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Barcelona, no tendrías a un viejo conocido que les vaya a decir un viejo discurso, sobre las bondades de un viejo capitalismo, del viejo libre mercado?
( Una vieja cerveza es mala consejera para viejos postéos )
( Una vieja cerveza es mala consejera para viejos postéos )
Me impactó que en el año 2002, cuando viajé con mi hija a Moscú, fuimos al mercado y quería comprarle unas frutas nuestras: малина, смородина, вишня, la señora que vendía la fruta dijo: "Compren sin preocupación, mi fruta tiene el certificado de estar libre de radioacción". Imagínese, tantos años, y todavía está vigente todo esto... y estará vigente un montón de años más! Que tristeza...
Cuando v-i-o-lar era un arte y no una atrocidad
Por José Miguel Lorenzo Arribas
«Violar por soldada», es decir, tañer la fídula, o viola, a cambio de una gratificación económica (soldada), que en el mercado era lo que la audiencia, visto el espectáculo juglaresco, tuviera a bien darle en recompensa («çerca de la finada, / quiero de mi servicio de vos prender soldada», en palabras finales del contemporáneo Libro de Alexandre). De esta viola deriva la amplia familia de términos organológico-musicales relativos, como la propia viola, vihuela, violín, violonchelo, violón, y la palabra, hoy en desuso, violero, por la que se identificaba a quien construía el instrumento, hoy sustituida por el galicismo luthier.
http://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/octubre_06/18102006_01.htm
Por José Miguel Lorenzo Arribas
«Violar por soldada», es decir, tañer la fídula, o viola, a cambio de una gratificación económica (soldada), que en el mercado era lo que la audiencia, visto el espectáculo juglaresco, tuviera a bien darle en recompensa («çerca de la finada, / quiero de mi servicio de vos prender soldada», en palabras finales del contemporáneo Libro de Alexandre). De esta viola deriva la amplia familia de términos organológico-musicales relativos, como la propia viola, vihuela, violín, violonchelo, violón, y la palabra, hoy en desuso, violero, por la que se identificaba a quien construía el instrumento, hoy sustituida por el galicismo luthier.
http://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/octubre_06/18102006_01.htm
Cuando v-i-o-lar era un arte y no una atrocidad
Por José Miguel Lorenzo Arribas
«Violar por soldada», es decir, tañer la fídula, o viola, a cambio de una gratificación económica (soldada), que en el mercado era lo que la audiencia, visto el espectáculo juglaresco, tuviera a bien darle en recompensa («çerca de la finada, / quiero de mi servicio de vos prender soldada», en palabras finales del contemporáneo Libro de Alexandre). De esta viola deriva la amplia familia de términos organológico-musicales relativos, como la propia viola, vihuela, violín, violonchelo, violón, y la palabra, hoy en desuso, violero, por la que se identificaba a quien construía el instrumento, hoy sustituida por el galicismo luthier.
http://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/octubre_06/18102006_01.htm
Por José Miguel Lorenzo Arribas
«Violar por soldada», es decir, tañer la fídula, o viola, a cambio de una gratificación económica (soldada), que en el mercado era lo que la audiencia, visto el espectáculo juglaresco, tuviera a bien darle en recompensa («çerca de la finada, / quiero de mi servicio de vos prender soldada», en palabras finales del contemporáneo Libro de Alexandre). De esta viola deriva la amplia familia de términos organológico-musicales relativos, como la propia viola, vihuela, violín, violonchelo, violón, y la palabra, hoy en desuso, violero, por la que se identificaba a quien construía el instrumento, hoy sustituida por el galicismo luthier.
http://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/octubre_06/18102006_01.htm
Cuando v-i-o-lar era un arte y no una atrocidad
Por José Miguel Lorenzo Arribas
El verbo responde fielmente al original latino, violare, cuya raíz etimológica deriva de vis, ‘violencia’ (con el mismo origen), ‘fuerza’. Afortunadamente, la evolución de la sensibilidad social y los cambios en la consideración sobre el sentido patriarcal del honor han ido extendiendo la significación de violar no sólo a todas las mujeres, independientemente de su estado civil, sino a cualquier persona. La agresión s-e-x-u-al, un arma, repito, de intimidación patriarcal, es susceptible hoy de ser empleada contra cualquier semejante, al margen de su edad o su condición s-e-x-ual.
