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Violencia contra las mujeres
He aquí un término que entrañaría menos equívocos pero que no parece demasiado empleado más allá de cómo una forma “más” del uso común del lenguaje. Entre sus ventajas destaca la de que sirve para acotar el campo de lo definido, dejando fuera la violencia contra el resto de las personas – los varones o contra lo/as niño/as - . Como importante desventaja vemos que el término no aclara la naturaleza (s.e.x.i.sta, machista, patriarcal) de esa violencia, el porqué va dirigida principalmente contra las mujeres. De hecho, contra las mujeres se puede dar violencia que no sea especialmente por razón de género, como por ejemplo robos con violencia.
Una forma de paliar este problema sería el empleo del término Violencia masculina contra las mujeres – propuesta por los grupos de varones profeministas – que junto a otras denominaciones como Violencia machista, Violencia s.e.xista o Violencia patriarcal expresan que nos estamos refiriendo a los casos en que el varón es el responsable de la violencia. El resto de los términos o parece neutro o se centra en las víctimas, sin quedar siempre claro que sean mujeres, y no en los agresores, que permanecen invisibilizados.
Raquel Osborne “Apuntes sobre violencia de género”
>Alejandro Gonzalez escribe:
>--------------
>Es interesante, porque etimológicamente, puede decirse que родина equivale a "nación", el lugar donde uno nace y crece.
Para nombrar nación en ruso existen unas palabras más exactas como, por ejemplo, народ o нация. Por cierto, народ tiene la misma raíz que родина, o sea род-, родиться (nacer), род (familia, clan, tribu, generación) etc. Pero es otro concepto y no sé hasta qué punto es válido introducirlo en la misma secuencia simbólica que nos sugieren los términos en cuestión. Creo que la clave aquí está en la relación emocional con nuestros padres. Отечество de alguna manera alude al padre, si nos fijamos en la etimología de la palabra. Tradicionalmente y en aquella época, cuando Jlébnikov escribió este poema, la figura del padre simbolizaba autoridad, poder, jerarquía, orden etc. Por tanto, отечество más bien se asocia con la patria institucional, estatal, estructural a la que hay que respetar, servir y obedecer como buenos hijos. (Por cierto, al leer “Зачем отечество стало людоедом” me vino inmediatamente en la mente la imagen de Saturno devorando a sus hijos.) En cambio, la palabra родина tiene más bien relación con la tierra donde uno nació. Es una palabra más cálida, más íntima y a la vez es capaz de suscitar sentimientos muy profundos. Además, creo que para cualquier ruso родина es más bien un símbolo femenino y maternal, es la Madre por antonomasia, con toda la complejidad que supone relacionarse con una madre que es poderosa porque el hijo y la hija la necesitan y al mismo tiempo está sometida al poder patriarcal. Es lo que yo he percibido en dos estrofas de Jlébnikov :) Por supuesto, como cualquier poesía, o más bien, buena Poesía, la de Jlébnikov ofrece muchas lecturas y significados. Y además, lo bonito de la Poesía es que es capaz de provocar todo un aluvión de imágenes, alusiones, sentimientos, emociones, estados de ánimo con tan solo dos pinceladas.
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Violencia contra las mujeres
He aquí un término que entrañaría menos equívocos pero que no parece demasiado empleado más allá de cómo una forma “más” del uso común del lenguaje. Entre sus ventajas destaca la de que sirve para acotar el campo de lo definido, dejando fuera la violencia contra el resto de las personas – los varones o contra lo/as niño/as - . Como importante desventaja vemos que el término no aclara la naturaleza (s.e.x.i.sta, machista, patriarcal) de esa violencia, el porqué va dirigida principalmente contra las mujeres. De hecho, contra las mujeres se puede dar violencia que no sea especialmente por razón de género, como por ejemplo robos con violencia.
