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Claro que \'amar\' y \'querer\' son sinónimos, pero los cámpos semánticos, que abarcan ambos, no se recubren. No sé si ustedes recuerdan el famoso: No me basta mi Dios para quererte...". Se puede perfectamente querer a Dios y lo ha dicho un clásico en un poema clásico. No obstante la extensión real del uso del verbo \'querer\' es mayor que la del verbo \'amar\'. Hay cosas que tal vez no podamos amar, tal vez aquellas cosas que no puedan entenderse como sujetos. De ahí lo extraño que nos sonaría: "amo esta piedra". No obstante siempre se puede encontrar una circunstancia en que sea posible pronunciarla. El verbo querer tiene visiblemente dos significaciones claramente distintas: amar y desear. Pero cuando la usamos por amar tiene la misma intensidad que amar, tiene lo mismo de sublime. Mientras que cuando se dice "quiero un chocolate caliente", no tiene nada que ver con el sublime sentimiento amoroso.
Santiago remoto. El Códice no sólo es importante por la antigüedad, el contenido y las extraordinarias “iluminaciones” que atesora, sino porque dota a la peregrinación a Santiago de Compostela de un pasado mucho más remoto.
Colores sublimes. Toda una espléndida gama de colores -verdes, rojos...- despliega el Códice Calixtino, desde el Apóstol a la escritura, desde los titulares a las letras capitulares.
La edición facsímil (VÉASE EN EL PERIÓDICO ABC)que nos ha abierto Luis Alberto de Cuenca, está editada en 1971 por Joyas Bibliográficas, restringida a 700 ejemplares, con estudios de José Filgueira Valverde y Monseñor Guerra Campos. Por otra parte, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas editó, completo, el Códice Calixtino en edición no facsímil.
Según Luis Alberto de Cuenca, en el mercado «es imposible colocar hoy una joya como el Códice Calixtino. Sospecho que puede tratarse del capricho de un psicópata multimillonario. Ahora, si lo han robado para trocear el Códice, habría que trocear a quien lo trocee».
Colores sublimes. Toda una espléndida gama de colores -verdes, rojos...- despliega el Códice Calixtino, desde el Apóstol a la escritura, desde los titulares a las letras capitulares.
La edición facsímil (VÉASE EN EL PERIÓDICO ABC)que nos ha abierto Luis Alberto de Cuenca, está editada en 1971 por Joyas Bibliográficas, restringida a 700 ejemplares, con estudios de José Filgueira Valverde y Monseñor Guerra Campos. Por otra parte, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas editó, completo, el Códice Calixtino en edición no facsímil.
Según Luis Alberto de Cuenca, en el mercado «es imposible colocar hoy una joya como el Códice Calixtino. Sospecho que puede tratarse del capricho de un psicópata multimillonario. Ahora, si lo han robado para trocear el Códice, habría que trocear a quien lo trocee».
"Базы" это всё таки не "системы".
Logística no es simplemente almacenmiento-transporte-distribución. Simplificando, se podría decir que la logística parece un puente de coordinación entre la producción y la comercialización.
Me he puesto a buscar cuándo y cómo fue introducido el término "Logística" y he encontrado lo siguiente:
El término l. fue introducido por el general francés nacido en suiza barón de Jomini (1779-1869) en su obra Précis de l'art de la guerre (Compendio del arte de la guerra), 1837, como tercera parte de las cinco en que dividía a éste, derivando su sentido de las responsabilidades del antiguo cargo de «mariscal de logis» o cuartelmaestre general, y definiéndola como «el arte de mover los ejércitos, disponer los pormenores materiales de las marchas y formaciones y establecer los campamentos y acantonamientos sin atrincherar; es decir, de ejecutar las combinaciones de la estrategia y de la táctica sublime». La voz había sido utilizada ya por el coronel inglés H. Lloyd en su Philosophy of war (Filosofía de la guerra), 1813, y por el general francés marqués de Chambray en su Progrés de l'Art de la guerre, 1700-1815, publicada en 1829, para designar lo que hoy es filosofía de la guerra. El tratadista inglés J. W. Bourscheid en su Strategy (Estrategia), 1872, la aplicó al actual concepto de estrategia. El general español Almirante la derivaba del griego logistikos (arte de calcular) y en su Diccionario militar (1873) satirizaba sobre la nueva acepción, proponiendo suprimirla. El general francés barón de Bardin (1774-1840) y otros la derivan del logista latino, que era administrador o intendente en los ejércitos romano y bizantino. En controversia con Jomini, el coronel suizo W. Rüstow (1821-78), apoyado en la etimología griega, la definió como «ciencia del Estado Mayor», explicando que entre el pensamiento estratégico y su desarrollo táctico, está el cálculo de las condiciones de tiempo y espacio en que han de ejecutarse las decisiones del mando. Adjudicaba a la l. una función demasiado subalterna, sin adivinar que algún día la «idea estratégica» podría nacer como consecuencia de cálculos logísticos y que el progreso técnico la haría crecer hasta el nivel de sus ciencias hermanas en el Arte militar. En cambio Jomini predijo a la l. el lugar privilegiado que hoy ocupa, pues la conducción de las operaciones tiene actualmente dos elementos básicos: el logístico y el operativo y las funciones del Estado Mayor son auxiliar al jefe en ambos ámbitos y no sólo en el de movimientos y abastecimientos....."
