
BERMUDAS: Observar a las que no hablan.
TELEPATÍA: aparato de TV para la hermana de mi mamá.
TELÓN: Tela de 100 metros... o más.
ANÓMALO: Hemorroides.
BERRO: Bastor Alebán.
BARBARISMO: Colección exagerada de muñecas Barbie.
INESTABLE: Mesa norteamericana de Ines.
ENVERGADURA: Lugar de la anatomía humana en dónde se colocan los condones.
ONDEANDO: Onde estoy CAMARÓN: Aparato enorme que saca fotos.
DECIMAL: Pronunciar equivocadamente.
BECERRO: Que ve u observa una loma o colina.
BERMUDAS: Observar a las que no hablan.
TELEPATÍA: aparato de TV para la hermana de mi mamá.
TELÓN: Tela de 100 metros... o más.
ANÓMALO: Hemorroides.
BERRO: Bastor Alebán.
BARBARISMO: Colección exagerada de muñecas Barbie.
Esto va como el culo.
Espero que disfruten esta historia
Esto va como el culo.
Cuando Sebastián Palomeque, harto de sufrir en silencio a sus hemorroides, se decidió a ir al hospital no era consciente del cariz que tomarían las cosas. A Sebastían simplemente ya no le funcionaban los baños de asiento; le había abandonado el toque mágico del remedio de su abuela a base de estramonio, y el frasco de Hemoal tampoco ayudaba. Necesitaba ayuda urgente y especializada si quería recuperar la habilidad de “sentarse”, así que pidió un taxi, se arrodilló en el asiento trasero dándole la espalda al atónito conductor, y pidió ser llevado directamente a urgencias.
En la consulta, de pie y apoyado de codos sobre la camilla, comenzó a notar que algo iba mal en cuanto el primer doctor se fijó en sus posaderas.
- “No puede ser”, barruntó el doctor desconcertado. “Es increíble”. Y añadió dando un grito: “Ribera, ven aquí a ver esto”.
Sebastián no se sorprendió demasiado. El grado de dolor le indicaba a las claras que el nivel de sus varices rectales tenía que ser extraordinario, así que no le alarmó que se requierese una segunda opinión.
Ribera llegó, y asombrado ante el espectáculo, se frotó los ojos hasta hacérselos enrojecer. “Es imposible, pero si es…., esa cosa es igual que ….. ¡Joder! No me atrevo ni a decirlo” comentó a voz en grito.
Sebastían, perplejo, comenzó a tranquilizarles. “Oigan, en mi familia las hemorroides son una cosa singular que se hereda de generación en generación. Supongo que habrán visto pocas como esta, pero por favor. No olviden el juramento hipocrático. ¡Tienen que ayudarme!”
Sin embargo, las voces del doctor Ribera habían alertado a Romualda la celadora. Aquella mujer era un poco bruta, aunque ideal cuando había que disolver a grupos numerosos empeñados en pasar con sus guitarras fuera del horario de visita. Romualda era de Albacete, y muy devota de la Virgen de los Montes. Así que cuando entró al box y se topó con dos doctores observando asombrados un culo, dedicó un solo segundo a contemplar aquella inflamación sanguinolenta y lo tuvo claro.
- “¡Por Dios Santo! Pero si es nuestra señora La Virgen de los Montes.” gritó en éxtasis la albaceteña.
- Ribera, asintió a regañadientes. “La verdad es que tiene un aire innegable. Con su corona, la silueta del niño en brazos, y hasta el arco estrellado en su base”.
- El primer doctor, un hombre de recta formación científica y caracter escéptico a prueba de bombas añadió. “Cierto, una de las pareidolias más asombrosas que me ha tocado tratar. Pero por favor, no olvidemos que hablamos de hemorroides, y que este joven necesita un calmante.”
Podemos imaginar la cara de sorpresa de Sebastián cuando los doctores, ayudados de dos espejos, le enseñaron el casual aspecto de su “maletero”. Lo que no podemos ni imaginar fue el enfado que se agarró cuando oyó el clic del móvil de Romualda, quien saltándose las elementales leyes de la discreción, fotografió aquel “bajorelieve”.
Continuirá
Esto va como el culo.