Una forma de paliar este problema sería el empleo del término Violencia masculina contra las mujeres – propuesta por los grupos de varones profeministas – que junto a otras denominaciones como Violencia machista, Violencia s.e.xista o Violencia patriarcal expresan que nos estamos refiriendo a los casos en que el varón es el responsable de la violencia. El resto de los términos o parece neutro o se centra en las víctimas, sin quedar siempre claro que sean mujeres, y no en los agresores, que permanecen invisibilizados.
Raquel Osborne “Apuntes sobre violencia de género”
He aquí un término que entrañaría menos equívocos pero que no parece demasiado empleado más allá de cómo una forma “más” del uso común del lenguaje. Entre sus ventajas destaca la de que sirve para acotar el campo de lo definido, dejando fuera la violencia contra el resto de las personas – los varones o contra lo/as niño/as - . Como importante desventaja vemos que el término no aclara la naturaleza (s.e.x.i.sta, machista, patriarcal) de esa violencia, el porqué va dirigida principalmente contra las mujeres. De hecho, contra las mujeres se puede dar violencia que no sea especialmente por razón de género, como por ejemplo robos con violencia.
Una forma de paliar este problema sería el empleo del término Violencia masculina contra las mujeres – propuesta por los grupos de varones profeministas – que junto a otras denominaciones como Violencia machista, Violencia s.e.xista o Violencia patriarcal expresan que nos estamos refiriendo a los casos en que el varón es el responsable de la violencia. El resto de los términos o parece neutro o se centra en las víctimas, sin quedar siempre claro que sean mujeres, y no en los agresores, que permanecen invisibilizados.
Raquel Osborne “Apuntes sobre violencia de género”
Cuando v-i-o-lar era un arte y no una atrocidad
Por José Miguel Lorenzo Arribas
El verbo responde fielmente al original latino, violare, cuya raíz etimológica deriva de vis, ‘violencia’ (con el mismo origen), ‘fuerza’. Afortunadamente, la evolución de la sensibilidad social y los cambios en la consideración sobre el sentido patriarcal del honor han ido extendiendo la significación de violar no sólo a todas las mujeres, independientemente de su estado civil, sino a cualquier persona. La agresión s-e-x-u-al, un arma, repito, de intimidación patriarcal, es susceptible hoy de ser empleada contra cualquier semejante, al margen de su edad o su condición s-e-x-ual.
Pero hubo un tiempo en que violar también fue otras cosas, infinitamente más amables y bonitas. Así, Elio Antonio de Nebrija lo recoge como sustantivo, con el significado de sitio plantado de violetas, acepción que todavía hoy figura en el DRAE, aunque realmente haya caído en completo desuso. Antes, en la plena Edad Media, violar tuvo otros sentidos. Escuchemos, si no, el tetrámetro monorrimo del Libro de Apolonio (c. 426):
Luego el otro día, de buena madurgada,
levantóse la dueña ricamient’ adobada,
priso una viola, buena e bien temprada,
e salió al mercado violar por soldada.
Por José Miguel Lorenzo Arribas
El verbo responde fielmente al original latino, violare, cuya raíz etimológica deriva de vis, ‘violencia’ (con el mismo origen), ‘fuerza’. Afortunadamente, la evolución de la sensibilidad social y los cambios en la consideración sobre el sentido patriarcal del honor han ido extendiendo la significación de violar no sólo a todas las mujeres, independientemente de su estado civil, sino a cualquier persona. La agresión s-e-x-u-al, un arma, repito, de intimidación patriarcal, es susceptible hoy de ser empleada contra cualquier semejante, al margen de su edad o su condición s-e-x-ual.
Pero hubo un tiempo en que violar también fue otras cosas, infinitamente más amables y bonitas. Así, Elio Antonio de Nebrija lo recoge como sustantivo, con el significado de sitio plantado de violetas, acepción que todavía hoy figura en el DRAE, aunque realmente haya caído en completo desuso. Antes, en la plena Edad Media, violar tuvo otros sentidos. Escuchemos, si no, el tetrámetro monorrimo del Libro de Apolonio (c. 426):
Luego el otro día, de buena madurgada,
levantóse la dueña ricamient’ adobada,
priso una viola, buena e bien temprada,
e salió al mercado violar por soldada.