Logística no es simplemente almacenmiento-transporte-distribución. Simplificando, se podría decir que la logística parece un puente de coordinación entre la producción y la comercialización.
Me he puesto a buscar cuándo y cómo fue introducido el término "Logística" y he encontrado lo siguiente:
El término l. fue introducido por el general francés nacido en suiza barón de Jomini (1779-1869) en su obra Précis de l'art de la guerre (Compendio del arte de la guerra), 1837, como tercera parte de las cinco en que dividía a éste, derivando su sentido de las responsabilidades del antiguo cargo de «mariscal de logis» o cuartelmaestre general, y definiéndola como «el arte de mover los ejércitos, disponer los pormenores materiales de las marchas y formaciones y establecer los campamentos y acantonamientos sin atrincherar; es decir, de ejecutar las combinaciones de la estrategia y de la táctica sublime». La voz había sido utilizada ya por el coronel inglés H. Lloyd en su Philosophy of war (Filosofía de la guerra), 1813, y por el general francés marqués de Chambray en su Progrés de l'Art de la guerre, 1700-1815, publicada en 1829, para designar lo que hoy es filosofía de la guerra. El tratadista inglés J. W. Bourscheid en su Strategy (Estrategia), 1872, la aplicó al actual concepto de estrategia. El general español Almirante la derivaba del griego logistikos (arte de calcular) y en su Diccionario militar (1873) satirizaba sobre la nueva acepción, proponiendo suprimirla. El general francés barón de Bardin (1774-1840) y otros la derivan del logista latino, que era administrador o intendente en los ejércitos romano y bizantino. En controversia con Jomini, el coronel suizo W. Rüstow (1821-78), apoyado en la etimología griega, la definió como «ciencia del Estado Mayor», explicando que entre el pensamiento estratégico y su desarrollo táctico, está el cálculo de las condiciones de tiempo y espacio en que han de ejecutarse las decisiones del mando. Adjudicaba a la l. una función demasiado subalterna, sin adivinar que algún día la «idea estratégica» podría nacer como consecuencia de cálculos logísticos y que el progreso técnico la haría crecer hasta el nivel de sus ciencias hermanas en el Arte militar. En cambio Jomini predijo a la l. el lugar privilegiado que hoy ocupa, pues la conducción de las operaciones tiene actualmente dos elementos básicos: el logístico y el operativo y las funciones del Estado Mayor son auxiliar al jefe en ambos ámbitos y no sólo en el de movimientos y abastecimientos....."
"Desde hace largo tiempo sabemos que muchas de las cosas —no todas—
que se cuentan a la gente sobre los «germanos» son falsas. El germano no era
tan probo, tan sincero, leal y honrado, tan justo y desinteresado, como lo viene
presentando desde hace tanto tiempo la imagen tradicional y que en Alemania
precisamente se ha convertido en la versión oficial. O sólo lo fue en un esta-
dio temprano de su evolución. Los valores tradicionales de la leyenda heroica
germana, de la ideología política, así como la ilusión del «noble pueblo» de
los alemanes, de sus rasgos sublimes de honradez y lealtad, es algo que suena
a cliché kitsch. La imagen del «libro de lectura de los germanos» es falsa y,
sobre todo, responde a una inspiración antitética, ya que en buena parte es una
«contrafigura del romano». Y tanto más peligroso cuanto que —entre otras
cosas— a finales del siglo xix, y a través de la identificación entre vieja cultu-
ra alemana y vieja cultura nórdica, habitual desde el romanticismo, cobró una
explosividad política «de cara a las relaciones del "indogermano" con el "se-
mita"» (Von Sea). El «indogermano» se convierte así en una especie de ger-
mano revivido, y con ello en el polo opuesto del judío, como el germano lo
fue del romano en los viejos tiempos... Cual si la humanidad, o una gran parte
de la misma, encajase en la fórmula de Werner Sombart, un berlinés especia-
lista en economía nacional, que figura en su escrito combativo Handler una
Helden (Mercaderes y héroes, 1915).