Cuando Sebastián Palomeque, harto de sufrir en silencio a sus hemorroides, se decidió a ir al hospital no era consciente del cariz que tomarían las cosas. A Sebastían simplemente ya no le funcionaban los baños de asiento; le había abandonado el toque mágico del remedio de su abuela a base de estramonio, y el frasco de Hemoal tampoco ayudaba. Necesitaba ayuda urgente y especializada si quería recuperar la habilidad de “sentarse”, así que pidió un taxi, se arrodilló en el asiento trasero dándole la espalda al atónito conductor, y pidió ser llevado directamente a urgencias.
En la consulta, de pie y apoyado de codos sobre la camilla, comenzó a notar que algo iba mal en cuanto el primer doctor se fijó en sus posaderas.
- “No puede ser”, barruntó el doctor desconcertado. “Es increíble”. Y añadió dando un grito: “Ribera, ven aquí a ver esto”.
Sebastián no se sorprendió demasiado. El grado de dolor le indicaba a las claras que el nivel de sus varices rectales tenía que ser extraordinario, así que no le alarmó que se requierese una segunda opinión.
Ribera llegó, y asombrado ante el espectáculo, se frotó los ojos hasta hacérselos enrojecer. “Es imposible, pero si es…., esa cosa es igual que ….. ¡Joder! No me atrevo ni a decirlo” comentó a voz en grito.
Sebastían, perplejo, comenzó a tranquilizarles. “Oigan, en mi familia las hemorroides son una cosa singular que se hereda de generación en generación. Supongo que habrán visto pocas como esta, pero por favor. No olviden el juramento hipocrático. ¡Tienen que ayudarme!”
Sin embargo, las voces del doctor Ribera habían alertado a Romualda la celadora. Aquella mujer era un poco bruta, aunque ideal cuando había que disolver a grupos numerosos empeñados en pasar con sus guitarras fuera del horario de visita. Romualda era de Albacete, y muy devota de la Virgen de los Montes. Así que cuando entró al box y se topó con dos doctores observando asombrados un culo, dedicó un solo segundo a contemplar aquella inflamación sanguinolenta y lo tuvo claro.
- “¡Por Dios Santo! Pero si es nuestra señora La Virgen de los Montes.” gritó en éxtasis la albaceteña.
- Ribera, asintió a regañadientes. “La verdad es que tiene un aire innegable. Con su corona, la silueta del niño en brazos, y hasta el arco estrellado en su base”.
- El primer doctor, un hombre de recta formación científica y caracter escéptico a prueba de bombas añadió. “Cierto, una de las pareidolias más asombrosas que me ha tocado tratar. Pero por favor, no olvidemos que hablamos de hemorroides, y que este joven necesita un calmante.”
Podemos imaginar la cara de sorpresa de Sebastián cuando los doctores, ayudados de dos espejos, le enseñaron el casual aspecto de su “maletero”. Lo que no podemos ni imaginar fue el enfado que se agarró cuando oyó el clic del móvil de Romualda, quien saltándose las elementales leyes de la discreción, fotografió aquel “bajorelieve”.
Continuirá
Algunas señoras de mediana edad le llamaban apóstata, desvergonzado y descreído, pero los chavales menores de 20 le defendieron y abuchearon a las creyentes iracundas. Sin embargo, la respuesta más favorable la recibió de los seguidores del MEV, que entre risas afirmaron estar dispuestos a elevar al engendro de la foto a los altares de su no-iglesia.
Ante semejante panorama, Palomeque intentó cubrirse el rostro con una chaqueta; nadie le había advertido del show mediático que sus hemorroides habían protagonizado en medio planeta mientras estaba ingresado. Pero una vez más era tarde, su cara apareció en todos los telediarios haciendo pareja con la tristemente famosa imagen de la “virgen de la cueva”. (“Hemos visto la luz, ya tenemos la moneda con su cara y cruz”, cantarían ese año las chirigotas gaditanas). La sociedad de la información global demandaba morbosamente ponerle rostro al “reverso tenebroso”, aquello indudablemente era de interés público.