Cuando v-i-o-lar era un arte y no una atrocidad
Por José Miguel Lorenzo Arribas
El verbo responde fielmente al original latino, violare, cuya raíz etimológica deriva de vis, ‘violencia’ (con el mismo origen), ‘fuerza’. Afortunadamente, la evolución de la sensibilidad social y los cambios en la consideración sobre el sentido patriarcal del honor han ido extendiendo la significación de violar no sólo a todas las mujeres, independientemente de su estado civil, sino a cualquier persona. La agresión s-e-x-u-al, un arma, repito, de intimidación patriarcal, es susceptible hoy de ser empleada contra cualquier semejante, al margen de su edad o su condición s-e-x-ual.
Pero hubo un tiempo en que violar también fue otras cosas, infinitamente más amables y bonitas. Así, Elio Antonio de Nebrija lo recoge como sustantivo, con el significado de sitio plantado de violetas, acepción que todavía hoy figura en el DRAE, aunque realmente haya caído en completo desuso. Antes, en la plena Edad Media, violar tuvo otros sentidos. Escuchemos, si no, el tetrámetro monorrimo del Libro de Apolonio (c. 426):
Luego el otro día, de buena madurgada,
levantóse la dueña ricamient’ adobada,
priso una viola, buena e bien temprada,
e salió al mercado violar por soldada.
Por José Miguel Lorenzo Arribas
El verbo responde fielmente al original latino, violare, cuya raíz etimológica deriva de vis, ‘violencia’ (con el mismo origen), ‘fuerza’. Afortunadamente, la evolución de la sensibilidad social y los cambios en la consideración sobre el sentido patriarcal del honor han ido extendiendo la significación de violar no sólo a todas las mujeres, independientemente de su estado civil, sino a cualquier persona. La agresión s-e-x-u-al, un arma, repito, de intimidación patriarcal, es susceptible hoy de ser empleada contra cualquier semejante, al margen de su edad o su condición s-e-x-ual.
Pero hubo un tiempo en que violar también fue otras cosas, infinitamente más amables y bonitas. Así, Elio Antonio de Nebrija lo recoge como sustantivo, con el significado de sitio plantado de violetas, acepción que todavía hoy figura en el DRAE, aunque realmente haya caído en completo desuso. Antes, en la plena Edad Media, violar tuvo otros sentidos. Escuchemos, si no, el tetrámetro monorrimo del Libro de Apolonio (c. 426):
Luego el otro día, de buena madurgada,
levantóse la dueña ricamient’ adobada,
priso una viola, buena e bien temprada,
e salió al mercado violar por soldada.
Violencia contra las mujeres
He aquí un término que entrañaría menos equívocos pero que no parece demasiado empleado más allá de cómo una forma “más” del uso común del lenguaje. Entre sus ventajas destaca la de que sirve para acotar el campo de lo definido, dejando fuera la violencia contra el resto de las personas – los varones o contra lo/as niño/as - . Como importante desventaja vemos que el término no aclara la naturaleza (s.e.x.i.sta, machista, patriarcal) de esa violencia, el porqué va dirigida principalmente contra las mujeres. De hecho, contra las mujeres se puede dar violencia que no sea especialmente por razón de género, como por ejemplo robos con violencia.
Una forma de paliar este problema sería el empleo del término Violencia masculina contra las mujeres – propuesta por los grupos de varones profeministas – que junto a otras denominaciones como Violencia machista, Violencia s.e.xista o Violencia patriarcal expresan que nos estamos refiriendo a los casos en que el varón es el responsable de la violencia. El resto de los términos o parece neutro o se centra en las víctimas, sin quedar siempre claro que sean mujeres, y no en los agresores, que permanecen invisibilizados.