Pero hubo un tiempo en que violar también fue otras cosas, infinitamente más amables y bonitas. Así, Elio Antonio de Nebrija lo recoge como sustantivo, con el significado de sitio plantado de violetas, acepción que todavía hoy figura en el DRAE, aunque realmente haya caído en completo desuso. Antes, en la plena Edad Media, violar tuvo otros sentidos. Escuchemos, si no, el tetrámetro monorrimo del Libro de Apolonio (c. 426):
Luego el otro día, de buena madurgada,
levantóse la dueña ricamient’ adobada,
priso una viola, buena e bien temprada,
e salió al mercado violar por soldada.
Por José Miguel Lorenzo Arribas
El verbo responde fielmente al original latino, violare, cuya raíz etimológica deriva de vis, ‘violencia’ (con el mismo origen), ‘fuerza’. Afortunadamente, la evolución de la sensibilidad social y los cambios en la consideración sobre el sentido patriarcal del honor han ido extendiendo la significación de violar no sólo a todas las mujeres, independientemente de su estado civil, sino a cualquier persona. La agresión s-e-x-u-al, un arma, repito, de intimidación patriarcal, es susceptible hoy de ser empleada contra cualquier semejante, al margen de su edad o su condición s-e-x-ual.
Pero hubo un tiempo en que violar también fue otras cosas, infinitamente más amables y bonitas. Así, Elio Antonio de Nebrija lo recoge como sustantivo, con el significado de sitio plantado de violetas, acepción que todavía hoy figura en el DRAE, aunque realmente haya caído en completo desuso. Antes, en la plena Edad Media, violar tuvo otros sentidos. Escuchemos, si no, el tetrámetro monorrimo del Libro de Apolonio (c. 426):
Luego el otro día, de buena madurgada,
levantóse la dueña ricamient’ adobada,
priso una viola, buena e bien temprada,
e salió al mercado violar por soldada.
Cuando v-i-o-lar era un arte y no una atrocidad
Por José Miguel Lorenzo Arribas
El verbo responde fielmente al original latino, violare, cuya raíz etimológica deriva de vis, ‘violencia’ (con el mismo origen), ‘fuerza’. Afortunadamente, la evolución de la sensibilidad social y los cambios en la consideración sobre el sentido patriarcal del honor han ido extendiendo la significación de violar no sólo a todas las mujeres, independientemente de su estado civil, sino a cualquier persona. La agresión s-e-x-u-al, un arma, repito, de intimidación patriarcal, es susceptible hoy de ser empleada contra cualquier semejante, al margen de su edad o su condición s-e-x-ual.
Pero hubo un tiempo en que violar también fue otras cosas, infinitamente más amables y bonitas. Así, Elio Antonio de Nebrija lo recoge como sustantivo, con el significado de sitio plantado de violetas, acepción que todavía hoy figura en el DRAE, aunque realmente haya caído en completo desuso. Antes, en la plena Edad Media, violar tuvo otros sentidos. Escuchemos, si no, el tetrámetro monorrimo del Libro de Apolonio (c. 426):
Luego el otro día, de buena madurgada,
levantóse la dueña ricamient’ adobada,
priso una viola, buena e bien temprada,
e salió al mercado violar por soldada.
Por José Miguel Lorenzo Arribas
El verbo responde fielmente al original latino, violare, cuya raíz etimológica deriva de vis, ‘violencia’ (con el mismo origen), ‘fuerza’. Afortunadamente, la evolución de la sensibilidad social y los cambios en la consideración sobre el sentido patriarcal del honor han ido extendiendo la significación de violar no sólo a todas las mujeres, independientemente de su estado civil, sino a cualquier persona. La agresión s-e-x-u-al, un arma, repito, de intimidación patriarcal, es susceptible hoy de ser empleada contra cualquier semejante, al margen de su edad o su condición s-e-x-ual.
Pero hubo un tiempo en que violar también fue otras cosas, infinitamente más amables y bonitas. Así, Elio Antonio de Nebrija lo recoge como sustantivo, con el significado de sitio plantado de violetas, acepción que todavía hoy figura en el DRAE, aunque realmente haya caído en completo desuso. Antes, en la plena Edad Media, violar tuvo otros sentidos. Escuchemos, si no, el tetrámetro monorrimo del Libro de Apolonio (c. 426):
Luego el otro día, de buena madurgada,
levantóse la dueña ricamient’ adobada,
priso una viola, buena e bien temprada,
e salió al mercado violar por soldada.