En los días que siguieron, recibió amenazas de muerte de grupos ultracatólicos, e invitaciones millonarias de Telecinco para ser entrevistado por Belén Esteban. Obama bromeó sobre su historia ante el Congreso, y Ratzinger afirmó que todo aquello era una broma de muy mal gusto “que desagradaba a nuestra señora”.
La celadora Romualda en cambio si aceptó la entrevista con la Esteban, ahora vestía siempre una pañoleta blanca y se expresaba con aire afectado, como quien hablase en nombre de una horda de fieles. Fundó la iglesia de la Santa Pareidolia Albaceteña, y logró vacíar los bolsillos de unos cuantos crédulos lo suficiente como para construir un pequeño templo en el que poder rezar a la Almorrana Divina. Los ateos del pueblo llamaban jocosamente a aquel lugar “el Ora-culo”.
Agobiado por la presión, Palomeque tuvo que esconderse en casa de una ex-novia a la espera de que capease el temporal. Lo logró durante casi 5 días, pero el valor mediático de su historia (lo más grande en la red desde Susan Boyle decían algunos), hizo que su ex terminase por irse de la lengua a cambio de un buen puñado de euros.
Hoy he vuelto a verlo en el telediario. Unos señores de uniforme se lo llevaban esposado a algún umbrío lugar. Al parecer el patronato protector de la imagen original de la Virgen de los Montes había adquirido los derechos de todas las reproducciones de la vieja talla de madera.
Una delegación del Ministerio de Cultura, evitando molestar innecesariamente a los jueces, consideró probado que aquellas hemorroides eran una flagrante reproducción no autorizada de una obra “protegida” por el copyright.
Mientras lo metían en un coche estampado con el logo de la SGAE, le oí reconocer amargado por los micrófonos: “Esto va como el culo”.
Les deseo un muy buen fin de semana a todos.
Saludos ;)
Ante semejante panorama, Palomeque intentó cubrirse el rostro con una chaqueta; nadie le había advertido del show mediático que sus hemorroides habían protagonizado en medio planeta mientras estaba ingresado. Pero una vez más era tarde, su cara apareció en todos los telediarios haciendo pareja con la tristemente famosa imagen de la “virgen de la cueva”. (“Hemos visto la luz, ya tenemos la moneda con su cara y cruz”, cantarían ese año las chirigotas gaditanas). La sociedad de la información global demandaba morbosamente ponerle rostro al “reverso tenebroso”, aquello indudablemente era de interés público.
En los días que siguieron, recibió amenazas de muerte de grupos ultracatólicos, e invitaciones millonarias de Telecinco para ser entrevistado por Belén Esteban. Obama bromeó sobre su historia ante el Congreso, y Ratzinger afirmó que todo aquello era una broma de muy mal gusto “que desagradaba a nuestra señora”.
La celadora Romualda en cambio si aceptó la entrevista con la Esteban, ahora vestía siempre una pañoleta blanca y se expresaba con aire afectado, como quien hablase en nombre de una horda de fieles. Fundó la iglesia de la Santa Pareidolia Albaceteña, y logró vacíar los bolsillos de unos cuantos crédulos lo suficiente como para construir un pequeño templo en el que poder rezar a la Almorrana Divina. Los ateos del pueblo llamaban jocosamente a aquel lugar “el Ora-culo”.
Agobiado por la presión, Palomeque tuvo que esconderse en casa de una ex-novia a la espera de que capease el temporal. Lo logró durante casi 5 días, pero el valor mediático de su historia (lo más grande en la red desde Susan Boyle decían algunos), hizo que su ex terminase por irse de la lengua a cambio de un buen puñado de euros.
Hoy he vuelto a verlo en el telediario. Unos señores de uniforme se lo llevaban esposado a algún umbrío lugar. Al parecer el patronato protector de la imagen original de la Virgen de los Montes había adquirido los derechos de todas las reproducciones de la vieja talla de madera.
Una delegación del Ministerio de Cultura, evitando molestar innecesariamente a los jueces, consideró probado que aquellas hemorroides eran una flagrante reproducción no autorizada de una obra “protegida” por el copyright.
Mientras lo metían en un coche estampado con el logo de la SGAE, le oí reconocer amargado por los micrófonos: “Esto va como el culo”.
Les deseo un muy buen fin de semana a todos.
Saludos ;)
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