Raquel Osborne “Apuntes sobre violencia de género”
Вот пару отрывков из этой статьи:
"La Real Academia Española (RAE) ha recomendado el uso de la expresión "violencia doméstica" y no "de género", y propuso al Gobierno de España, cuando se estaba tramitando el proyecto de ley contra la violencia de género en el año 2004, que se denominara Ley integral contra la violencia doméstica o por razón de s.e.x.o.
A raíz del anuncio del citado Proyecto de Ley, la Academia elaboró un informe sobre la expresión violencia de género, en el que analizaba su origen y la conveniencia de su uso en español. La RAE señala que violencia de género es una traducción del inglés "gender-based violence" o "gender violence", difundida a partir del
Congreso sobre la Mujer realizado en Pekín en 1995, y con la que se identifica la violencia, tanto física como psicológica, que se ejerce contra las mujeres por razón de su s.e.x.o, como consecuencia de su tradicional situación de sometimiento al varón en las sociedades de la estructura patriarcal.....
Lo que hace pocos años era considerado periodísticamente y socialmente un crimen pasional ha pasado mayoritariamente a denominarse con las expresiones genéricas de violencia de género o violencia doméstica. Los expertos en esta materia señalan que no es correcto considerar sinónimas ambas expresiones...."
Rosa Rodríguez Cárcela
(Universidad de Sevilla)
"La Real Academia Española (RAE) ha recomendado el uso de la expresión "violencia doméstica" y no "de género", y propuso al Gobierno de España, cuando se estaba tramitando el proyecto de ley contra la violencia de género en el año 2004, que se denominara Ley integral contra la violencia doméstica o por razón de s.e.x.o.
A raíz del anuncio del citado Proyecto de Ley, la Academia elaboró un informe sobre la expresión violencia de género, en el que analizaba su origen y la conveniencia de su uso en español. La RAE señala que violencia de género es una traducción del inglés "gender-based violence" o "gender violence", difundida a partir del
Congreso sobre la Mujer realizado en Pekín en 1995, y con la que se identifica la violencia, tanto física como psicológica, que se ejerce contra las mujeres por razón de su s.e.x.o, como consecuencia de su tradicional situación de sometimiento al varón en las sociedades de la estructura patriarcal.....
Lo que hace pocos años era considerado periodísticamente y socialmente un crimen pasional ha pasado mayoritariamente a denominarse con las expresiones genéricas de violencia de género o violencia doméstica. Los expertos en esta materia señalan que no es correcto considerar sinónimas ambas expresiones...."
Rosa Rodríguez Cárcela
(Universidad de Sevilla)
>Alejandro Gonzalez escribe:
>--------------
>Es interesante, porque etimológicamente, puede decirse que родина equivale a "nación", el lugar donde uno nace y crece.
Para nombrar nación en ruso existen unas palabras más exactas como, por ejemplo, народ o нация. Por cierto, народ tiene la misma raíz que родина, o sea род-, родиться (nacer), род (familia, clan, tribu, generación) etc. Pero es otro concepto y no sé hasta qué punto es válido introducirlo en la misma secuencia simbólica que nos sugieren los términos en cuestión. Creo que la clave aquí está en la relación emocional con nuestros padres. Отечество de alguna manera alude al padre, si nos fijamos en la etimología de la palabra. Tradicionalmente y en aquella época, cuando Jlébnikov escribió este poema, la figura del padre simbolizaba autoridad, poder, jerarquía, orden etc. Por tanto, отечество más bien se asocia con la patria institucional, estatal, estructural a la que hay que respetar, servir y obedecer como buenos hijos. (Por cierto, al leer “Зачем отечество стало людоедом” me vino inmediatamente en la mente la imagen de Saturno devorando a sus hijos.) En cambio, la palabra родина tiene más bien relación con la tierra donde uno nació. Es una palabra más cálida, más íntima y a la vez es capaz de suscitar sentimientos muy profundos. Además, creo que para cualquier ruso родина es más bien un símbolo femenino y maternal, es la Madre por antonomasia, con toda la complejidad que supone relacionarse con una madre que es poderosa porque el hijo y la hija la necesitan y al mismo tiempo está sometida al poder patriarcal. Es lo que yo he percibido en dos estrofas de Jlébnikov :) Por supuesto, como cualquier poesía, o más bien, buena Poesía, la de Jlébnikov ofrece muchas lecturas y significados. Y además, lo bonito de la Poesía es que es capaz de provocar todo un aluvión de imágenes, alusiones, sentimientos, emociones, estados de ánimo con tan solo dos pinceladas.