«Imbuido de militarismo», como él mismo alardea, a Sombart se le apre-
cia entonces «la guerra en sí como algo sagrado, como lo más sagrado sobre
la tierra». Y en forma muy similar pensaban, escribían y predicaban innume-
rables curas campesinos y de los otros, coetáneos suyos (tanto del bando de
Alemania como de sus adversarios).13
En esa imagen tradicional de los germanos hay, sin embargo, una cosa
cierta —entre otras—: su predilección por la disputa, la lucha y la guerra. Tan
cierto, que los propagandistas del cristianismo empezaron aquí".
que se cuentan a la gente sobre los «germanos» son falsas. El germano no era
tan probo, tan sincero, leal y honrado, tan justo y desinteresado, como lo viene
presentando desde hace tanto tiempo la imagen tradicional y que en Alemania
precisamente se ha convertido en la versión oficial. O sólo lo fue en un esta-
dio temprano de su evolución. Los valores tradicionales de la leyenda heroica
germana, de la ideología política, así como la ilusión del «noble pueblo» de
los alemanes, de sus rasgos sublimes de honradez y lealtad, es algo que suena
a cliché kitsch. La imagen del «libro de lectura de los germanos» es falsa y,
sobre todo, responde a una inspiración antitética, ya que en buena parte es una
«contrafigura del romano». Y tanto más peligroso cuanto que —entre otras
cosas— a finales del siglo xix, y a través de la identificación entre vieja cultu-
ra alemana y vieja cultura nórdica, habitual desde el romanticismo, cobró una
explosividad política «de cara a las relaciones del "indogermano" con el "se-
mita"» (Von Sea). El «indogermano» se convierte así en una especie de ger-
mano revivido, y con ello en el polo opuesto del judío, como el germano lo
fue del romano en los viejos tiempos... Cual si la humanidad, o una gran parte
de la misma, encajase en la fórmula de Werner Sombart, un berlinés especia-
lista en economía nacional, que figura en su escrito combativo Handler una
Helden (Mercaderes y héroes, 1915).
«Imbuido de militarismo», como él mismo alardea, a Sombart se le apre-
cia entonces «la guerra en sí como algo sagrado, como lo más sagrado sobre
la tierra». Y en forma muy similar pensaban, escribían y predicaban innume-
rables curas campesinos y de los otros, coetáneos suyos (tanto del bando de
Alemania como de sus adversarios).13
En esa imagen tradicional de los germanos hay, sin embargo, una cosa
cierta —entre otras—: su predilección por la disputa, la lucha y la guerra. Tan
cierto, que los propagandistas del cristianismo empezaron aquí".
España-Rusia Fin del año dual
La Gala de las estrellas del ballet ruso pone el final español a un programa de más de 350 actividades ce.le.bra.das entre España y Rusia durante 2011. De esa colaboración han surgido citas culturales imprescindibles como la exposición de Obras maestras del Museo del Prado en el Museo Ermitage de San Petersburgo (febrero) y su espejo: la muestra Tesoros del Ermitage en el Prado (noviembre). En septiembre, la obra de Salvador Dalí se instaló en el museo Pushkin de Moscú y el viernes el Bolshói acogerá la última actuación de la gira del Ballet Nacional de España con las obras "Dualia" y "La leyenda" en lo que será la clausura rusa del año dual y a la que acudirá la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde.
Los Reyes de España presidieron la velada, a la que también acudieron Trinidad Jiménez, ministra de Asuntos Exteriores en funciones; Alexander Zhukov, viceprimer ministro de la Federación de Rusia; Alexander Kuznetsov, embajador ruso en Madrid; Luis Felipe Fernández de la Peña, embajador español en Moscú; Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid; así como Gregorio Marañón, presidente de la Fundación del Teatro Real, y Miguel Muñiz, director del teatro, entre otros.
Anoche quedó demostrado que la técnica y la pasión que la escuela rusa le imprimió al ballet clásico desde el siglo XVIII han sabido modernizarse y sortear todas las pruebas que la historia ha puesto en su camino. Nombres como Svetlana Zakharova, Yevgeny Ivanchenko, Filipp Stepin, Natalia Osipova, Ivan Vasiliev, Elena Yevseeva, Yuri Smekalov, Anastasia Matvienko y Denis Matvienko, entre otros, probaron ampliamente que el alma eslava es una de las más dotadas para la disciplina, el sacrificio y la emoción pura imprescindibles para convertir en sublime un arte basado, fundamentalmente, en el sufrimiento del cuerpo.