Gilipollas y cabrones (con perdón), artículo de Xavier Sardà
En realidad, todo gira en torno a la diferencia entre ser un gilipollas o ser un cabrón. Los cabrones (véase el documental "Inside Job") viven a expensas de los gilipollas del mundo. Viven de sus necesidades, de sus esperanzas, de sus casas, de su futuro y del futuro de sus hijos, les roban sin aportar riqueza porque son estafadores a gran escala. Ni que decir tiene que los gilipollas somos la inmensa mayoría, que hemos asistido estupefactos a la gigantesca corrupción financiera que ha llevado al mundo a esta trágica crisis.
Es posible que consideréis la dualidad gilipollas/cabrones un tanto injusta y esquemática. Pues bien, no tengo alternativa y me reafirmo. Me podéis preguntar: ¿por qué considerar gilipollas a las víctimas de las estafas de las subprimes? Pues muy sencillo: porque los culpables no solo no han ido a la cárcel, sino que han abandonado con indemnizaciones millonarias las empresas que destruyeron. ¿No nos hace sentir eso un poco gilipollas? Los estados de los países occidentales han asistido a la estafa con quejas, subvenciones y poco más. En algunos de esos estados, los cabrones han conseguido meterse en la tarea pública y desregular, liberalizar y allanarse el camino para poder llevar a cabo sus acciones criminales con total impunidad. Cuando sus gigantescas empresas se han hundido al mismo ritmo que crecían sus cuentas personales, se han largado con el botín y en paz. ¿No nos hace sentir todo esto un poco gilipollas?
Vamos ahora con la otra actividad indecente por excelencia, que es la compra de valores al descubierto y a la baja. Algunos dicen que estamos a las puertas de una nueva crisis debido al endeudamiento de los estados, la especulación sobre nuestra deuda pública y los ataques contra nuestros bancos. Parece que algo empieza a moverse en la dirección de legislar para que eso no sea posible. De momento, durante algunas semanas los cabrones de las compras a la baja lo tendrán un poco más difícil. La deuda pública potencialmente impagada puede convertirse en bonos basura al cuadrado que hundan de nuevo el sistema.
Aquí vamos al cuento de la libertad, de la «mano invisible» de Adam Smith y de que un mercado libre todo lo soluciona y todo lo compensa. Aquí vamos al cuento chino del Tea Party, que cree que el Estado debe minimizarse para no gastar y otros ocupar sus funciones con sus esplendorosas empresas de cabrones. Aquí vamos al liberalismo a ultranza de los Thatcher, Reagan, Bush y compañía (Clinton también siguió desregulando). Aquí vamos a que todo vale en nombre de su deleznable, egoísta y neodarwinista idea de la libertad y de la ley del más fuerte. Se adueñan del mundo y, efectivamente, nos convierten en gilipollas.
Nos queda la gris, mediocre y humilde socialdemocracia. Octavio Paz pedía en un breve testamento político que no se utilizasen jamás palabras en mayúscula en política, porque mataban. Socialdemocracia, sí, pero con agallas y plantando cara al mangoneo organizado mediante la fuerza de millones de gilipollas. Somos más y es la única forma de dejar de serlo. ¿Pura utopía? Yo qué sé.
Xavier Sardà (periodista)
El Periódico de Cataluña
Es posible que consideréis la dualidad gilipollas/cabrones un tanto injusta y esquemática. Pues bien, no tengo alternativa y me reafirmo. Me podéis preguntar: ¿por qué considerar gilipollas a las víctimas de las estafas de las subprimes? Pues muy sencillo: porque los culpables no solo no han ido a la cárcel, sino que han abandonado con indemnizaciones millonarias las empresas que destruyeron. ¿No nos hace sentir eso un poco gilipollas? Los estados de los países occidentales han asistido a la estafa con quejas, subvenciones y poco más. En algunos de esos estados, los cabrones han conseguido meterse en la tarea pública y desregular, liberalizar y allanarse el camino para poder llevar a cabo sus acciones criminales con total impunidad. Cuando sus gigantescas empresas se han hundido al mismo ritmo que crecían sus cuentas personales, se han largado con el botín y en paz. ¿No nos hace sentir todo esto un poco gilipollas?