Cuando v-i-o-lar era un arte y no una atrocidad
Miércoles, 18 de octubre de 2006
Por José Miguel Lorenzo Arribas
V-i-o-lar, v-i-olación y sus derivados nos remiten a uno de los actos más repugnantes que el ser humano puede efectuar contra sus semejantes. El carácter claramente s-e-x-uado de la acción remite, por otro lado, a una de las amenazas que la sociedad patriarcal impone a las mujeres. Aunque no sean las únicas víctimas de la acción, las cifras son incontestables. La v-i-o-lación es un expresión de la v-i-o-l-encia que ha sido denominada con el calificativo de «terrorismo s-e-xual» por algunas feministas, con razón, y un tema con el que no quiero frivolizar.
En el Código Penal español vigente, de 1995, el delito resultante de la acción de v-i-olar, la v-i-olación, se comprende en su Título VIII: «Delitos contra la libertad e indemnidad s-e-x-uales». Con matices, esta palabra ha mantenido su significado a través de los siglos. Alfonso de Palencia (1490) explicaba que «V-i-olare es corromper, contaminar, ensuziar, fazer algo forzosamente». Poco más de un cien años después, el Tesoro de la lengua (1611) definía el verbo como «corromper la doncella por fuerza», como única acepción, visibilizando a la víctima principal, pero reduciéndola a su condición de soltera y virgen. Afinaba un poco más la edición de 1739 del Diccionario de Autoridades cuando argumentaba que v-i-o-lar «vale también corromper por fuerza a alguna muger, especialmente doncella».
Miércoles, 18 de octubre de 2006
Por José Miguel Lorenzo Arribas
V-i-o-lar, v-i-olación y sus derivados nos remiten a uno de los actos más repugnantes que el ser humano puede efectuar contra sus semejantes. El carácter claramente s-e-x-uado de la acción remite, por otro lado, a una de las amenazas que la sociedad patriarcal impone a las mujeres. Aunque no sean las únicas víctimas de la acción, las cifras son incontestables. La v-i-o-lación es un expresión de la v-i-o-l-encia que ha sido denominada con el calificativo de «terrorismo s-e-xual» por algunas feministas, con razón, y un tema con el que no quiero frivolizar.
En el Código Penal español vigente, de 1995, el delito resultante de la acción de v-i-olar, la v-i-olación, se comprende en su Título VIII: «Delitos contra la libertad e indemnidad s-e-x-uales». Con matices, esta palabra ha mantenido su significado a través de los siglos. Alfonso de Palencia (1490) explicaba que «V-i-olare es corromper, contaminar, ensuziar, fazer algo forzosamente». Poco más de un cien años después, el Tesoro de la lengua (1611) definía el verbo como «corromper la doncella por fuerza», como única acepción, visibilizando a la víctima principal, pero reduciéndola a su condición de soltera y virgen. Afinaba un poco más la edición de 1739 del Diccionario de Autoridades cuando argumentaba que v-i-o-lar «vale también corromper por fuerza a alguna muger, especialmente doncella».