El programa comenzó con el paso a dos clásico con música de Chaikovski y coreografía de Balanchine interpretado por Viktoria Tereshkina y Semyon Chudin. Fueron especialmente emocionantes el paso a dos de "El Corsario de Petipa", interpretado por Anastasia y Denis Matvienko, un bailarín con un giro y una flexibilidad prodigiosas que levantaron la primera ovación unánime de un público tal vez demasiado predispuesto al aplauso compulsivo. "Aguas de primavera", con música de Rachmaninov y coreografía de Messerer, fue puesta en pie por Elena Yevseeva y Yuri Smekalov. "Serenata" con coreografía del italiano Mauro Bigonzetti e interpretada por Natalia Osipova e Ivan Vasiliev resultó ser el claro ejemplo de que los grandes teatros de la tradición clásica pueden adentrarse en los agitados océanos de la danza contemporánea con fuerza y determinación. Aunque "Relevations" con la música de John Williams compuesta originalmente para la película "La lista de Schindler" resultó una apuesta un tanto comercial y traída por los pelos para una gala de estas características. Osipova y Vasiliev, acompañados por las bailarinas del cuerpo de baile del Bolshói, se encargaron de un final un tanto predecible: el "Grand Pas de Don Quijote", pero ejecutado con un nivel de técnica y perfección tales que hacen pensar que es en el canon clásico donde se desenvuelven con todo lo que saben y tienen para ofrecer.
Las escenografías de Vyacheslav Okunev y Alexander Klevetenko resultaron eficaces con la simplicidad de unos cicloramas enmarcados con dibujos de maderas doradas sobre los que se proyectaban pinturas clásicas que hacían recordar aquella película de Akira Kurosawa "Los sueños" en la que los personajes evolucionaban dentro de cuadros soñados por el director japonés.
Todos aquellos que no pudieron asistir a la función, tienen la oportunidad de ver a partir de hoy los mejores momentos de esa noche a través de Palco Digital del Teatro Real (www.palcodigital.com).
Los Reyes de España presidieron la velada, a la que también acudieron Trinidad Jiménez, ministra de Asuntos Exteriores en funciones; Alexander Zhukov, viceprimer ministro de la Federación de Rusia; Alexander Kuznetsov, embajador ruso en Madrid; Luis Felipe Fernández de la Peña, embajador español en Moscú; Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid; así como Gregorio Marañón, presidente de la Fundación del Teatro Real, y Miguel Muñiz, director del teatro, entre otros.
Anoche quedó demostrado que la técnica y la pasión que la escuela rusa le imprimió al ballet clásico desde el siglo XVIII han sabido modernizarse y sortear todas las pruebas que la historia ha puesto en su camino. Nombres como Svetlana Zakharova, Yevgeny Ivanchenko, Filipp Stepin, Natalia Osipova, Ivan Vasiliev, Elena Yevseeva, Yuri Smekalov, Anastasia Matvienko y Denis Matvienko, entre otros, probaron ampliamente que el alma eslava es una de las más dotadas para la disciplina, el sacrificio y la emoción pura imprescindibles para convertir en sublime un arte basado, fundamentalmente, en el sufrimiento del cuerpo.
El programa comenzó con el paso a dos clásico con música de Chaikovski y coreografía de Balanchine interpretado por Viktoria Tereshkina y Semyon Chudin. Fueron especialmente emocionantes el paso a dos de "El Corsario de Petipa", interpretado por Anastasia y Denis Matvienko, un bailarín con un giro y una flexibilidad prodigiosas que levantaron la primera ovación unánime de un público tal vez demasiado predispuesto al aplauso compulsivo. "Aguas de primavera", con música de Rachmaninov y coreografía de Messerer, fue puesta en pie por Elena Yevseeva y Yuri Smekalov. "Serenata" con coreografía del italiano Mauro Bigonzetti e interpretada por Natalia Osipova e Ivan Vasiliev resultó ser el claro ejemplo de que los grandes teatros de la tradición clásica pueden adentrarse en los agitados océanos de la danza contemporánea con fuerza y determinación. Aunque "Relevations" con la música de John Williams compuesta originalmente para la película "La lista de Schindler" resultó una apuesta un tanto comercial y traída por los pelos para una gala de estas características. Osipova y Vasiliev, acompañados por las bailarinas del cuerpo de baile del Bolshói, se encargaron de un final un tanto predecible: el "Grand Pas de Don Quijote", pero ejecutado con un nivel de técnica y perfección tales que hacen pensar que es en el canon clásico donde se desenvuelven con todo lo que saben y tienen para ofrecer.
Las escenografías de Vyacheslav Okunev y Alexander Klevetenko resultaron eficaces con la simplicidad de unos cicloramas enmarcados con dibujos de maderas doradas sobre los que se proyectaban pinturas clásicas que hacían recordar aquella película de Akira Kurosawa "Los sueños" en la que los personajes evolucionaban dentro de cuadros soñados por el director japonés.
Todos aquellos que no pudieron asistir a la función, tienen la oportunidad de ver a partir de hoy los mejores momentos de esa noche a través de Palco Digital del Teatro Real (www.palcodigital.com).
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