Vamos ahora con la otra actividad indecente por excelencia, que es la compra de valores al descubierto y a la baja. Algunos dicen que estamos a las puertas de una nueva crisis debido al endeudamiento de los estados, la especulación sobre nuestra deuda pública y los ataques contra nuestros bancos. Parece que algo empieza a moverse en la dirección de legislar para que eso no sea posible. De momento, durante algunas semanas los cabrones de las compras a la baja lo tendrán un poco más difícil. La deuda pública potencialmente impagada puede convertirse en bonos basura al cuadrado que hundan de nuevo el sistema.
Aquí vamos al cuento de la libertad, de la «mano invisible» de Adam Smith y de que un mercado libre todo lo soluciona y todo lo compensa. Aquí vamos al cuento chino del Tea Party, que cree que el Estado debe minimizarse para no gastar y otros ocupar sus funciones con sus esplendorosas empresas de cabrones. Aquí vamos al liberalismo a ultranza de los Thatcher, Reagan, Bush y compañía (Clinton también siguió desregulando). Aquí vamos a que todo vale en nombre de su deleznable, egoísta y neodarwinista idea de la libertad y de la ley del más fuerte. Se adueñan del mundo y, efectivamente, nos convierten en gilipollas.
Nos queda la gris, mediocre y humilde socialdemocracia. Octavio Paz pedía en un breve testamento político que no se utilizasen jamás palabras en mayúscula en política, porque mataban. Socialdemocracia, sí, pero con agallas y plantando cara al mangoneo organizado mediante la fuerza de millones de gilipollas. Somos más y es la única forma de dejar de serlo. ¿Pura utopía? Yo qué sé.
Xavier Sardà (periodista)
El Periódico de Cataluña
Este cabrón sí que sabe mucho de gilipolladas y gilipollas. De tal palo, tal astilla.
>Barcelona написал:
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>En realidad, todo gira en torno a la diferencia entre ser un gilipollas o ser un cabrón. Los cabrones (véase el documental "Inside Job") viven a expensas de los gilipollas del mundo. Viven de sus necesidades, de sus esperanzas, de sus casas, de su futuro y del futuro de sus hijos, les roban sin aportar riqueza porque son estafadores a gran escala. Ni que decir tiene que los gilipollas somos la inmensa mayoría, que hemos asistido estupefactos a la gigantesca corrupción financiera que ha llevado al mundo a esta trágica crisis.
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>Es posible que consideréis la dualidad gilipollas/cabrones un tanto injusta y esquemática. Pues bien, no tengo alternativa y me reafirmo. Me podéis preguntar: ¿por qué considerar gilipollas a las víctimas de las estafas de las subprimes? Pues muy sencillo: porque los culpables no solo no han ido a la cárcel, sino que han abandonado con indemnizaciones millonarias las empresas que destruyeron. ¿No nos hace sentir eso un poco gilipollas? Los estados de los países occidentales han asistido a la estafa con quejas, subvenciones y poco más. En algunos de esos estados, los cabrones han conseguido meterse en la tarea pública y desregular, liberalizar y allanarse el camino para poder llevar a cabo sus acciones criminales con total impunidad. Cuando sus gigantescas empresas se han hundido al mismo ritmo que crecían sus cuentas personales, se han largado con el botín y en paz. ¿No nos hace sentir todo esto un poco gilipollas?
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>Vamos ahora con la otra actividad indecente por excelencia, que es la compra de valores al descubierto y a la baja. Algunos dicen que estamos a las puertas de una nueva crisis debido al endeudamiento de los estados, la especulación sobre nuestra deuda pública y los ataques contra nuestros bancos. Parece que algo empieza a moverse en la dirección de legislar para que eso no sea posible. De momento, durante algunas semanas los cabrones de las compras a la baja lo tendrán un poco más difícil. La deuda pública potencialmente impagada puede convertirse en bonos basura al cuadrado que hundan de nuevo el sistema.