Cuando v-i-o-lar era un arte y no una atrocidad
Miércoles, 18 de octubre de 2006
Por José Miguel Lorenzo Arribas
V-i-o-lar, v-i-olación y sus derivados nos remiten a uno de los actos más repugnantes que el ser humano puede efectuar contra sus semejantes. El carácter claramente s-e-x-uado de la acción remite, por otro lado, a una de las amenazas que la sociedad patriarcal impone a las mujeres. Aunque no sean las únicas víctimas de la acción, las cifras son incontestables. La v-i-o-lación es un expresión de la v-i-o-l-encia que ha sido denominada con el calificativo de «terrorismo s-e-xual» por algunas feministas, con razón, y un tema con el que no quiero frivolizar.
En el Código Penal español vigente, de 1995, el delito resultante de la acción de v-i-olar, la v-i-olación, se comprende en su Título VIII: «Delitos contra la libertad e indemnidad s-e-x-uales». Con matices, esta palabra ha mantenido su significado a través de los siglos. Alfonso de Palencia (1490) explicaba que «V-i-olare es corromper, contaminar, ensuziar, fazer algo forzosamente». Poco más de un cien años después, el Tesoro de la lengua (1611) definía el verbo como «corromper la doncella por fuerza», como única acepción, visibilizando a la víctima principal, pero reduciéndola a su condición de soltera y virgen. Afinaba un poco más la edición de 1739 del Diccionario de Autoridades cuando argumentaba que v-i-o-lar «vale también corromper por fuerza a alguna muger, especialmente doncella».
Miércoles, 18 de octubre de 2006
Por José Miguel Lorenzo Arribas
V-i-o-lar, v-i-olación y sus derivados nos remiten a uno de los actos más repugnantes que el ser humano puede efectuar contra sus semejantes. El carácter claramente s-e-x-uado de la acción remite, por otro lado, a una de las amenazas que la sociedad patriarcal impone a las mujeres. Aunque no sean las únicas víctimas de la acción, las cifras son incontestables. La v-i-o-lación es un expresión de la v-i-o-l-encia que ha sido denominada con el calificativo de «terrorismo s-e-xual» por algunas feministas, con razón, y un tema con el que no quiero frivolizar.
En el Código Penal español vigente, de 1995, el delito resultante de la acción de v-i-olar, la v-i-olación, se comprende en su Título VIII: «Delitos contra la libertad e indemnidad s-e-x-uales». Con matices, esta palabra ha mantenido su significado a través de los siglos. Alfonso de Palencia (1490) explicaba que «V-i-olare es corromper, contaminar, ensuziar, fazer algo forzosamente». Poco más de un cien años después, el Tesoro de la lengua (1611) definía el verbo como «corromper la doncella por fuerza», como única acepción, visibilizando a la víctima principal, pero reduciéndola a su condición de soltera y virgen. Afinaba un poco más la edición de 1739 del Diccionario de Autoridades cuando argumentaba que v-i-o-lar «vale también corromper por fuerza a alguna muger, especialmente doncella».
José Miguel Lorenzo Arribas
"... En castellano, la lista de términos para decir, de una u otra manera, «prostituta», es casi interminable, siendo ya un topos las enumeraciones de los mismos a cargo de escritores (varones) de todas las épocas, que en una especie de ejercicio áulico exhiben una erudición acumulativa de términos que deben considerar graciosa.
En el caso de hoy, vamos a ocuparnos de la palabra ‘cortesana’, ambigua y polisémica, y un buen ejemplo de palabras no simétricas, es decir, aquellas cuyo significado varía según el género gramatical del vocablo, casi siempre peyorativizando el sustantivo femenino. Así, ‘cortesana’ debía ser, sin más la mujer que hace de la vida en la corte su oficio, o quien allí ejercita un honor, como damas, camareras y ayas que pululaban por los pasillos de palacio en los siglos de la Modernidad. Esta palabra, derivada del latín cohors, cohortis, en su variante masculina hace su aparición en forma sustantivada, vía Italia (cortegiano) hacia finales del siglo XV, como recuerda Corominas. Antes, como adjetivo, ‘cortesana/o’ inundó los textos y contextos del movimiento trovadoresco occitano, cuando la cortesía pasó a ser, más que una actitud, un modo de vida y de entender el mundo y sus relaciones. De ese ámbito semántico deriva el verbo «cortejar», pues moverse en la corte debía tener mucho de eso, siempre a expensas de arbitrariedades y favores del poderoso, como los que el dueño del cortijo (de la misma raíz etimológica) ejercía con respecto a quienes malvivían en sus gañanías.
Hoy, el RAE describe ‘cortesana’, en su séptima acepción como «mujer de costumbres libres», definición de regusto tan literario como obsoleto y contraproducente, porque lo que quiere decir realmente es lo que expresa en la entrada ‘dama cortesana’: «ramera de calidad», y nos dejamos de eufemismos. «Mujeres libres» o «sueltas» fueron, desde el siglo XVI, aquellas prostitutas que no ejercían su oficio en la mancebía, y por tanto no se sujetaban a los designios de ningún rufián, perseguidas por las autoridades con mucha mayor saña por cuanto que faltaba el referente masculino de legitimación, necesario en las estructuras de dominio patriarcal. Cuando en noviembre de 1559 se quema en un auto de fe en Valladolid, junto a otras/os 29 personas, a una beata del monasterio de Belén, se la acusa de actuar «como muger libre sin pastor». La libertad estaba penada......"
"... En castellano, la lista de términos para decir, de una u otra manera, «prostituta», es casi interminable, siendo ya un topos las enumeraciones de los mismos a cargo de escritores (varones) de todas las épocas, que en una especie de ejercicio áulico exhiben una erudición acumulativa de términos que deben considerar graciosa.
En el caso de hoy, vamos a ocuparnos de la palabra ‘cortesana’, ambigua y polisémica, y un buen ejemplo de palabras no simétricas, es decir, aquellas cuyo significado varía según el género gramatical del vocablo, casi siempre peyorativizando el sustantivo femenino. Así, ‘cortesana’ debía ser, sin más la mujer que hace de la vida en la corte su oficio, o quien allí ejercita un honor, como damas, camareras y ayas que pululaban por los pasillos de palacio en los siglos de la Modernidad. Esta palabra, derivada del latín cohors, cohortis, en su variante masculina hace su aparición en forma sustantivada, vía Italia (cortegiano) hacia finales del siglo XV, como recuerda Corominas. Antes, como adjetivo, ‘cortesana/o’ inundó los textos y contextos del movimiento trovadoresco occitano, cuando la cortesía pasó a ser, más que una actitud, un modo de vida y de entender el mundo y sus relaciones. De ese ámbito semántico deriva el verbo «cortejar», pues moverse en la corte debía tener mucho de eso, siempre a expensas de arbitrariedades y favores del poderoso, como los que el dueño del cortijo (de la misma raíz etimológica) ejercía con respecto a quienes malvivían en sus gañanías.
Hoy, el RAE describe ‘cortesana’, en su séptima acepción como «mujer de costumbres libres», definición de regusto tan literario como obsoleto y contraproducente, porque lo que quiere decir realmente es lo que expresa en la entrada ‘dama cortesana’: «ramera de calidad», y nos dejamos de eufemismos. «Mujeres libres» o «sueltas» fueron, desde el siglo XVI, aquellas prostitutas que no ejercían su oficio en la mancebía, y por tanto no se sujetaban a los designios de ningún rufián, perseguidas por las autoridades con mucha mayor saña por cuanto que faltaba el referente masculino de legitimación, necesario en las estructuras de dominio patriarcal. Cuando en noviembre de 1559 se quema en un auto de fe en Valladolid, junto a otras/os 29 personas, a una beata del monasterio de Belén, se la acusa de actuar «como muger libre sin pastor». La libertad estaba penada......"
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