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>Aquí vamos al cuento de la libertad, de la «mano invisible» de Adam Smith y de que un mercado libre todo lo soluciona y todo lo compensa. Aquí vamos al cuento chino del Tea Party, que cree que el Estado debe minimizarse para no gastar y otros ocupar sus funciones con sus esplendorosas empresas de cabrones. Aquí vamos al liberalismo a ultranza de los Thatcher, Reagan, Bush y compañía (Clinton también siguió desregulando). Aquí vamos a que todo vale en nombre de su deleznable, egoísta y neodarwinista idea de la libertad y de la ley del más fuerte. Se adueñan del mundo y, efectivamente, nos convierten en gilipollas.
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>Nos queda la gris, mediocre y humilde socialdemocracia. Octavio Paz pedía en un breve testamento político que no se utilizasen jamás palabras en mayúscula en política, porque mataban. Socialdemocracia, sí, pero con agallas y plantando cara al mangoneo organizado mediante la fuerza de millones de gilipollas. Somos más y es la única forma de dejar de serlo. ¿Pura utopía? Yo qué sé.
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>Xavier Sardà (periodista)
>El Periódico de Cataluña
>
>Barcelona написал:
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>En realidad, todo gira en torno a la diferencia entre ser un gilipollas o ser un cabrón. Los cabrones (véase el documental "Inside Job") viven a expensas de los gilipollas del mundo. Viven de sus necesidades, de sus esperanzas, de sus casas, de su futuro y del futuro de sus hijos, les roban sin aportar riqueza porque son estafadores a gran escala. Ni que decir tiene que los gilipollas somos la inmensa mayoría, que hemos asistido estupefactos a la gigantesca corrupción financiera que ha llevado al mundo a esta trágica crisis.
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>Es posible que consideréis la dualidad gilipollas/cabrones un tanto injusta y esquemática. Pues bien, no tengo alternativa y me reafirmo. Me podéis preguntar: ¿por qué considerar gilipollas a las víctimas de las estafas de las subprimes? Pues muy sencillo: porque los culpables no solo no han ido a la cárcel, sino que han abandonado con indemnizaciones millonarias las empresas que destruyeron. ¿No nos hace sentir eso un poco gilipollas? Los estados de los países occidentales han asistido a la estafa con quejas, subvenciones y poco más. En algunos de esos estados, los cabrones han conseguido meterse en la tarea pública y desregular, liberalizar y allanarse el camino para poder llevar a cabo sus acciones criminales con total impunidad. Cuando sus gigantescas empresas se han hundido al mismo ritmo que crecían sus cuentas personales, se han largado con el botín y en paz. ¿No nos hace sentir todo esto un poco gilipollas?
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>Vamos ahora con la otra actividad indecente por excelencia, que es la compra de valores al descubierto y a la baja. Algunos dicen que estamos a las puertas de una nueva crisis debido al endeudamiento de los estados, la especulación sobre nuestra deuda pública y los ataques contra nuestros bancos. Parece que algo empieza a moverse en la dirección de legislar para que eso no sea posible. De momento, durante algunas semanas los cabrones de las compras a la baja lo tendrán un poco más difícil. La deuda pública potencialmente impagada puede convertirse en bonos basura al cuadrado que hundan de nuevo el sistema.
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>Aquí vamos al cuento de la libertad, de la «mano invisible» de Adam Smith y de que un mercado libre todo lo soluciona y todo lo compensa. Aquí vamos al cuento chino del Tea Party, que cree que el Estado debe minimizarse para no gastar y otros ocupar sus funciones con sus esplendorosas empresas de cabrones. Aquí vamos al liberalismo a ultranza de los Thatcher, Reagan, Bush y compañía (Clinton también siguió desregulando). Aquí vamos a que todo vale en nombre de su deleznable, egoísta y neodarwinista idea de la libertad y de la ley del más fuerte. Se adueñan del mundo y, efectivamente, nos convierten en gilipollas.
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>Nos queda la gris, mediocre y humilde socialdemocracia. Octavio Paz pedía en un breve testamento político que no se utilizasen jamás palabras en mayúscula en política, porque mataban. Socialdemocracia, sí, pero con agallas y plantando cara al mangoneo organizado mediante la fuerza de millones de gilipollas. Somos más y es la única forma de dejar de serlo. ¿Pura utopía? Yo qué sé.
>
>Xavier Sardà (periodista)
>El Periódico de Cataluña
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